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“Menarquias” de Sebastián Barrios, en teatro de La Candela
Oficios en tinieblas
por Jorge Arias

“Menarquia”, la primera menstruación, podría ser la de una adolescente, quizás retrasada mental, que aparece en el baño,  ensangrentada y confusa; aquello se  toma por la evidencia de una  violación,  atribuida de inmediato por el rencoroso director de una escuela a un maestro  inocente (“El hombre”  por Till Silva). Hasta aquí  podemos creerle al autor, porque tales ruindades han  sucedido más de una vez;  pero cuando el director resuelve despedir al maestro sin denunciarlo a la policía, lo que de  ser cierto el hecho era un deber cuya omisión configuró el delito de encubrimiento, encontramos que  Barrios descuida la realidad.

Esta es nuestra hipótesis, producto de una reconstitución de una  historia que llega al espectador mediante informaciones muy  poco  explícitas que dan a la  pieza un  aire  de enigma  o  puzzle;  podría  haber otra  u  otras  explicaciones,  porque nada sucede en escena  y  todo es narrado.  Con dificultades, porque Barrios no nos hace las cosas fáciles (intríngulis  parecidamente enigmáticos  ocurrían en sus anteriores obras  “Corpus” y “La cocina”), entrevemos esta trama; pero el autor nos distrae con otra trama simultánea,  una joven forzada a prostituirse (Micaela Gatti)  pero salvada por un músico (Leandro de Souza  Rocha) al que conoce en el bar “El amargo” donde concurría también el pobre maestro calumniado; trama que no  vemos cómo se relaciona con la  de la  menarquia  tomada por violación. El plural del título, “Menarquias”,  sugiere una segunda menarquia, por lo menos,  que no se ve;  salvo quizás,  comparación muy  forzada, que el acto de iniciarse en la prostitución configure un anuncio o acto inaugural, metafóricamente sanguinolento, paralelo al  despertar de la mujer en la niña.

En  relación a las dos obras anteriores que le conocemos, Barrios muestra progresos en “Menarquias”. Abandona, casi por completo, los diálogos de frases cortísimas que lo  sedujeron cuando escribió “La cocina” (el estilo zigzag o ping pong), y, mejor aún, se aleja del tono solemne que hacía casi intolerable a “Corpus”.  Ha contado para esta obra con dos actores de gran mérito, que por momentos sostienen airosamente la  pieza por encima de la debilidad del texto: Till Silva y Micaela Gatti. Ambos tienen cualidades semejantes: son siempre convincentes, naturales, directos, tienen gracia (lo que Lorca llamaba “ángel”) y un gran don de comunicación. Aún el músico- actor, Leandro de Souza Rocha, está cómodo en la escena, tiene presencia y simpatía  y canta agradablemente. No faltaba casi nada, sólo un  poco mejor anécdota;  pero  sobró mucho  misterio.

Menarquias, de Sebastián Barrios, con Till Silva, Micaela Gatti,  Leandro de Souza Rocha  en Guitarra. Escenografía,  vestuario  y Luces  de Mariana Ferreiro Música de  Leandro de Souza Rocha, dirección  de Sebastián Barrios.En  teatro de La  Candela, Ellauri  308.

Jorge Arias
Jorge Arias es crítico de teatro en exclusividad para el diario "La República", que ha autorizado esta publicación.

ariasjalf@yahoo.com 

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