“Bodas de sangre” de Federico García Lorca, en el teatro Sao Pedro de Porto Alegre.
Bodas de sangre: muerte y tranfiguracion
por Jorge Arias

En una crítica del estreno en Madrid (1933) escribió Gerardo Diego: “Bodas de sangre” “…es ya una ópera, un drama lírico…” y añadía la salvedad, o la advertencia, de que la obra “…de puro musical que es, no toleraría el aditamento músico…” Saura y Gadés no se inmutaron y añadieron música, ballet y cinematógrafo; las audaces metáforas de la obra parecen incluir o sugerir la melodía y el canto. Esta deslumbrante puesta en escena de Luciano Alabarse y Luis Paulo Vasconcellos sigue esta línea; y es posible que, a través del lenguaje universal de la música, “Bodas de sangre” rehaga su camino hasta sus orígenes, que están más cerca de la literatura universal, como en el drama de D’Annunzio “La hija de Iorio” (obra que presentó en España Margarita Xirgu y que tomaríamos por una imitación de García Lorca), en cierta escena de “Las troyanas” de Eurípides y en el monólogo final de la madre en “Riders to the sea” de John M. Synge, que en el crimen de Nijar, las cuevas de Guadix y la recia vida del sudeste de Andalucía.

Como sucedía en “Medea”, de Eurípides y en “Morangos mofados” de Caio Fernando Abreu, como sucedía con los entremeses en el teatro clásico español y con el teatro francés de la época de Molière, Luciano Alabarse comienza con una escena de transición entre la naturalidad de la calle y el necesario artificio de las tablas; entre lo improvisado y un libreto. Nos presenta una clase de baile flamenco, en marcha una media hora antes del comienzo oficial de “Bodas de sangre”. Es una “clase” sui generis, con bailarinas profesionales como maestras y los actores como alumnos; la música es ejecutad al piano por el mismo García Lorca acompañando a la voz y las castañuelas de “La Argentinita”, mientras en una pantalla se proyecta parte de un filme sobre el poeta. 

También en la línea de Saura y Gadés, la escenografía (Sylvia Moreira) reduce los ambientes y los colores, prolijamente indicados por García Lorca en el texto, a diversos telones que podrían recordar los de los cómicos de la legua, salvo la enigmática y premonitoria cruz de flores rojas del tercer cuadro del primer acto, que sucede en la cueva donde viven la novia y su padre. El vestuario, austero pero elegante, de Rô Cortinhas, casi todo en negro y blanco, también contribuye a señalar que todo, o casi todo está confiado a la palabra, al gesto, al canto, a la música y la coreografía; y en todos estos puntos la labor de Alabarse y Vasconcellos alcanza la excelencia Las muy varias escenas tienen en común un armado y una resolución impecables y un peso en la escena a la vez dinámico y de belleza plástica. El conjunto fue de un gran espectáculo; pero se oyó también la voz crítica del autor y su mensaje, casi desesperado, denunciando, como más tarde en “La casa de Bernarda Alba” la opresión social y los estragos de la familia autoritaria, que disuelve a hombres y mujeres en sus funciones jerárquicas, en trabajadores y órganos de reproducción; al punto de que en “Bodas de sangre” sólo uno de los personajes, Leonardo, el único que atenta contra el orden social y desencadena a los demonios, tiene nombre.

En la actuación Sandra Dani estuvo conmovedora y temible en el papel de la Madre, en particular en la brillante escena en que se enfrenta a su nuera (Sissi Venturin) luego de consumada la tragedia. En su monólogo final, con las imágenes del cuchillito “que penetra fino/por las carnes asombradas/y que se para en el sitio/donde tiembla enmarañada/la oscura raíz del grito”, su Madre campesina, sin desmedro de sus cualidades y defectos, alcanza al autor y habla en su fulgurante idioma; pero igual nos convence. Marcelo Adams, como Leonardo, estuvo a la altura de sus mejores interpretaciones (“Edipo”, “O homen e a mancha”, “Morangos mofados”). Muy destacables fueron el ascenso de Fabrizio Gorziza como el Novio, la sólida y emocionante actuación de Vika Schabbach como la mujer de Leonardo, las de Ida Celina y Mauro Soares como La Muerte y el Padre, respectivamente, la graciosa viñeta, propia de la picaresca española, de Margarida Leoni Peixoto como la Criada, la elegante Luna de Fernando Zugno…deberíamos nombrar a todos, porque la aplicación, la seriedad profesional y el entusiasmo por la obra es mérito de todo el elenco.

BODAS DE SANGRE, de Federico García Lorca, con Sandra Dani, Marcelo Adams, Sissi Venturin, Fabrizio Gorziza, Vika Schabbach, Ida Celina, Mauro Soares, Margarida Leoni Peixoto, Lurdes Eloy, Fernando Zugno, Rita Maurício, Carolina Ramos, Caína Oliveira Giordani, Luisa Herter, Thales de Oliveira y Eduardo Steinmetz; bailarinas María Teresa Costa de Montoya y Leticia Balle. Escenografía de Sylvia Moreira, vestuario de Rô Cortinhas, iluminación de Maurício Moura y Claudia de Bem, banda sonora de Moyses Lopes, dirección de Luciano Alabarse y Luis Paulo Vasconcellos. Estreno del 27 de mayo, teatro Sao Pedro, Porto Alegre.

 

Jorge Arias
Jorge Arias es crítico de teatro en exclusividad para el diario "La República", que ha autorizado esta publicación. 

La República - 5 de junio de 2010

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