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El habitante
Zelmar Riccetto

Estamos vivos
instantáneos, vivos,
llenos de sí,
de sangre hasta los labios,
nueve lunas pariendo las palabras,
con antes, que es ahora,
no mañana
matando el ir muriendo cada día.

Qué bien el hombre entero
puesto en hora
con su además en canto
y el azar cabrilleando
su gema-azogue
su siempre estoy y búscame,
en la palma de Dios su nigromancia
y la certeza
última y caliente
de que él habita el pecho de su hermano.

En la risa del hombre
hay un derroche de vida porque sí,
y ahora tan cara...
Un escándalo audaz
hay en su abrazo:
asociación ilícita
del don testicular que rasga y llega.

El hombre que sabía toda su hambre
su instante vertical clava en el grito,
asciende lúcido la vía de sus vísperas,
se apresta a convocar los nacimientos,
afila su costilla-empuñadura
y a su fémur le agrega una culata.

¿Cómo es que ha alzado en armas su esqueleto,
Cómo es que del azufre del gran miedo,
del algodón tan muelle de los fáciles
hizo esta pólvora
de vino y pan
de cruz crucificada,
fundió su proyectil,
la gran campana,
diana puntual de vísperas que llaman?
Zelmar Riccetto
Antología poética

Selección: Gladys Castelvecchi y Francisco Lussich
Prólogo: Saúl Ibargoyen
Diciembre de 1988 - Talleres gráficos de SIGNOS, Montevideo, Uruguay.
Se publica en Letras- Uruguay autorizado por la familia

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