Análisis de “Azincourt” de Juan de Marsilio
Por Sylvia Simonet

Azincourt

El título

El título de este cuento breve de Juan de Marsilio es un nombre propio-Azincourt-, nombre que, sin embargo, no aparece en el texto y un lector poco avisado puede desorientarse. Si no sabe de antemano lo que es, no es tan fácil descifrar su significado. El autor nos parece, busca de forma voluntaria la complicidad de un lector especial, que sepa perfectamente lo que significa ese nombre y que por lo tanto aborde el texto en un estado de ánimo apropiado. Los que pierden el mensaje del título, pierden

también una predisposición que da un sabor especial a la lectura.

El narrador

Este texto presenta una particularidad interesante: la persona del narrador. Hasta la segunda mitad del texto, ateniéndonos a lo formal, podemos pensar que se trata de un yo narrador. Los únicos verbos que se refieren al narrador en esa primera mitad del texto son las formas subjuntivas “encontrara “y “presenciara”, pero éstas pueden referirse tanto a la tercera como a la primera persona.

Después el relato sigue con la descripción de una escena en la que el narrador no participa, sólo es testigo. El lector permanece, pues, en duda respecto a la persona del narrador; esta duda recién se aclara en le párrafo que comienza: “El tal ritual le había sugerido…” El pronombre de tercera persona “le” ya aclara el punto. El protagonista no es el narrador.

No obstante, aparte de ese pronombre hay sólo un verbo que no es ambiguo en su forma:”descartó”, y éste se encuentra en la última oración del texto. Anteriormente se encuentran  otros tres verbos que convienen tanto a la tercera como a la primera persona: “recordaba”, “hallaba” y “hubiera jurado”.

Esto nos hace pensar: ¿Hubiera el cuento resultado igual si el autor se hubiera inclinado por un yo narrador? Bastaba, simplemente, sustituir “le” por “me” y “descartó” por “descarté”. Todo lo demás podía quedar igual: no era necesaria ninguna otra alteración.

La respuesta es que la opción del autor es la correcta. Usar la primera persona hubiera acercado el narrador al lector, hubiera creado una suerte de identificación entre ellos. Y esta debía evitarse. El protagonista es un extraterrestre que juzga a la raza humana y que debe, por eso mismo,  mantenerse a distancia de un lector humano. Esto se logra con el uso de la tercera persona.

El lenguaje

El lenguaje es sencillo, pero por momentos de vuelo poético. La descripción que encontramos es breve, pero muy expresiva. La devastación se describe en una frase:”…quedaban sólo campos desiertos y baldíos, mudos también del más ligero verde.” Más hacia el final vuelve a expresarse idéntica idea con palabras similares:”…hallaba el yermo pedregal callado”. Hay buen uso de los adjetivos y abundancia de figuras de lenguaje. Varias metáforas son muy gráficas: “El sol espejeaba en los metales que cubrían los cuerpos”. “Dos filas ordenadas y silentes enmarcaban la tierra de nadie”. Se refiere a los proyectiles como “enjambre” y el pedregal es “callado”.Usa dos veces la interesante figura del oxymoron: “rústica elegancia” y “áspera dulzura”.

Ficción e historia

El cuento toma como punto de partida un hecho histórico: la batalla de Azincourt, que tuvo lugar en 1415 al norte de Francia. Es el nombre de una aldehuela donde lucharon ingleses contra franceses: la anécdota narrada es histórica, o por lo menos hay textos históricos que así la presentan.

La ficción consiste en la suposición de que tal hecho fue presenciado por un ser extraterrestre, cuyas características físicas no se explicitan en ningún momento, pero que por lo que piensa, se guía por pautas mentales semejantes a las nuestras.

Lo que comprende, lo que aprecia y el modo cómo juzga lo que observa acerca bastante ese ser a nosotros. Aprecia la belleza, la gracia, la cortesía. Tal vez para nuestra óptica peque de demasiado optimista e ingenuo al ver el lado bueno de todas las cosas, sin precaverse contra lo malo, lo negativo. Ve belleza incluso en el vuelo de las flechas y en las armaduras de los guerreros. Piensa lo mejor de ellos y les augura un futuro provisor: el cuento termina con su negativa a creer en la posibilidad de un conflicto nuclear en la Tierra.

Esto resulta irónico porque el lector, en cambio, comprende que lo que realmente sucedió fue precisamente eso: una catástrofe nuclear con propósitos bélicos que provocó la devastación del planeta.

Con esa nota irónica, verdadera muestra de humor negro termina el cuento. Causa por eso mismo un fuerte efecto en el lector, que sabe más que el supercivilizado extraterrestre protagonista. Éste cree, influido por el caso de Azincourt, que los humanos constituyen una “raza de espíritu demasiado  fino” para provocar un conflicto nuclear. El lector, siendo un hombre inmerso en los sucesos diarios de la Tierra, conoce la lamentable tendencia agresiva de la raza, que permite pensar en la posibilidad de tal catástrofe.

Estructura

El relato tiene una línea quebrada. Comienza en un futuro más o menos lejano (carecemos de referencias para determinarlo) en el cual la Tierra ha sido arrasada por una catástrofe nuclear.

El protagonista nos lleva entonces con su recuerdo al pasado-al año 1415, exactamente-el momento de la batalla de Azincourt. Terminado el intervalo de este recuerdo, que ocupa la mayor parte del cuento, la acción vuelve al presente subjetivo del protagonista-futuro para nosotros, lectores actuales-para una reflexión final.

Género.

Nosotros lo pondremos dentro de la Ciencia Ficción- SF-, si bien no está avalado por ningún detalle científico ni tecnológico.

En el relato el extraterrestre viene a nuestro planeta, pero no tenemos idea de qué se vale para ello (en un vehículo, por medio de ondas, etc.).

El tema es clásico de los relatos de SF: la catástrofe nuclear, la posibilidad del exterminio, la visita de extraterrestres a nuestro planeta, el contraste entre las tendencias agresivas de la raza humana frente a actitudes o valores más positivos de los alienígenas.

En este caso el extraterrestre visita dos veces la Tierra, en lo que se define como un “viaje de ida” y de “regreso”. El intervalo entre ambos dura siglos, en todo caso  más de seis siglos. Este intervalo no implica necesariamente que la raza alienígena sea en extremo longeva, hay posibilidades de distorsión del tiempo.

El extraterrestre “sobrevuela” el lugar. ¿Implica esto la existencia de una nave espacial? Lo que queda claro es que se trata de una raza con una civilización muy avanzada, capaz de viajes cósmicos al parecer como algo corriente.

Sylvia Simonet

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