Marco Denevi y la Sacra Ceremonia de la Escritura: una biografía literaria, de Juan José Delaney. Buenos Aires, Corregidor, 2006. 244 páginas.
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Juan
José Delaney nació en Buenos Aires en 1954. Es profesor de Literatura
Argentina en la Universidad del Salvador. Ha publicado, en distintos
medios, cuentos, ensayos, trabajos de investigación y textos
periodísticos. En 1993, becado por la Fundación Antorchas, participó
del International Writing Program, de la Universidad de IOWA
(Estados Unidos). Es autor de Papeles del desierto (cuentos), Tréboles
del sur (cuentos) y Moira Sullivan (novela). Por el proyecto
para este libro, en 2002 recibió una beca del Fondo Nacional de las
Artes. En esta obra, Delaney biografía a quien es considerado -junto con Borges y Cortázar- uno de los tres mejores cuentistas de nuestro país. El autor plantea su postura acerca de la utilidad de las biografías para comprender mejor una obra literaria: “Respecto de la biografía de un escritor en función de su obra, ahora que las miradas de la crítica se concentran en el texto con exclusión de cualquier borde adyacente, afirmo mi convicción de que el conocimiento de la vida del autor contribuye a alumbrar su escritura; más aún: provee elementos que más allá del texto convalidan el aserto de que para los literatos la pregunta sobre qué es la literatura aparece atada a todos los aspectos de qué es la vida”. En
cuanto a los motivos que lo llevaron a escribirla, afirma Delaney: “Hay
distintas razones por la cuales uno puede emprender la escritura de una
biografía. En este caso, dos fueron los motivos principales: aproximarme
a una ‘vocación’ y, además, examinar los procesos de escritura en
relación con una historia personal y social”. La
evocación se inicia con la referencia a los padres del escritor. Marco
Denevi fue uno de los siete hijos de Valerio Denevi, inmigrante nacido en
Siena, “un italiano que durante el último tercio del siglo XIX, siendo
muy joven, llegó al país con escaso dinero y sin relaciones, a fin de
concentrarse en el negocio de la construcción, para lo cual, poco a poco,
fue adquiriendo tierras en las entonces despobladas y subvaluadas
localidades de Sáenz Peña, Santos Lugares y Villa Lynch, en la provincia
de Buenos Aires”. La madre fue la argentina María Eugenia Buschiazzo,
hija de italianos del norte. El
nombre que adoptaría para escribir remite a sus orígenes: “En
oportunidad de su debut literario, a los treinta y cuatro años, el autor
modificó levemente su nombre: optó por el italiano Marco (usado domésticamente)
en lugar del vernáculo Marcos, y eliminó el Héctor”. |
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Lejos
de ser un rasgo anecdótico, la vivencia de la inmigración será muy
fuerte en Denevi. Con Italia está relacionado –a criterio del biógrafo-
“otro factor autobiográfico que gravitó en su escritura y que
contribuye grandemente a iluminar la afirmación respecto del propio
estilo. Hijo de la inmigración, la lengua y la cultura italianas pesaron,
ciertamente, en su visión de la realidad y en su trabajo”.
Una
italoargentina, su amiga y compañera de trabajo Syria Poletti, se refiere
a la herencia peninsular como uno de los factores que se advierten en la
narrativa del autor y, sobre todo, en su estilo: “La literatura de Marco
Denevi irrumpe y se inserta justo en el momento en que la baraúnda de
voces, llamémoslas bastardas, alcanzando el máximo grado de babilonismo,
debía fundirse en canales lingüísticos idóneos al sentir del nuevo
hombre argentino. Y un hijo de inmigrantes italianos, si quería ser fiel
a la mecánica de su propio pensamiento, si quería mantener adhesión
entre emoción-idea, y palabra, debía abrir cauce a su propia vertiente
expresiva. Eso hizo Denevi, como hijo de inmigrantes, como porteño, como
apasionado del latín, del francés, del italiano. Y del castellano, por
supuesto, idioma de fronteras y aglutinante por tradición. Quiso devolver
–o dar- al idioma de los argentinos, la precisión, el ajuste, la
formulación directa –directa, y no primaria- entre idea y expresión,
escrita y oral”. Mas
no fue la literatura el primer arte que cultivó. El autor de Rosaura a
la diez afirmó: "Genética y educación se confabularon para
hacerme adicto a la música. Mi padre, que nunca exteriorizaba sus
emociones, sólo aflojaba frente a la ópera. Nací y me crié en un hogar
donde se hacía música a diario, donde la música mal llamada culta
formaba parte de la vida cotidiana. Todavía niño, y de la mano de mis
mayores, fui a salas de concierto y al Teatro Colón".
Pero,
llegado el momento, no pudo pensar en la música como una carrera a
seguir: “había sido una posibilidad que seguramente el padre no hubiera
tolerado por su decisión de que los hijos varones fueran a la
Universidad; además ‘eran épocas en que si un muchacho se ponía a
estudiar eso, se volvía casi sospechoso, era una mariconería’. Debió
conformarse con tocar piano ocasionalmente, y de oído”. Denevi
inicia estudios de Derecho, y los abandona habiendo cursado sólo nueve
materias. Cuando,
en 1955, recibió el Premio Kraft “expresó que le hubiera gustado que
su padre viviera ‘para que él presenciara esta travesura’ “. Sin
ningún antecedente literario, Denevi gana un premio de esa envergadura.
De allí en más, las obras se suceden, con éxito algunas, sin éxito
otras, y lo confirman como lo que fue: un autor de indudable valía en el
panorama de las letras argentinas. Delaney,
a quien conocíamos como novelista y cuentista, se aboca a la tarea de
analizar -desde el punto de vista literario, como él señala- la
personalidad de Denevi. Se vale para ello del trato directo, de bibliografía
–mucha de ella proporcionada por el escritor- y de testimonios recabados
por el mismo biógrafo, quien realizó más de un centenar de entrevistas. El
autor conoció al novelista “en 1974, poco después de que la revista Gente
publicara junto a los de Jorge Luis Borges y María Granata su comentario
harto generoso sobre mi primer libro de cuentos”. Lo describe físicamente:
“A sus cincuenta y cuatro años de edad Denevi era un hombre totalmente
canoso, de bigotes negros, rasgos muy definidos, retacón y de mirada
inteligente. Su voz era grave, doctoral, y cuando hablaba sus dichos parecían
el producto de una serie de ensayos ya que no cometía errores de dicción
ni mucho menos de sintaxis o vocabulario. Hablaba como escribía”. Denevi
estuvo al tanto del trabajo del becario: “Cuando en 1986 el ensayo
biobibliográfico me tentó como posibilidad académica, reflexiva y aún
estética, no vacilé en telefonearlo proponiéndole mi proyecto.
Inmediatamente se entusiasmó con la idea. No tardé en frecuentarlo para
entrevistas y para la recepción de libros, papeles, fotografías, tesis,
recortes y toda clase de información. (...) Lástima que, habitualmente,
las conversaciones telefónicas, en las que es más difícil impostar, no
se registren, y que ese recurso intermedio –el correo electrónico- llegó
tarde para mi biografiado”. Logra,
a partir de tantas fuentes, este libro completísimo, en el que se
analizan las obras literarias, se cotejan versiones, se incluyen
fragmentos, se informa acerca de realizaciones teatrales y cinematográficas
(en la Argentina y en el exterior), se enumeran ediciones y
condecoraciones, se corrigen errores. Se resalta la actitud de Denevi como
periodista y su incursión en la literatura infantil, aspecto de su obra,
este último, quizás menos conocido que los anteriores. Se presenta
asimismo la evocación de la personalidad del autor, el entorno en que
vivió y la situación de la Argentina en ese tiempo. Prolijamente
documentado -como lo estuvieron anteriormente los cuentos y la novela-, el
libro de Delaney surge de años de investigación, transmitida con un tono
ameno que hace que el interés del lector no decaiga un instante. “Por más de cuarenta años –señalan los editores- Marco Denevi (1920-1998) ocupó un lugar central en la narrativa argentina. Títulos que van desde la ya clásica Rosaura a las diez hasta Nuestra Señora de la Noche –su última novela–, pasando también por la inolvidable Ceremonia secreta, revelaron una voz original que se expresó en prácticamente todos los géneros, sin excluir guiones para cine y televisión. Esta biografía de Juan José Delaney –rica en documentos, cartas, testimonios y textos inéditos– da cuenta del camino del escritor, su formación, búsquedas, éxitos, fracasos y preocupaciones filosóficas y cívicas, dentro del contexto histórico y literario en que se desarrollaron. En otro sentido, el ensayista examina los procesos de escritura en Denevi e ilumina y valora aspectos soslayados de la producción del escritor como, por ejemplo, su condición de cuentista excepcional. El resultado es un trabajo que interesará no sólo a los admiradores de la obra de Marco Denevi sino también a estudiosos de la escritura en general y de la literatura argentina en particular”. |
Reseña de Lic. María González Rouco
mgonzalezrouco@gmail.com
Editado por el editor de Letras Uruguay
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