Imbricaciones entre diaristas,
Alejandra Pizarnik y el diario íntimo de
Franz Kafka Universidad Autónoma de Bucaramanga |
Resumen: La ponencia pretende, en la revisión de algunos presupuestos críticos sobre los diarios de escritor, develar cómo la lectura del diario de Kafka influye la construcción del personaje diarista de Alejandra Pizarnik. La poeta argentina lectora de Kafka diarista y de Kafka novelista decide construirse como figura del artista kafkiano hasta ser el ideal de artista que el mismo Kafka no puede realizar. La transformación de la diarista en un personaje literario pone en tensión nociones canónicas sobre los usos y las formas de la escritura diarística además señala un giro en la escritura autobiográfica latinoamericana, donde Pizarnik se eleva como una de sus más altas exponentes. Palabras clave: Diario íntimo - Autofiguración - Personaje - Pizarnik - Kafka Abstract: The paper aims to, in the review of some critics budgets on the writer’s diaries, to reveal the reading of Kafka's diary influence the construction of the diarist character of Alejandra Pizarnik. The poet argentina reader of Kafka diarist and Kafka's novelist decided to build her as a figure of Kafka's artist to be the ideal of artist who cannot perform the same Kafka. The transformation of the diarist in a literary character puts in voltage canonical notions on the uses and forms of writing diaristica also notes a turn in the latin american autobiographical writing, where Pizarnik rises as one of the highest exponents. Keywords: Diary - Character - Pizarnik - Kafka En uno de los textos de Una posibilidad de vida. Escrituras íntimas Alberto Giordano afirma: Una de las formas que suelen tomar los inevitables gestos de autorreflexión que puntúan la escritura del diario es la de la referencia a la labor de otros diaristas. Casi no hay escritor de diarios que no haya sido, desde su adolescencia, un apasionado lector del género, y que no continúe siéndolo mientras anota en sus cuadernos privados el residuo de cada día (2006:140). Alejandra Pizarnik no es la excepción a la afirmación de Giordano, ella es una lectora acérrima de diarios, sobretodo de diarios de escritor. En algunas de sus entradas quedan consignadas críticas fugaces, identificaciones ingenuas con estos textos, incluso la lectura de los mismos la interroga y detona entradas luminosas como cuando termina el diario de Mansfield: "He terminado de leer el diario de K.M. Me pregunto una sola cosa: ¿tengo vocación literaria? (...) (2003:65)” Además de provocar este tipo de interrogantes, la lectura diarios específicos provoca en Pizarnik operaciones de autofiguración que contribuyen notablemente en la fabricación de su personaje diarista; ahora mismo nos referimos al diario y al personaje diarista de Franz Kafka. Escribir con luz En 1998 Galaxia Gutenberg publica Franz Kafka, imágenes de una vida un libro de Klaus Wagenbach, editor alemán, que compila la más completa colección de fotografías del escritor praguense. Las fotografías con amigos, con familiares; los lugares que recorrió, las mujeres que amó sin duda son fuente de satisfacción de la curiosidad para quienes nos gusta acompañar la lectura de literatura con datos biográficos en una búsqueda -ahora "consciente”- sin nombre. Cabeza ligeramente girada hacia la derecha, orejas prominentes, ojos oscurecidos por la saliente de las cejas, cabello corto peinado a la mitad, boca delgada y un gesto de tensión como quien aprieta los dientes. En la imagen del pasaporte -tomada entre 1915 y 1916- como en buena parte de las fotos en las que el escritor no posa sonriente junto a alguien, la mirada está totalmente perdida. En "el día del juicio” Giorgio Agamben habla de dos características de las fotografías que lo maravillan: el poder del gesto y la exigencia. El gesto del fotógrafo de ver siempre lo que se repite no obstante el hecho fotografiado y la exigencia del rostro de la persona fotografiada que parece pedir no ser olvidado. No nos interesa quién hizo los retratos, pero sí el gesto del retratado que se repite, no obstante el momento de su vida, y que bien podríamos decir que se trata de un hombre que tiene impresa en su cuerpo, como en La colonia penitenciaria, su propia condena. Quizá después de posar solo para alguno de sus retratos el niño, el joven o el adulto Kafka saliera riendo de la situación, haciendo gala de su encanto para manejarse en sus círculos de amigos; pero, siguiendo a Agamben, como en toda fotografía lo real, que está a punto de perderse vuelve a ser posible, el gesto del escritor y su condena queda congelado, podemos verlo por un momento. La época del Boulevard du Temple había quedado atrás hace algunos años dejando la huella de la figura humana congelada para la posteridad. Tomar una fotografía demoraba varios minutos en ese entonces; la quietud era fundamental para que la cámara y el fotógrafo escribieran con luz. Difícil pensar ahora -siglo XXI- cuando las cámaras largan varios disparos en un solo minuto, en las sensaciones y en la disposición del cuerpo del retratado. El gesto del rostro de Kafka en su pasaporte no nos habría llamado la atención de no ser porque es un gesto que se repite varias veces cuando debe posar solo. Mirar a otro lado así parezca de frente, en una muestra de desinterés y de timidez, tener el cuerpo en pose frente a un tercero, tal vez desconocido, era el precio para que su cuerpo se escribiera con luz y ya no fuera olvidado. Hay un gesto en el rostro, en su cuerpo, tan marcado por los procedimientos de escritura. Ahora nos preguntamos, ¿Hay un gesto repetitivo en sus Diarios? Si para que su cuerpo fuera escrito tuvo al retratista, ¿el diario podría ser otro observador, esta vez, omnipresente? ¿Podemos encontrar en un diario íntimo los rastros de un cuerpo que sólo quiere ser literatura? Todo esto para preguntarnos por el gesto. El gesto como algo que pasa en el rostro del retratado, el gesto; la presencia de Kafka mientras escribe su diario. La manera de poner la vida en juego mientras se la escribe. "Llamamos gesto a aquello que permanece inexpresado en todo acto de expresión, podremos decir entonces, que exactamente igual que el infame, el autor está presente en el texto solamente en un gesto, que hace posible la expresión en la medida misma en que instaura en ella un vacío central”. (Agamben, 2009:87) El gesto del rostro de Kafka que hemos descrito nos hace pensar en el sujeto Kafka; la expresión de su cuerpo, las descripciones del gesto de su cuerpo mientras escribe, lejos del gran número de relatos cotidianos y de las anécdotas, nos inquietan mientras leemos este diario. Uno está junto a la pared, dolorosamente aplastado contra ella, baja con miedo la mirada para ver la mano que lo oprime, y con un dolor nuevo, que hace olvidar el viejo, reconoce su propia mano, crispada, que lo sujeta con una fuerza que nunca tuvo para lo bueno. Uno levanta la cabeza, vuelve a sentir el primer dolor, vuelve a bajar la mirada y no acaba nunca con ese subir y bajar (2006:393) La relación que establece su cuerpo, el cuerpo del escritor, con el cuerpo de sus textos retrasa el hilo de la narración por detenerse en el gesto corporal, por ejemplo el gesto de subir y bajar la mirada mientras se está escribiendo. En 1914 Kafka comienza a trabajar en un relato que concentra el argumento en una máquina de escribir que tortura, que le inscribe en el cuerpo a los condenados una sentencia que sólo llegan a conocer en la agonía. El cuerpo del condenado es atado desnudo, boca abajo y sobre él se escribe la disposición que violó. "Por ejemplo, las palabras inscritas sobre el cuerpo de este condenado -y el oficial señaló al individuo- serán: Honra a tus superiores” (1995:33). Dejar el cuerpo en el diario además de esos desvíos que señalamos, implica anotar dolencias, enfermedades, transformaciones, envolver la relación de su cuerpo con él mismo. Incluso la enunciación de sus angustias e imposibilidades: "El coito, castigo de la dicha de estar juntos. La única posibilidad para mí de soportar el matrimonio es vivir de la forma más ascética posible, de forma más ascética que un soltero. Pero ¿y ella?”. (Diarios, 2006: 303). El diario en el caso de Kafka es el doble de su cuerpo. El diarista cuando escribe una entrada re-crea, vivencias con el cuerpo, pasa a exponer también los acontecimientos que vive con su escritura y en pequeños momentos, como destellos, a convertirlos en gestos. Esta necesidad que siento, casi siempre que tengo bien el estómago, de amontonar en mí imágenes de tremendas hazañas alimenticias. Satisfago esta necesidad especialmente delante de las charcuterías. Cuando veo una salchicha con una etiqueta que indica que es una salchicha casera, rancia, endurecida, en mi imaginación la muerdo con toda mi dentadura y me la trago deprisa, a intervalos regulares y sin reparos, como una máquina. La desesperación que inmediatamente causa ese acto incluso en mi imaginación incrementa la prisa. Me meto en la boca las largas chuletas y, sin masticarlas, me las saco por detrás, desgarrándome el estómago y los intestinos. (...) Con ello no solo gozo de mi buen estado de salud, sino también de un sufrimiento que no causa dolor y se pasa enseguida. (2006:138). En la entrada del diario Kafka es capaz de experimentar o re-vivir lo que le pasa a su propio cuerpo mediante la escritura. El sujeto como anfitrión de su cuerpo así como el diario, recibe citas de otros escritores, acontecimientos cotidianos, intentos de imponerse rutinas, en ellos Kafka diarista se reconoce y así compone su autorretrato. Cada vez que algo pasa con su cuerpo -valga aclarar que es un cuerpo y una vida totalmente volcada hacia la literatura-Kafka crea una imagen en su diario, imágenes hiperbólicas generalmente, como en la cita anterior. Los sentimientos del escritor hacia sí mismo descritos en las entradas son en esencia la consecuencia de un evento con su cuerpo. "Al tacto el pabellón de mi oreja se notaba fresco, áspero, frío y jugoso, como una hoja de árbol. Esto lo escribo, con toda seguridad, por desesperación con mi cuerpo y con mi futuro con este cuerpo” (2006:29). Dichas descripciones están encaminadas a crear una realidad que pueda ser vista. Das schreiben. Escribirás y escribirás ¿Para qué un escritor diarista lee el diario de otro escritor diarista que a su vez leyó el diario de otro escritor diarista? Cuando dijimos que Pizarnik tenía el diario de Kafka como libro de cabecera, recordamos que también Kafka leyó con devoción el diario de Flaubert. Entre las particularidades de cada escritor resaltan, las "características” de los escritores diaristas; quienes muchas veces hacen el ejercicio de escribir la vida en lugar de vivirla. En la narración de esos gestos físicos en los que nos detuvimos al inicio de este texto está el sujeto diarista. Podemos decir que cuando leemos diarios como los de Kafka y los de Pizarnik quedamos pensando que a los cuerpos de estos escritores no les pasa nada antes de que escriban que les está pasando algo. 8 y 1/2 horas. Mi cuerpo no quiere levantarse, sino seguir durmiendo. Entreabro los ojos, aspirando los objetos de la habitación. Los cierro de nuevo, suspirando. ¡Cuántas cosas pierdo! ¡Cuántas sensaciones, vivencias, aprendizajes! ¡Todo por morir un poco más! ¡Todo por vivir menos, en ésta, mi dolorosa e irreal realidad” (2003:18) Muchas de las cosas que describen, las terribles deformaciones son los efectos de lo que ocurre con el cuerpo cuando intenta pero no escribe, es decir, sólo son, sólo existen en el diario: "¿qué eres tú? Miseria soy. Tengo dos tablillas atornilladas contra mis sienes” (Kafka, 2006:475). La lectura de un diario canónico como el diario de Kafka -entre otros- es fundamental en el proyecto personal y literario de Alejandra Pizarnik. La intertextualidad planteada en el diario de la poeta argentina en relación con el diario del narrador praguense nos obliga a interrogarnos por la potencia de la lectura de otro diario, por los efectos de la recepción. Los dos tienen herencia judía, que los dos quieren ser literatura, que los dos sufren ante la imposibilidad de la escritura y de la vida. Pizarnik es muy joven cuando llega a este diario. Pero evidentemente esta lectura transforma su proyecto literario. No tenemos certeza de que ella leyó la crítica que apareció en Sur sobre Kafka. Anotaciones de este tipo son escazas en el diario (dada la estructura y concepción del mismo). Al respecto, sabemos que tuvo relación con un importante centro de Vanguardia de la época, la casa de Girondo y Lange, allí pudo hablar, escuchar sobre esos temas porque acudían algunos colaboradores de Sur: Acerca de cómo llegó Alejandra a la casa de la calle Suipacha, hay dudas justificables a partir de las trampas que la memoria siempre nos tiende. Porque, por un lado, Bajarlía, en el testimonio que cité, afirma haber sido quien se la presentó a Girondo y la llevó a su casa por primera vez, en 1954 o 1955, mientras que Olga Orozco, habitual frecuentadora del lugar y amiga íntima de Norah, cree haberlo hecho alrededor de 1956 o 1957. (Piña, 2005:52). La lectura que vinculaba hombre-artista-personaje cercana a los retratos de Mallea como señala Podlubne: "el retrato de Kafka se organiza como un recorrido por las distintas etapas de su vida, a partir de la selección de algunos datos biográficos significativos y de la interpretación autobiográfica de gran parte de su obra” (2005:124) es muy útil para pensar a Pizarnik como lectora de este diario; no porque su lectura fuera ingenua e hiciera una vinculación directa, sin preguntas entre vida y obra, ni porque tengamos la certeza de que la poeta conoció la recepción que le dio la crítica a esta obra; en su recepción no hay ingenuidad, hay deseo de formación, de proyecto y allí Kafka es determinante. Hay dos pistas desde las cuales hacemos, por ahora, la lectura de la influencia del diario de Kafka en el diario de Pizarnik. Primero, influida por esta lectura, la joven poeta entiende que el diario puede formar la imagen de un artista personaje. Pizarnik lectora de Kafka diarista y de Kafka novelista decide construirse como figura del artista kafkiano. Evidentemente Pizarnik en su diario es el ideal del artista kafkiano que el mismo Kafka no puede realizar, Pizarnik es más parecida a Kafka que el mismo Kafka. "Dentro de mí se ha formado un tribunal que juzga -sin apoyo en ley alguna- mi existencia desde la antigüedad hasta nuestros días” (Pizarnik, 2003:87). La segunda pista desprende de la primera; una vez que se comienza a construir su personaje con características Kafkianas, la influencia más fuerte de todas las posibles es la vinculación cuerpo-escritura. "Las diez, 15 de noviembre de 1910. No dejaré que me asalte el cansancio. Penetraré de un salto en mi narración aunque me llene la cara de cortes” (Kafka, 2006:52) Las imágenes de transformación del cuerpo por efecto de la escritura son una constante en los dos diarios, "Siempre el bicho. La poesía. Una muchacha mordida y un aullido que quiere trascenderse y ser lo más universal posible. (Pizarnik, 2003:84). El ideal no cumplido y deformado en condena, la angustia de la vida y la escritura juntas es evidente, fuerte, en los dos diarios. Inventar una nueva forma de vida es posible, lo vemos en el diario de Pizarnik que como alumna de Kafka hace un perfecto taller de escritura literaria o de cómo vivir. Como hemos señalado, la creación del personaje diarista es el primer paso -y el más importante- en el caso de la poeta argentina, para acceder a la creación de una obra. Los dos diarios comienzan con la descripción de un hecho cualquiera. Kafka se detiene en el cuerpo de los espectadores que ven pasar el tren; Pizarnik re crea un diálogo, cita y comienza su autofiguración, la poeta angustiada, quebrada en el diván y la desesperanza de saberse ajena del mundo, diferente, en medio de hechos cotidianos como dar un paseo por una librería. Lunes, 16. Es como si me hubieran amputado la sangre. Alzarse en la noche con un puñal en la mano y devastar el país de los sueños. De aquellos sueños divorciados de la realidad (...) ¿posibilidades de vivir? Sí, hay una. Es una hoja en blanco, es despeñarme sobre el papel, es salir fuera de mí misma y viajar en una hoja en blanco. (Pizarnik, 2003:95) La poeta recibe la condena de la escritura. La escritura del diario de Pizarnik crea en cada entrada a su personaje, y notamos que poco a poco se va disolviendo un cuerpo, que es descrito con el paso de los años con ahínco como un cuerpo destrozado. La transformación como efecto de la imposibilidad de escribir en Kafka, su identificación con criaturas monstruosas y débiles es heredada por Pizarnik. "Si hablo tanto de mi cuerpo y si tanto medito en él es porque no hay nada más. Me siento muerta, el colmo del objeto.” (2003:223) El diario se convierte en el dispositivo de creación de un cuerpo imposible, verdadero, las metáforas de deformación abundan, el cuerpo se deforma cuando escribe y cuando no. También vi algo de Much, que asocio fuertemente con Kafka. Esos rostros vacíos a causa de un miedo paralizador, avanzando por una avenida transitada por seres, sombras, cuerpos sin caras. Esos rostros fijos, <<con el miedo pegado a la piel como una máscara de cera>>. Lo más impresionante es la perfección fúnebre de su vestimenta. (Pizarnik, 2003:169) Escribirás y escribirás es la condena impresa en el cuerpo de Pizarnik, en el cuerpo de su diario; he ahí el primer paso de la construcción de ella como sujeto literario, un primer paso que gotea restos de huella kafkiana. Bibliografía Agamben, Giorgio. (2009) "el día del juicio”. En: Profanaciones. Buenos Aires: Adriana Hidalgo. Cueto, Sergio (2008). Kafka y el arte diario. Boletín/ 13-14 del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria. Rosario: UNR Kafka, Franz. (2006). Diarios. Traducción de Joan Parra y Andrés Sánchez Pascual, Prólogo de Jordi Llovet. Barcelona: Lumen. Piña, Cristina. (2005). Alejandra Pizarnik, una biografía. Buenos Aires: Corregidor. Pizarnik, Alejandra. (2003). Diarios. Edición de Anna Becciu. Barcelona: Lumen. Podlubne, Judith. (2005) "Lecturas cruzadas en la revista Sur. Mallea y Borges sobre Kafka y Chesterton”, Anclajes, n° 9, pp. 119-139. Wagenbach, Klaus (1998). Kafka, Imágenes de una vida. Barcelona: Galaxia Gutenberg. Yelin, Julieta. (2011). "Las dos orillas de Kafka”. Prólogo. Kafka en las dos orillas. Antología de la recepción crítica hispanoamericana (1927-2010), en proceso de edición y publicación. [1] Carolina Romero Saavedra es Licenciada en Español y Literatura por la Universidad Industrial de Santander (Colombia), Mágister en Literatura Argentina por la Universidad Nacional de Rosario (Argentina). Es Profesora de tiempo completo de la Facultad de Comunicación y Artes Audiovisuales de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Actualmente pertenece al grupo de investigación Transdisciplinariedad, Cultura y Política de la UNAB y desarrolla un proyecto de investigación sobre crítica literaria en Colombia. |
Expositora Carolina Romero Saavedra1
Universidad Autónoma de Bucaramanga
Publicado, originalmente, en: III Congreso Internacional Cuestiones Críticas ISSN: 1853-1938, 24 al 26 de abril de 2013, Rosario, Argentina.
III Congreso Internacional Cuestiones Críticas Centro de Estudios de Literatura Argentina. Facultad de Humanidades y Artes, UNR
Link: http://www.celarg.org/trabajos/romero_saavedra_carolinacc.pdf
Ver, además:
Alejandra Pizarnik en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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