El
espacio y tiempo mítico en el cuento El
sur de Jorge Luis Borges El retorno individual
al origen se concibe como una
posibilidad de renovar y de
regenerar la existencia del
que lo hace. Mircea Eliade |
En el cuento El Sur de Jorge Luis Borges, publicado en 1944 en Artificios y posteriormente en Ficcionario, encontraremos elementos fundamentales en el tiempo cronológico y el espacio real del cuento que convocan un espacio y tiempo mítico. Para lo cual analizaremos el plano espacial, temporal y la trama desde una perspectiva mítica. Subrayar cómo el espacio y tiempo se desdoblan hasta llegar a su propia antítesis de no-tiempo y no-espacio. Pero ¿cómo llegar a este tiempo mítico a partir del tiempo y espacio diegético? El mito se aleja del racionalismo, pero sin dejar de poseer su propia racionalidad que se funda en la implicación y no en la explicación, lo que sugiere un individuo que conoce desde dentro y se enreda en las tramas del sentido con todo su ser. (García, 2007:50). Es decir, del cuento El sur no debe esperarse una linealidad lógica en la sucesión de hechos, ya que vistos desde esta perspectiva no serían racionales ni objetivos. Su entendimiento está implícito en cada párrafo como parte de un todo, una red semántica compleja que conduce a un sentido de trascendencia mítica. La
línea de investigación quizá más analizada de este cuento es su doble
acepción de realidad-imaginación o realidad-sueño. En un sueño se
puede viajar y realizar lo deseado, aquello que no se puede hacer en la
realidad. El propio Borges afirmó en una entrevista que “Todo
lo que sucede después que sale Dahlmann del sanatorio puede interpretarse
como una alucinación suya en el momento de morir de septicemia, como una
visión fantástica de cómo hubiera querido morir” y Zunilda Gertel
comenta: “Dahlmann regresa después de la
muerte a un pasado anacrónico y vive su muerte
elegida. (Carreño, internet). Pero más allá de
una alucinación o una visión que no son reales, el cuento de Borges
remite a un sentido mítico. Cuando contamos un sueño no hay tiempo ni
espacio definido, se puede saltar de un lugar a otro, de una situación a
otra, y de un tiempo a otro; sin embargo en la narración de El
sur están meticulosamente seleccionados los espacios, el tiempo, la
similitud de personajes reales con los del más allá, sitios reales con
sitios míticos del sur, y de una manera muy sutil se deja entrever la
repetición de una muerte. Dahlmann no imagina una muerte heroica, sino
que es convocado a una muerte mítica. Según Mircea Eliade Vivir los mitos implica, pues, una experiencia verdaderamente religiosa,
puesto que se distingue de la experiencia ordinaria, de la vida cotidiana
/ se deja de existir en el mundo de todos los días y se penetra en un
mundo transfigurado, auroral... (Eliade: 2000:27). En el presente ensayo abordaremos los espacios y el tiempo párrafo por párrafo para consolidar ese tiempo mítico a través de lo sugerido, lo no saturado, lo que está al otro lado de la luna y sólo puede ser implicado e interpretado a partir del desgajamiento y entramado de todos los párrafos. Pero antes daremos un pequeño resumen del cuento El sur, el cual escribió Borges plasmando algunos de los hechos que le sucedieron cuando se golpeó la cabeza en el filo de una ventana cuando subía apresuradamente unas escaleras. Juan Dahlmann de origen alemán y argentino, sufre un fuerte golpe, lo llevan a un sanatorio y tras una convalecencia infernal sale del hospital. Se dirige a una estancia en el sur de Buenos Aires. En este viaje hacia el sur, el narrador hace referencias como si fuera un viaje al pasado o al más allá. El tren se detiene antes de llegar a su destino y Dahlmann se mete a un lugar para comer, donde es molestado por unos hombres, el altercado llega a tal punto que salen del lugar y pelean a muerte. Dahlmann sabe que no tiene muchas posibilidades. Primer párrafo La perspectiva de la trama según Luz Aurora Pimentel en su libro El relato en perspectiva (1998), es la selección y restricción de información narrativa, de los acontecimientos de la historia. En el primer acontecimiento el narrador sitúa la genealogía del personaje principal Juan Dahlmann: el abuelo alemán paterno que lleva su mismo nombre, y el abuelo materno que es argentino y muere trágicamente. La información parece intrascendente, meramente circunstancial. Según Horacio Quiroga en su Manual del perfecto cuentista, nos remarca que en un cuento las tres primeras líneas tiene casi la misma importancia que las tres últimas. (Quiroga, 1987: XXXIV). En el cuento estas primeras líneas están dedicadas al abuelo paterno que llega a Buenos Aires, después el narrador nos entera cómo muere el abuelo materno Francisco Flores; nombre alusivo al abuelo de Borges, Francisco Borges. Es inevitable en este primer párrafo referir la ascendencia de Borges, en la revista Sur, John King afirma que: Para Borges, como para Victoria Ocampo, la historia de Argentina era asunto de familia, un conflicto entre la civilización de su familia paterna, equiparada con libros y con la lengua inglesa, y la barbarie del linaje de su madre, sinónimo de los hombres de acción y de la lengua española. […] en ese cruce de caminos surge Borges. (CVC: internet). Esta parte de su ascendencia se liga en el principio y final del cuento: la muerte heroica de uno de los abuelos (una muerte romántica) con la muerte de Dahlmann en un duelo. Al comienzo del cuento: “…Juan Dahlmann (tal vez a impulso de la sangre germánica) eligió el de ese antepasado romántico, o de muerte romántica.” (Borges, 1985:320). Al final del cuento: “…si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado.” (Borges, 1985:325). Según
Mircea Eliade en su obra citada anteriormente: “No se trata de una
conmemoración de los acontecimientos míticos, sino de su reiteración”
(P.27). Dahlman no está recordando, sino reviviendo una muerte. Aunado
a esta similitud, en este párrafo se mencionan ciertos objetos antiguos
que comienzan a conformar un espacio mítico.
Segundo
párrafo El
siguiente párrafo comienza con una sentencia donde refiere el narrador
que una simple distracción, puede acarrear graves consecuencias. En este
largo párrafo el narrador describe cuando Dhalmann se golpea la cabeza,
su traslado al hospital y su salida del mismo. Otro puente con Borges es a
través del golpe: “En la Nochebuena de 1938
perdió el conocimiento a causa de un golpe en la cabeza y trató de
escribir algo distinto para no deprimirse en exceso de sus posibles daños
cerebrales.” (Villoro: internet). Ambos crearán después del golpe una
historia, Dahlmann, su viaje al Sur; Borges, su cuento Pierre Menard, autor del Quijote. No
se puntualiza cuánto tiempo transcurre desde el golpe hasta que sale del
hospital, pero en el párrafo anterior se indica que es febrero y en el
posterior, que es otoño. En Argentina febrero es verano y hace calor, y
el otoño comienza en marzo, más fresco, esto sitúa a Dhalmann a lo
mucho un par de meses en el hospital. Hasta aquí el narrador nos presenta
los sucesos según Pimentel en resumen,
es decir el tiempo de la historia es mayor al tiempo del discurso; también
es secuencial, primero la opresión del verano, luego la frescura del otoño.
En
este párrafo, al principio, se hace mención de un ejemplar poco común
de las Mil y una noches, si se
compara este párrafo con Las mil y una noches, en ambos se destaca el relato primero, el
principal de donde partirán los demás, encerrado uno dentro del otro. Y
donde Sherezade está condenada a morir al igual que Dahlmann “había
estado a punto de morir de una septicemia” (Borges,
1985:321).
Otra similitud es la imagen del daguerrotipo de un hombre barbado e
inexpresivo, como Dahlmann, “la barba que le erizaba la cara” (ibíd.
p.321), es decir cara rígida. El primero está dentro de un estuche,
Dahlmann dentro de un hospital, atrapado, desesperado. Ambos están dentro
de, como un relato de Las mil y
una noche. Su
estancia en el hospital es una experiencia tan aterradora que ni siquiera
piensa en la muerte. Sherezade piensa en la manera de escapar de la muerte,
relatando historias, Dahlmann también creará sus propios relatos, para
evadir su muerte en el hospital.
Tercer
párrafo Inicia
también con una sentencia “A la realidad le gustan las simetrías y los
leves anacronismos” (ibíd. P.321). Aquí el espacio se desdobla en su
simetría, como un espejo, cuando se dirige en un coche de plaza al
hospital y ahora ese coche de plaza lo regresa a la ciudad. El narrador
sitúa varios espacios anacrónicos, primero evoca la ciudad y la compara
con la casa vieja en sus largos zaguanes y patios. Luego busca la nueva
edificación en “…el arco de la puerta, el zaguán, el íntimo
patio.” (ibíd. P.322). Referencia que nos lleva otra vez a la
importancia que tenían estos sitios para Borges. En su poema Un
patio, enuncia la importancia de estos sitios: “El patio es el
declive / por el cual se derrama el cielo en la casa. / Grato es vivir en
la amistad oscura / de un zaguán, de una parra y de un aljibe.” (J.L.B.
internet). Y en su texto Borges y yo,
“Yo camino por Buenos Aires y me demoro,
acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta
cancel” (Literatura.us, internet). En estos sitios Dahlmann al igual que
Borges reconocen la felicidad primera. “En la luz amarilla del nuevo día,
todas las cosas regresaban a él” (Borges, 1985:322). La ciudad a las
siete de la mañana no es azul, sino amarilla, su color mítico. Aquí se
presenta por completo ese lugar y tiempo mítico que ya no es Buenos Aires
sino el sur, donde todas las cosas regresan a Dahlmann. En este párrafo también se menciona la
frescura del otoño como un símbolo que rescata su destino y la felicidad
que siente al reconocerse en un espacio de antaño sólo reconocido por él,
como un deseo hecho realidad. Y
a este respecto Frye muestra que el mito es “la imitación de acciones que ocurren a proximidad o al límite
concebible del deseo […] el mito opera al nivel cumbre del deseo
humano” (Frye, 1991:181)
Cuarto
párrafo En este párrafo
comienza su búsqueda de ese patio íntimo, cruzando la calle de Rivadavia
donde comienza el Sur. La realidad se desdobla en otra dimensión. Pasando
esa calle el mundo es otro “mundo
más antiguo y más firme…” (Borges,
1985:322). Es decir, un espacio de antaño y un tiempo firme, que no
vacila, que no se mueve. Luego menciona cómo Dahlmann busca esos espacios
añorados. Aquí el tiempo cronológico, se desdobla y aparece el tiempo
del Sur, es decir el tiempo mítico. La ruptura del tiempo profano por una abertura que desemboca en el Gran tiempo, constituyen las notas esenciales del ‘comportamiento mítico’, es decir, del hombre de las sociedades arcaicas, que encuentra en el mito el origen mismo de su existencia. (Eliade, 2000:146).
Quinto
párrafo El
narrador comienza a describir el espacio, Dahlmann se encuentra en el hall
de la estación, las cursivas de hall indican que está en la entrada de
otra dimensión. Dahlmann se da cuenta que faltan treinta minutos. Esto se
puede interpretar como una falta de tiempo, quizá le faltan treinta
minutos al reloj porque ya no existen ahí en el sur. Otros espacios anacrónicos
son la estación del tren, donde se desprende un recuerdo, el del café,
donde hay un gato y éste funciona como mediador, una intersección entre
lo real y lo deseado, entonces Dahlmann es transportado por elementos
arquetípicos y entra al café en un tiempo y espacio mítico, pero no por eso
irreal. El gato es
un hilo conductor, que comunica ambos espacios; un teléfono
diría Cortázar en su cuento Cómo
se pasa al lado: …descubrí bruscamente que
los gatos son teléfonos. […]Resulta evidente la falta de un código que
nos permita comprender los mensajes, su procedencia y la índole de
quienes nos los envían. […] Que el teléfono funciona, todo gato lo
prueba con una honradez mal retribuida por parte de los abonados bípedos;
nadie negará que su teléfono negro, blanco, barcino o angora llega a
cada momento con un aire decidido, se detiene a los pies del abonado y
produce un mensaje que nuestra literatura primaria y patética translitera
estúpidamente en forma de miau y otros fonemas parecidos. [Cortázar,
CD]. El
gato como guardián y mediador del más allá puede acceder de la dimensión
temporal y espacial de la realidad a una zona desconocida e intemporal
donde los deseos del protagonista lo conducen a una
zona cero, Dahlmann se
interna y se deja llevar. “no se vive ya en el tiempo cronológico, sino
en el tiempo primordial/tiempo fuerte
del mito/en el que algo nuevo,
fuerte y significativo se manifiesta plenamente.” (Eliade, 2000:
27). El
narrador logra a su vez transportarnos a esa ilusión referencial del
espacio que va del tiempo al no-tiempo. Según Pimentel,
dentro de la dimensión espacial del relato, “los modelos de organización
que den la ilusión de que los límites son inherentes al objeto
descrito.” (1998:26). Estos modelos son un café en la calle Brasil, un
café endulzado, el hombre que revive algo significativo, y un gato negro
que vive en el instante, -otra vez aquí aparece la simetría anacrónica-.
Es importante cómo no se pierde la ilusión referencial a través de
efectos de sentido como la referencia extratextual mencionada: “un café
de la calle Brasil (a pocos metros de la casa de Yrigoyen)…” (Borges,
1985:322).
Yrigoyen en el mundo real, fue presidente de Argentina, y una calle que sí
existe en Buenos Aires: Rivadavia paralela a un río, que separa la parte
norte del sur de la ciudad. Estos efectos de sentido se vierten en los
cambios de espacios, es decir la trama, para dar cohesión y unidad
logrando que el lector no suelte el hilo conductor, la fe poética. De
otra manera, este párrafo no sólo sería completamente imaginario, sino
complicado y lo complicado no funcionaría.
Sexto
párrafo De
forma semejante al arquetipo del gato, el tren es un vehículo que
transporta, Dahlmann se encuentra en el penúltimo andén. Esto nos remite
una vez más a las Mil y una noches,
el gato nos conecta con el tren, y aún queda otro sitio más antes
del fin, ya que es el penúltimo andén. Su desdicha es anulada, ya está
en el tren, en busca de un destino deseado, dejando atrás su otro
fracasado destino en la realidad. “…era una afirmación de que esa
desdicha había sido anulada y un desafío alegre y secreto a las
frustradas fuerzas del mal.” (ibíd. P.322). En este caso las fuerzas
del mal son aquellas que no le permiten morir con dignidad y quieren
retenerlo en el hospital.
Séptimo
párrafo En
este párrafo se hace mención de dos sucesos, simétricos y anacrónicos,
por un lado Dahlmann disfruta del paisaje en su viaje por tren, por otro
lado se menciona un pasaje de Las Mil y una noches del cual Dahlmann no pone mucha atención. En
el pasaje se menciona la montaña imantada: …hasta
que caímos en una zona de corrientes encontradas y el capitán perdió el
rumbo. […] dijo el capitán contrariado, arrojando el turbante a la
cubierta mientras se arrancaba las barbas, anunciando que pronto estaríamos
todos muertos. […] –Oh príncipe, perdimos el rumbo en medio de la
tormenta, […] mañana, al final del día, llegaremos al monte de piedras
negras llamado la Montaña Magnética, y tan pronto quede el barco bajo su
poder, le arrancará uno a uno cada clavo. (Anónimo & Sagarzazu,
2006:51). Esta
reminiscencia intertextual configura metafóricamente el destino de
Dahlmann, como un imán, los paisajes al lado del tren lo llevan
irrevocablemente a su destino, a la vez, el imán desconfigura la esdrújula
que guía segura, es decir, el espacio a donde se dirige Dahlmann no
figura en los mapas. Otro pasaje de Las
mil y una noches que habla sobre el genio, podría atribuirse al
cuento de La historia del mercader y
el genio, en el cual, según la traducción de Sagarzuzu: “el genio,
furibundo, se presentó ante el mercader blandiendo una espada, diciéndole:
‘levántate para que te mate como lo hiciste tú con mi hijo’”. (ibíd.
P. 9). Este pasaje se liga a otra muerte similar, la de su abuelo materno.
Octavo
párrafo En
el siguiente párrafo el narrador dibuja detalles circunstanciales para no
perder la consecución del relato. Es la perspectiva de la trama, que según
Pimentel, es la selección y restricción de la información narrativa.
Noveno
párrafo Por
primera vez Dahlmann se asoma, el narrador le otorga voz, sin ninguna
entonación, pero es su voz, un efecto de sentido: “‘Mañana me
despertaré en la estancia’”. Esta voz que emerge, valida su dualidad
mencionada por el narrador, esta voz es el Dahlmann que va al Sur y no el
otro confinado en un sanatorio. El narrador describe cómo Dahlmann
descodifica sus sentidos, identificando lo que incluso no podría
identificar por falta de conocimiento. Entonces el conocimiento sobre
cuestiones razonables y cognitivas se reducen a objetos ontológicos.
Décimo
párrafo El
paradero de Dahlmann se vuelve incierto, al principio de este párrafo, el
narrador indica que Dahlmann se durmió. ¿Desde dónde sueña Dahlmann?
Se menciona que el sol cronológico “ya era” el sol del Sur. Este sol
desciende sobre un panorama desértico, una soledad apacible que para
Dahlmann significa un viaje al pasado. La intervención de un inspector de
tren genera un excedente de sentido que nos delata esa sensación de ambigüedad,
de suspenso, no saber qué pasa, pero no por eso negar que algo pasa. El
inspector revisa el boleto de Dahlmann. El lector presupone que si
Dahlmann está en un tren, entonces en algún momento no mostrado por el
narrador, Dahlmann compró un boleto. Más adelante indica el inspector
que “el tren no lo dejaría en la estación de siempre sino en otra.” (Borges,
1985:323). El
narrador no dice: el tren no lo dejará en la estación siguiente o
designada por Dahlmann, sino en la estación de siempre,
entonces el inspector parece viejo conocido de Dahlmann o por lo menos
pareciera que Dahlmann acostumbra bajar en esa estación o que siempre
es ese lugar eterno donde llegará, pero antes de llegar ahí, tendrá que
hacer una parada. Hay
una doble intencionalidad en el papel del inspector, el boleto, la estación
de siempre y la explicación de por qué bajaría antes, y la indiferencia
de Dahlmann ante el “mecanismo de los hechos” nos lleva a pensar en
una revisión quizá rutinaria de un doctor, donde sus explicaciones técnicas
poco importan a la ansiedad del paciente. Onceavo
párrafo Llega a un lugar “casi en medio del campo”, donde sólo está la estación desértica, es decir un campo despoblado, sin embargo más adelante “el jefe”, quizá el inspector, opina que a unas cuadras puede encontrar un vehículo en un comercio. No sólo Dahlmann crea, de manera forzada y en ese momento un espacio para poder continuar con su relato, o sea unas calles que formen diez o doce cuadras; sino también que ahí encontraría un vehículo, efecto de sentido que significa un medio. Un espacio donde Dahlmann encontrará un medio, un recurso para llegar a su destino.
Doceavo
párrafo El sol del Sur se metió, sólo su esplendor iluminaba el panorama, luego Dahlmann huele feliz un trébol. El trébol no es una planta olorosa, mas se le vincula con la suerte y el destino. Dahlmann percibe en el ambiente su suerte.
Treceavo
párrafo En este párrafo el narrador nos describe el almacén, además de una serie de situaciones discontinuas, como pensamientos que saltan sin principio de orden. La descripción del almacén es un lugar viejo donde alguna vez la violencia era común. Se menciona la novela de Pablo y Virginia, donde mueren dos jóvenes en un naufragio. Este hecho se relaciona con la sentencia del capitán del cuento de las Mil y una noches, donde se vaticina que morirán en el mar. Quizá una muerte ideal: en el inmenso mar. La mención de la novela es por un grabado en acero, es decir imposible de borrar. Como un destello, reconoce en el patrón del almacén a un empleado del sanatorio, el cual le vendará la cabeza: “le ataría la jardinera”.
Últimos
párrafos Los siguientes párrafos son ricos en la construcción de los sucesos que ocurren en el almacén, y sus conexiones con un tiempo eterno. Un anciano que “estaba como fuera del tiempo”, como sus abuelos, el daguerrotipo, el tren, el gato y la estancia del sur, terminan por conformar un espacio mítico. “Las personas del mito se hacen presentes, uno se hace su contemporáneo.” (Eliade, 2000:27). Después Dahlmann siente un leve roce en la cara o como en el segundo párrafo “algo en la oscuridad le rozó la frente”. Luego abre el libro de las Mil y una noches, recordemos que este libro fue de alguna manera el causante de su golpe en la frente. Aparece entonces el patrón que sabe su nombre, es decir, en el espacio real el empleado del sanatorio e indica que Dahlmann está desarmado, sin ventaja, como en el hospital. Pero aparece el viejo que le da un puñal, ese puñal es la única salida, como en el sanatorio la única salida es el Sur.
La
topografía del Sur El nombre
de las calles forma una red de significación, según Pimentel, el nombre
es una premonición, un referente que puede complementar, soldar o
simbolizar un sentido no mencionado directamente. El primer párrafo es un
antecedente del personaje antes de comenzar su aventura. Topográficamente
se menciona la calle donde se encuentra la biblioteca en que trabaja
Dahlmann, Córdoba, ciudad
cultural por excelencia y que María Kodoma, esposa de Borges argumenta
como: Un lugar perfecto
para dar nacimiento a nuevos impulsos. Él también estaba vinculado a Córdoba
familiarmente pues un antepasado suyo bautizó como Córdoba a una ciudad
de Argentina por el amor que sentía hacia su mujer, que nació aquí.”
(López, 2004:2). Dahlmann trabajaba en una biblioteca, al
igual que Borges. El segundo
párrafo el destino entra en acción dando un giro total a su vida y lo
posiciona entre la vida y la muerte. Aquí se menciona la calle Ecuador, el ecuador es
esta línea que divide el hemisferio norte y el hemisferio sur del
planeta. Dahlmann se encuentra en este punto crucial. “Lo condujeron a
un sanatorio de la calle Ecuador” (Borges, 1985:322). En el tercer párrafo
Dahlmann construye el espacio anhelado de la ciudad. En este párrafo se
menciona la calle Constitución,
entendiendo como algo que se constituye (construye) con ciertos elementos
y lo diferencia de los demás.
En el siguiente párrafo menciona que en la calle Rivadavia
comienza el Sur, porque ahí se entra a otro mundo. En Argentina esta
calle separa al sur del norte de la ciudad, y ésta corre por el río
Tunuyán, es entonces, un puente hacia el sur. Northrop Frye
identifica cuatro tipos de movimiento mítico, dos hacia arriba y dos
hacia abajo. La mitad inferior es el mundo del “realismo” y de la
analogía de la experiencia. Uno de los movimientos hacia abajo “es el
movimiento trágico, la rueda de la fortuna que cae de la inocencia a la
hamartia, y de la hamartia a la catástrofe. (Frye, 1991:214). Siendo
hamartia según Platón, un error trágico; el Sur
es esa caída trágica, Dahlmann se dirige a ese lugar fatal.
Conclusión Es
así como unimos muchos de los hilos del entramado, Dahlmann en un lapso
donde la conciencia está en un punto inconcebible para cualquier mente lúcida,
excepto la del narrador, -cuestión que habría que agradecer al narrador
por revelarnos desde su perspectiva este momento-, nos lleva a los últimos
momentos de Dahlmann antes de abandonar la vida corpórea. Pero nos deja
un dato muy importante sobre su eterno retorno, el tiempo cronológico
indicado es en 1939, su otro yo anterior es aquél daguerrotipo, el cual
se comenzó a utilizar en 1839, es decir cien años antes. El
gato desempeña un papel muy importante en la obra, es como una luz de
bengala, el instante que prende, ilumina, posamos la mirada fija en esa
luz y nos perdemos en su instante salpicado de chispas. Sólo que a
diferencia de la bengala que en algún momento fenece, el gato se sostiene
en la eternidad del instante. Dahlmann
se encuentra en el umbral de esa eternidad, el tiempo mítico. La trama de
la obra extraordinariamente coordinada en los párrafos que anuncian
simetrías y anacronías, descartando lo lineal, para un propósito mítico.
Lotman dice que: “Una propiedad del mito por todos reconocida es su subordinación a un tiempo cíclico: los acontecimientos no tienen un despliegue lineal, sino que sólo se repiten eternamente en cierto orden dado, mientras que los conceptos de ‘principio’ y ‘fin’, en esencia, no son aplicables a ellos.” (García, 2007:77). El tiempo mítico posibilita la creación del momento íntimo, Dahlmann crea su instante por medio de una trama bien formulada por el narrador y por supuesto muy ingeniosa por parte del autor. No sería lo mismo si se nos presentara la historia de forma lineal y sin ambigüedades: Dahlman sufre un golpe y en su delirio imagina que muere de una forma digna. Y en realidad, es decir “realidad” en contraposición con lo onírico, mítico o inframundo; no se puede tener la certeza de que murió en un hospital. Quizá en el cuento, donde lo que sucede es verosímil, sólo porque está escrito y está sucediendo, la realidad sea precisamente una realidad mítica.
Bibliografía Anónimo
& Sagarzazu, María Elvira (2006), Las
mil y una noches. Buenos Aires: Colihue. Borges,
Jorge Luis (1985), Ficcionario. Una
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por Diana
J. Acevedo
dianejaz@yahoo.com
Estudiante de la Universidad de Colima, México
Ver, además:
Jorge Luis Borges en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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