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Ricardo Prieto: teatro de la intensidad
por Cristina Lando

Desde su primer estreno en 1970 hasta el más reciente en 2005, Ricardo Prieto ha incorporado al espectro teatral nacional su vertiente estética mediante la originalidad de un instrumento creador, preparado para conciliar y excomulgar los demonios y los Ángeles del espíritu y la mente, utilizando una fermental formulación dramática. En su producción, Prieto ha recorrido los anchos caminos donde los seres se capturan o se liberan en movimientos recíprocos percibiendo los hilos pre-existentes o surgidos de una estación anterior a la herencia humana. En sus productos artísticos hay una entidad constante representada por esa memoria ontologica que conduce al sentido secreto del origen, por cuyos caminos Prieto desarrolla sus satanes particulares y los convierte en  personajes de incumbencia colectiva. Su intuición, la precisión de su escritura, su hondura metafísica y la sensible afinación con la que instrumenta las transiciones estilísticas y afloja la tensión dramática, lo colocan en una significativa situación y punto de referencia en la literatura teatral.

Ricardo Prieto

A través de su simbología, Prieto presenta la experiencia interior del hombre que se debate con sus fantasmas personales. Es este autor, un hondo explorador de los infiernos humanos; dentro de el, se concentran y centrifugan fuerzas contradictorias para cuya expresión se sirve de un mecanismo poco frecuente: pone la imagen poética que extrae de lo subyacente en lo cotidiano, cargándola de intensidad, lo cual contribuye a hacerla creíble en toda su belleza.

El teatro de Prieto es una detonación; algo que debe recibirse espontáneamente, en bruto y, disfrutar del impacto que causa. Sus criaturas parecen querer revelar el oscuro desorden que reina en seres incapaces de dominar los demonios que los irritan y los precipitan a la locura.

Por toda esta poética reciedumbre dramática, el dramaturgo hace posible la introducción-en la vida del espectador- de un elemento nuevo, revulsivo, intenso, personal.

En 1970, cuando “El niño verde” se estreno en el Teatro Solís, ya había escrito piezas que tendrían gran repercusión:”El desayuno durante la noche”, “Ese lugar pequeño”, “Los disfraces”,”La llegada a Kliztrona”, “El tambor como único equipaje”, “El huésped vacío”, “Me moriría si te fueras”, “Pecados mínimos”, “Mama se va de casa”, Amantes”, Tolstoi”……

Por aquel entonces, el teatro uruguayo estaba volcado a los grandes títulos extranjeros, y era difícil que el nuevo autor nacional viera representada su obra, excepto que esta fuera consecuencia de una visión oportunista, politizada o coyuntural, pues una buena parte del movimiento teatral se había comprometido estética e ideológicamente en una lucha antiimperialista, sosteniendo las premisas de la Revolución Cubana, símbolo vertebrador del discurso teatral de aquellos tiempos.

En el seno de esas contingencias nació, como autor teatral, Ricardo Prieto, y el estreno de “El huésped vacío” dejo establecidos algunos de los hilos conductores temáticos, filosóficos y estilísticos que más adelante se preocuparía por profundizar.

Citamos “El huésped vacío” porque a la sazón, esta pieza se entronca a pesar de su importación naturalista, con esa tendencia recurrente que caracteriza al autor y convinimos en llamar: Teatro de la intensidad; por esa fuerza embrionaria y feroz que convoca al análisis tanto como al desentrañamiento de las zonas ocultas, de los hervideros demoníacos de la realidad y los hechizos.

En aquel momento no fue fácil calibrar las implicancias espirituales y simbólicas que la obra albergaba en su sustancia germinal. Años mas tarde, cuando se estreno en Buenos Aires, se confirmo que estas implicancias existían con energía totalizadora; una energía posesiva y a la vez bondadosa en la entrega de las vísceras de su intimidad. Acá, Prieto desmenuza el sentido interior de las apariencias por medio de una observación microscópica del nudo neurótico. En “El huésped vacío” ya estaban presentes el conflicto entre la materia (padre, madre hijo) y una representación de lo trascendente (el inquilino y su mujer imaginaria), que son los sustentadores de esa materia y de la totalidad de las cosas y la idea, que después se volverá recurrente en su producción, de que, lo denominado demoníaco, puede ser uno de los rostros de esa fuerza irracionalizable que llamamos Dios.

Esta idea fue intensamente desarrollada en “El tambor como único equipaje” escrita en los años sesenta. En ella, se ilustra dramáticamente la incapacidad de la razón humana para aprehender el sentido ultimo de la realidad y, no es casual que la pieza tenga como epígrafe el siguiente pensamiento de Pascal: “El ultimo paso de la razón es reconocer que hay infinidad de cosas que la sobrepasan”. La anécdota narra el enfrentamiento de un psicoterapeuta con una paciente que esta siempre por encima de la aprehensión racionalizadota, desleída en un ámbito de oscurecida plenitud que es, como el flujo de la vida misma, en la cual, angeles y demonios, luces y sombras son la otra cara de ese absoluto inaccesible a la razón, verificable solo en el campo de lo  creativo, de lo lúdico y de la visión subliminal.

En “Los disfraces”, obra traducida al francés, la presencia de Lo Absoluto, o de la sustancia ordenadora del universo, se convierte en categoría dramática a través  del enfrentamiento de los dos únicos protagonistas, quienes pretenden destruirse mutuamente y sin saberlo, apropiarse de la misteriosa duración del otro.

¿Qué hay detrás de estos disfraces?  ¿Otros disfraces?

Esos personajes –Señorita-Sirviente-Señor-, ¿inventan el conocimiento negándose a sí mismos o, a través de la negación  exploran la realidad y buscan  afirmarse? Claro que, la sexualidad tiene caminos menos tortuosos para llegar al conocimiento o para desentrañar el sentido aparente del disfraz. Tal vez  alcance con levantar un velo para que todo comience a existir o vaciar la palabra del contenido biológico para convertir el escenario en un territorio  de apariencias, sostenido por la perplejidad y la conmoción.

En “Me moriría si te fueras” y “El desayuno durante la noche”, las preocupaciones filosóficas y metafísicas le ceden paso a la dramática recreación de estados sicológicos. Ambas obras muestran la forma con que seres solitarios, agresivos y cadenciados afectivamente  intentan  escapar a la angustia estableciendo nexos de poder, en cuyo centro  harán caer a sus víctimas. Finalmente, cuando éstas  sucumban, se comprobará que sus victimarios eran atrozmente desdichados y quedarán planeando sobre ellos.

Las obras de Prieto correspondientes a la primera etapa, podrán calificarse como obras de la intensidad tanática, de cuño filosófico netamente existencialista y se caracterizan por albergar un presentimiento de lo trascendente surgido de la propia entraña de los textos. Son  obras en las cuales se percibe con claridad, esa vocación de “enjuiciar la inautenticidad”, como ha dicho Suleika Ibáñez. El  feroz antagonismo de esencias que peculiariza el teatro de Prieto, destruye  la falsa oposición de las máscaras y le confiere tragicidad a la mera existencia: una existencia irracional, amorfa, vacía, condicionada por sus impulsos homicidas y autoinmolantes. Ricardo Prieto nos aparece como un dramaturgo lleno de fe, describiendo un mundo donde los Hombres son monstruos, sin más códigos que los de las fuerzas ciegas, los oscuros instintos, el reino de Tánatos.

Al  radicarse en Buenos Aires, las corrientes de pensamiento a las que dedica su atención fundamental son fecundadas por contenidos de la filosofía oriental y filósofos occidentales como Spinoza y Plotino. De esta etapa derivan obras como “El Mago en el perfecto camino” y “Acuérdate de Euménide”

“El Mago en el perfecto camino”, tiene, entre otros valores, el haber sido la primera obra uruguaya recientemente elegida paras ser leída en francés en el Festival Iberal de París. En ella, prieto explora magistralmente las zonas ocultas de la invisibilidad a través de dos antagonistas que representan, uno, el conocimiento relativo, otro, el conocimiento absoluto. En el tremendo y trágico final sobrevuela la presencia clara, rotunda e irresistible de los innominados.

Sintetizando podría decirse, que el teatro de Ricardo Prieto tiene tres etapas bien diferenciadas: la primera desde 1963 a 1975 y es un período existencialista. Las obras plasman mundos angustiados, donde no hay esperanza ni presentimiento de la trascendencia. Los personajes son seres agónicos, violentos, sádicos o masoquistas y, afirman que la única categoría absoluta, es la existencia transformándose, deviniendo en corrupción y muerte. La segunda etapa, se extiende desde 1975 a 1982, y se caracteriza por la exploración esotérica. En este periodo las obras investigan sobre la lucha y el conflicto entre dos discursos que entran en colisión gradual hasta volverse inconciliables y antagónicos. Surge una suerte de contradicción profunda entre el mundo de la materia y el del espíritu: la pugna entre lo Relativo y lo Absoluto.

La tercera etapa se extiende desde 1982 hasta el presente. Incluye dos piezas: “Danubio Azul” y “Garúa”, ambas de sesgo naturalista, con elementos hiperrealistas esta última.

Respecto a “Danubio Azul”, sorprende encontrar quizá por vez primera, la intención muy bien acabada de incursionar en la vertiente naturalista. Un interesante cambio de óptica en cuanto al tratamiento teatral, que lo presenta como autor totalizador de dimensiones expresivas sin desmembrarse ni dicotomizarse en su estilo. En la pieza a la cual nos referimos hay un contingente de elementos que conservan la unidad de su escritura. “Danubio Azul”, esta planteada como una pintura de la realidad social cotidiana, capaz de sobrecoger por su temática, valida en cualquier parámetro geográfico. Tres generaciones conviven en el mismo espacio físico (la casa materna) entrechocándose en otro espacio: el espiritual. En su desarrollo se advierten las transformaciones originadas por las diferencias generacionales con sus consecuentes imponderables: violencia separatista, sentimientos ambivalentes; un hogar descompuesto, monopolizado por una “abuela” presionada por la impotencia de no alcanzar a comprender las expectativas y necesidades de sus nietos adolescentes; una “madre” que, además de ser un factor cohesivo por naturaleza, se convierte gradualmente en un elemento dispersante de la familia. Esta pieza, estupendamente dialogada, nos muestra a un Prieto que lleva su preocupación a otros estadios de comprensión.

Por sobre la anécdota y la mascara realista, el autor nos comunica la tragedia de esos seres arrojados desde la pureza al infierno de la sobrevivencia, esclavos de sus propias miserias e incapaces de satisfacerse. Se advierte una familia en franca disolución donde se hay una necesidad compulsiva de confesar sus miserias mediante la presentacion de situaciones sordidas y, al mismo tiempo, de compensar sus fracasos; ello revela la intencion de una búsqueda constante e infructuosa para resolver el conflicto.

No obstante el corte naturalista de “Danubio Azul”, la pieza guarda en su estructura interna el perfil de un dramaturgo que dibuja personajes caracterizados por la impotencia moral, porque esas frustraciones que se observan en la obra de la que nos estamos ocupando, están determinadas por los comportamientos y se expresan mediante confrontaciones en un microcosmos de crisis, de clausura y autocastigo.

¿Por qué, entonces no pensar que Prieto nos da una visión personal, sintética, fantasmagórica de la Humanidad, incluso utilizando la impostacion naturalista?

Con relación a “Garúa”, hay que registrar una pieza que comienza con diálogos cotidianos y humorísticos, para ir trepando imperceptiblemente hacia arrebatos de ira, desolación y tragedia.

Prieto parece tomar aquí un material anodino para modelar con el, dos magníficos arquetipos. Lo que sugiere ser un “canto fúnebre”, se redime por el amor y se transforma en un paradojal canto de vida.

La estética de Prieto implica una visión universal. Tanto en su obra dramática como en su poesía, cuentos o la misma novela, recorre un camino que lo lleva desde la precaria experiencia hasta experimentación plena de lo existente, conocido o desconocido. El mismo autor afirma que: “Trabajo con mi percepción, conciente o inconsciente y elaboro por analogías, o utilizo mecanismos de la intuición y la imaginación, partiendo de la premisa de que solo se imagina lo que existe.”

Sintetizando la trayectoria de Ricardo Prieto hasta nuestros días

Consideramos a Ricardo Prieto, el dramaturgo  de la intensidad interior, por percibir en su obra ese juego carnívoro-conceptual, dinámico-orgánico, un ejercicio de seducción que se establece entre la carnalidad y el pensamiento. Prieto es un creador de zonas donde converge lo expiatorio y lo demoníaco. Un autor que punza sin piedad y desnuda la esencialidad por donde aparecen las fauces rituales del ciclo de la vida del hombre moderno. Esa “criatura” atípica tan prietiana no lo es más que por la conciencia que adquiere de un desgarramiento en su existencia. Hablamos de Prieto y de su teatro para ver y oír; de su circulación profunda por un cuerpo que se extiende sin conceder pausa a los limites; del despojamiento de los pellejos de la simulación y del terror; del abandono de las convenciones formales y la execración de formas teatrales rígidas, lastres de durezas conceptivas y de una alta dignidad estética. Tales y tantos son sus valores dramáticos. La presencia de factores culturales coincidentes, le permiten conformar su peculiar código escénico que apunta, con sanguínea liricidad denunciatoria –no explícitamente confrontatoria- a la tragedia dinámica que roe al individuo, a veces operando por el camino del misticismo o confirmando una segunda conciencia que replantea un teatro comunicacional ético-estético ante la realidad social. Sus personajes poseen definición por si mismos; importan, antes de conocer los periplos que los sumergen en la aventura; tienen una realidad inmediata, reductora y centrifuga. Ellos son prisioneros y generadores de fuerzas que los agitan y sobrepasan. El dramaturgo crea esa alquimia personal y sabe conmover los subsuelos dramáticos hasta convertirlos en cáscaras móviles.

La obra de Ricardo Prieto no se abstrae: toma el conflicto y lo devana sin misericordia final. Por eso poseen esa atmósfera sofocante que densifica el propio tejido teatral acumulando elementos dispares y a la vez, concluyentes: el poder, instrumento paradojal “deseado-temido”; el hipócrita optimismo; las mascaras del miedo. Prieto araña una pared tras la cual se esconden los desesperados de coraje, develados entre síntomas morales, neurosis, compulsiones, complejos diasporizantes e inmaculadas elevaciones que el Hombre experimenta hasta alcanzar el claustro sagrado de las combinaciones Divinas, donde podrá tocarse con el origen.

Ricardo Prieto: Publicaciones y estrenos internacionales

Repasando toda la producción de Ricardo Prieto, corresponde emitir una opinión prevalente diciendo que Prieto es, sin duda uno de los pocos dramaturgos uruguayos de estas ultimas décadas mas premiado, editado y estrenado en el exterior de nuestro país, lo cual lo ubica dentro del gran espectro que configuran los repertorios internacionales. A su profusa y consagratoria carrera en el Uruguay donde sus obras “El huésped vacío”,”Un gato en un almacén extraño” y “ El desayuno  durante la noche” fueron estrenadas por la Comedia Nacional y donde fue candidato al Florencio en siete oportunidades y lo obtuvo por “Garúa”; donde recibió en diversas oportunidades  el Premio de Teatro del Ministerio de Educación y Cultura y fue galardonado con el Premio Morosoli de Plata  por su trayectoria de autor dramático, el notable  cosechó reconocimientos internacionales de extraordinaria importancia: Premio Tirso de Molina del Instituto de Cooperación Iberoamericana por “El desayuno durante la noche”(Madrid ,l979); Premio de WDR( Radio y TV del Oeste de Alemania) por “Bacterias”, obra de Teatro Acústico (Alemania), Premio Coup de Coeur por “Les  saveurs”(El huésped vacío), Francia,2004.

Las obras de este autor que honra la dramaturgia uruguaya en el mundo entero, se estrenaron en Italia, Francia, España, Colombia, Perú, Paraguay, Panamá, México y Argentina, país donde actualmente están representándose  dos de sus piezas, “El huésped vacío”, que se estrenó dieciocho veces en diversas ciudades, y “Asunto terminado”.

Contradiciendo el aserto de que nadie es profeta en su tierra, Prieto se ha impuesto como uno de los más prolíficos, intensos y originales de nuestro medio, donde estrenó veinticuatro obras y su producción dramática figura en varias antologías:”Antología del Teatro Uruguayo Moderno”, Montevideo l988;”Teatro Uruguayo Contemporáneo”, España,1992;”Teatro Uruguayo Hoy”, Montevideo, l994;”Antologìa Uruguay Literario “, España, l996;”Nueva Dramaturgia del Uruguay”, España,2002; “Uruguay(Êcritures dramatiques d’aujourd’hui)Francia 2005.

Obtuvo, además, la insoslayable  consagración mundial de haber sido incluido en la en la importante  “Antología del  Teatro Latinoamericano (1940-l990)”editada por la UNESCO, en la que figura un autor por país donde figura la notable obra de Prieto”Les saveurs”(El huésped vacío), traducida por  Anne Marie Supervielle.

“Asunto terminado”, escrita en Francia, traducida al francés y publicada  en ese idioma, se ha estrenado en Francia, Perú, Colombia, Argentina, San José (Uruguay) y España. Próximamente el director Álvaro Ahunchain  la llevará a escena  en Montevideo con Alberto Restuccia y Gabriel Hermano en los dos únicos papeles.

Prieto surgió como dramaturgo en la década del setenta y sus obras instauraron en los escenarios uruguayos un discurso vanguardista y trasgresor emparentado  filosóficamente con el existencialismo y afiliado después  a una decidida exploración metafísica. Pero su extensa producción ,que incluye treinta y cinco obras, ha transitado por el realismo , el naturalismo, la comedia , la vanguardia, el teatro simbólico y de abstracción, el drama y la comedia, la farsa y el monólogo de introspección ,inquieto y polifacético, el dramaturgo ha explorado sin temor y con rigor todos los géneros, y siempre nos sorprende con su renovada inspiración.

 

Cristina Landó

 

 

Ver:

 

Ricardo Prieto en Letras Uruguay: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/prieto_ricardo/indext.htm

 

Ricardo Prieto, un grande, por Carlos Echinope Arce

http://letras-uruguay.espaciolatino.com/echinope/ricardo_prieto.htm

 

 

 

 

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