HOMERAR, de Gabriel Galli, Editorial Estuario, 286 páginas, 2021

El arte – rar de los arqueros zen 
reseña de Jorge Arias

ariasjalf@yahoo.com 

Gabriel Galli entiende con Freud que el inconsciente representa al hombre real y que el hombre consciente es el hombre artificial, producto de estereotipos y convenciones. En “Homerar” hay, no obstante, del lado del hombre consciente, una biblioteca detrás, con por lo menos 89 libros más algunas alusiones dispersas (Marx, Heidegger); hay cine, música y pintura. Pero aún hay una biblioteca por delante, pues el autor exige a su lector un conocimiento, rayano en lo enciclopédico en materia de literatura. La mención de la biblioteca de respaldo opera como una señal de decencia, no como un alarde de erudición; el autor muestra sus fuentes, las obras de arte que movieron su psiquis hasta llegar a este libro.

Galli se siente incapaz o indigno de corregir a su fuente Castalia o su pozo Kalikoros y su lema es “somos visitados por genios. Y estamos habitados por dioses” y, por lo tanto, “He de poner el rumbo en manos del azar Este respeto por su psiqueo conduce a resultados dispares. Hay hallazgos, como: “Y la penumbra es una llama que vela por la eternidad” “patria es una madre que se nombra por el padre” “Los dioses” (de la Ilíada) “se presentan como revelaciones de las que puedes dudar con toda confianza. Por más que se disfracen de certeza, el signo que los define es interrogación”. “Las olas desgastan la costa como los problemas la mente de los hombres” “Sin saber, aprendemos a repudiar lo que proviene de nuestra naturaleza”. “Borges nace a la biblioteca de su padre”. En otros momentos sin embargo el autor parece presa de una letanía o salmodia interior, como en las muchas frases que comienzan con “Y.…”; “Y el país de los sueños está próximo a las puertas del sol”. “Y Pi es un número infinitamente raro”. “Y los retazos abandonan las hilachas”, “donde la música lleva al pensamiento.

El supuesto conduce, a veces,  a meras tautologías como: “Cada vez que leemos  a Homero lo hacemos ahora” “La desnudez de  Diógenes es una filosofía de la sinceridad”,  a sinsentidos,  o  quizás estudiadas  incoherencias, como “El  futuro intempestivo  del espíritu  hecho cuerpo se masturba  como un sátiro  de la metrópolis” “la ciencia, la pintura y todas las artes se chuponean y toquetean en la última  fila del cine” “Y“ Leopoldo “ (Bloom;  ambos personajes del “Ulises”  de Joyce) “ceba a Esteban” (Dedalus) “como  si la  yerba le recordara a Gardel” .o  “La etimología del teorema de Pitágoras  se  bifurca entre  la escalera de las reencarnaciones geométricas y esos hilos de seda que recorren  senderos del Este”. Hay además restos de un trabajo que dejó por el camino los restos de un movimiento de la mente, como los datos biográficos, los juegos de palabras, las alusiones cultas. 

El autor, pese a sus muchas lecturas, es amable con el lector, al que, sin embargo, no trata de seducir ni de someter. Tiene una idea muy clara de lo que ha hecho y lo valora, no tanto como la obra maestra que debemos intentar, sino lo que en nuestra pequeña escala humana pudimos realizar.

El estilo “stacatto” del libro tiene sus ventajas. La prosa fluye con el ritmo del pulso, y eso le da sensación de vida. No obstante, en “Homerar” nos cuesta encontrar al hombre; nos cuesta encontrar la comunicación de una   una experiencia. Lo sabemos vivaz y mercurial, pero también reticente y opaco, como marcando distancias.

En síntesis, “Homerar” parece un juego; pero en el sentido en que Platón, muy a menudo, parece un juego y hasta un juego de palabras. El autor dispara su intelecto en todas direcciones, pero algo de lógica hay en todo, algo como el arte de los arqueros Zen, que disparan a un blanco que no ven y aciertan.

Si a  veces puede parecer  caprichoso, siempre es ameno, dulcemente provocativo, nunca es vulgar y  pese a sus conocimientos, que muestra,  no  se  complace en ellos.  Le sirven, como es natural, de punto de partida, de chispa para su abundante pólvora. Está lejos del “narcisismo transitivo” (que) “hace implosión. Y estalla en un montón de nombres autorales.”

El autor:

Gabriel Galli (La Paz, Canelones, 1958) Docente universitario, comunicador y crítico cultural, en la actualidad también dirige la radio universitaria UniRadio 107.7 FM ( http://uniradio.edu.uy ). De su actividad literaria destacamos los libros Caosmos (Ediciones de Antes, 1997) y Zag (Estuario editora, 2009).

Jorge Arias
ariasjalf@yahoo.com
 

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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