El Popol Vuh[1]: fuente estética del realismo mágico de Miguel Ángel Asturias 2]

Ensayo de Jaime Díaz Rozzotto

Deseo saludar con este trabajo la obra extraordinaria, a ratos ignorada, de los hispanistas franceses, consagrados a difundir y engrandecer nuestra cultura desde la tribuna, la cátedra, el periódico, el libro, en areópagos solemnes como el presente o desde la modesta y no menos noble enseñanza del castellano al adolescente de ojos ávidos y potentes esperanzas patrias.

Estoy convencido que el homenaje invocando la obra de Asturias, y a más abundamiento, su realismo mágico, enfatiza lo intransferible de una gran corriente cultural americana que por ello mismo afianza su contenido universal: norma y legado del más puro saber francés.

Con el presente ensayo no pretendo definir al realismo mágico, quiero mostrarlo, desnudarlo en toda su soberbia majestad vital, desentrañando el secreto de su vuelo universal y realidad objetiva, tantos como son que no vacilo en llamarlo un método literario y, si el tiempo no me fuera adverso, veríamos cómo su naturaleza íntima reivindica para él la condición de método estético.

A quienes pudieran sonreír con la facundia latinoamericana les prevengo, cuán lejana está en este caso la hipérbole ditirámbica, con el mágico-hombre-mágico de Clarivigilia Primaveral.

Sin embargo, honrado por las exigencias de la cátedra francesa, juzgo pertinente descender a los infiernos del análisis, adelantando lo que pudiera muy bien llamar la fundamentación de mi osadía.

Más de un equívoco provienen del contenido metafísico adscrito (reiteración del sentido) a los vocablos magia y mágico que suena en los oídos del hombre corriente como religión, mito, lo sobrenatural, produciéndoles cierta desazón que pueda definirse con ellos la medicina del herbolario o la astronomía del astrólogo indígena. Realidad objetiva escondida entre la abundancia de una aprehensión fundamentalmente concreta. La imprevisión de este rasgo noseológico explica la mutilación operada con el hombre alógico o la hipérbole de la ciencia mágica, integral, paralela y premonitoria de la ciencia materialista. Pero como acontece siempre con las disputas antitéticas lo que queda flotando no es despreciable. Así la supresión del hombre primitivo por el pensamiento salvaje dejó firme la razón y su coherencia, el análisis y la deducción lógica y la concreción del conocimiento de los hombres prehistóricos. Aportes valiosísimos enturbiados al no señalar la diferencia existente entre abstracción racional y conocimiento sensible, esencia y particularidad que el pensamiento del salvaje, al no separarlos nítidamente, fija con una pedrería chispeante de imágenes. Porque si al pensamiento del salvaje se le escapan las nociones de árbol, ave, astro, pondera, mide y fija árboles, aves y astros concretos. Y es que el pensamiento mágico refleja por medio de la traslación sensible la esencia de las cosas. El tránsito de la imagen aguda a los conceptos claros y distintos representa la antigüedad filosófica (el conócete a ti mismo) y la ciencia moderna (el discurso del método). En consecuencia, es un despropósito bastante abultado pedirle a un pueblo de cazadores el dominio filosófico de la razón y la abstracción científiconatural; pero indudablemente aísla y domina verdades de atingencia capital para su vida. Una vida no forzosamente estomacal puesto que el régimen de cooperación de las sociedades consanguíneas es algo más que estómago y mucho más que simple diferencia técnica, se trata de una división del trabajo tan rudimentaria que hace indispensable la propiedad colectiva sobre las condiciones de producción. Sin la existencia de la tierra y sus dones como propiedad comunal la vida del salvaje sería imposible; comunidad y naturaleza aparecen tan poco diferenciadas que la individuación no puede concebirse efectivamente, salvo la idealización de las funciones comunales: jefe, consejero, hablador de hombres, recolector de impuestos, etc. A este orden de cosas responde, precisamente, en una sociedad consanguínea el nahual. Se trata del ancestro, del gran abuelo, héroe epónimo, fundador del linaje consanguíneo que en sus etapas más primitivas adopta nombre de animal y que cambia por el héroe epónimo al crecer históricamente.

Correspondiendo a ese contenido social la idealización es muy terrestre. Nada de dioses misteriosos, ultramundanos, primeros principios, puesto que la vida cotidiana les hace enfrentarse a la luz, las sequías, el viento, la tormenta, la selva, el mar, los astros, mezclados a las enfermedades, la victoria, la derrota, la germinación, el ancestro, la progenie. Y, si no fuera prueba suficiente la impenitencia reiterada del salvaje a más de un empecinamiento teológico, bastaría recordar a los animistas y partidarios del totemismo cómo la naturaleza consanguínea de la sociedad tribal le devuelve al nahual toda su importancia histórica, al servir de referencia precisa a la ascendencia gentil. Porque el nahual no tiene nada de alma siendo el detentador de la maternidad o la paternidad tribal. Jaguares, águilas, serpientes, quetzales fueron divisas de sangre, el rostro de las tribus, visibles e imprescindibles al llegar la hora del matrimonio, de la supremacía femenina o masculina, del dominio o dependencia tribal, de la división del trabajo comunal, de la importancia del pasado. Conocer el pasado, referirlo en su proyección de futuro, esto es en su acumulación de saber, dignifica a la comunidad consanguínea, exalta su importancia como derecho a la supervivencia y señorío entre las tribus. Si el modo asiático de producción surgió con el dominio del riego, el poder de los Jefes Eminentes mayas es la culminación de un saber que domeñó el tiempo. A través de las páginas del Popol Vuh uno asiste a las mil vicisitudes que tuvo que sufrir el pueblo quiché para alcanzar tan alto grado de saber y de gobierno. Principiando el relato cuando se "acabaron de medir todos los ángulos del cielo, de la tierra, la cua-drangulación, su medida, la medida de las líneas, en el cielo, en la tierra, en los cuatro ángulos, de los cuatro rincones. .reafirma lo decisivo de un saber encuadrante, matemático que antes, al ser ignorado, deshumanizaba a los hombres dejándolos a merced de las fuerzas ciegas de la naturaleza: el hombre de barro, el de zibak, el recolector de frutos (guacamayo de falso brillo solar), desconocedor del fuego y por eso dio origen a una progenie de hombres ateridos ya se tratara de pescadores (Pez-Tierra) o de desbastadores de montañas (Gigante de la Tierra), vencida por la sapiencia de Maestro Mago y Brujito (comienzo del umbral humano maya) pueblo de cerbataneros, cazador de pájaros, dueño del fuego. Al Maestro Mago le aguardaba una prueba soberana: vencer a Xibalbá, matadores de hombres, dueños del pedernal guerrero, conocedores de una patología asombrosa; a Xibalbá, la diestra jugadora de pelota; a Xibalbá la astuta; a Xibalbá la muerte; a Xibalbá la gobernante sabia. Mientras el pueblo comedor de pájaros asados no logre vencer a Xibalbá seguirá sumiso, obediente, sufrido, doliente, envidioso del reino de la muerte. Vencerlo, liberarse, suplantarlo no dejó de incitar a los hijos y a los nietos del Maestro Mago. El Popol Vuh es minucioso en el relato del aprendizaje de esa progenie que unía a la cerbatana y el fuego el dominio de las artes; aprendizaje del temple guerrero con el juego de la pelota, de la argucia gubernamental con el círculo infernal de las pruebas de jefes. Aun así las perspectivas de la victoria contra Xibalbá no fueron previsibles que con un pacto de alianza. La joven y curiosa Mujer de la Sangre, la adolescente hija de uno de los poderosos de Xibalbá, Reúne Sangre, quiso conocer la sabiduría del Maestro Mago, plantado como un árbol entre las garras del amo, siendo fecundada de palabra y cuerpo por la sabiduría mágica. De esta fusión (unidad del arte con la ciencia del gobierno y de la guerra) nació un pueblo mejor integrado (atléticos artistas sabios) capaz de dar caza a los animales como los hombres de Xibalbá; fueron dueños igualmente de las lanzas de pedernal. Esta fue la progenie de las tribus del Maestro Mago unidas en sangre con las de la Mujer de la Sangre. Ella se integra al seno de la gran abuela del Maestro Mago porque entre éstos aún privaba el matriarcado, siendo su progenie la llamada a dirigir la tribu, permitiéndole además de ser como una especie de caballo de Troya entre las gentes de Xibalbá. El momento esperado había llegado. Sorprendieron por su habilidad en el juego de la pelota, llenaron de inquietud a los matadores de hombres al demostrarles que dominaban todas sus argucias infernales, hasta subyugarlos con el secreto de su arte maravilloso en una danza que embebidos les fue dable cazarlos. Así se impuso el saber de la ciencia mágica a la de la muerte. Liberados de este tutelaje lograron atrapar en el cuadrángulo del cielo el secreto de la luz. Astrónomos potentes el último hallazgo maya está a las puertas: las mazorcas blancas y amarillas, la hibridación del maíz, sustento, nutrición, sangre del hombre maya. ¡Han nacido los hombres de maíz! ¡Han llegado al país de la abundancia! Cumplido está el ciclo prodigioso que fundió los cuatro rincones de la tierra a los del cielo. El tic tac del tiempo se esculpe en las estelas. De ahora en adelante los hombres de maíz son hijos de varón. No nos extrañe esta afirmación del Popol Vuh. Ahora mismo entre los chamulas, cuando la cosecha es mala se pasa del patriarcado al matriarcado, variando automáticamente cuando ella es buena. Y estos hijos de varones

acabaron de conocerlo todo, de mirar a las cuatro esquinas, a los cuatro ángulos, en el cielo, en la tierra —como dice el Popol Vuh.

De la mano, agricultura y astronomía el hombre maya diseca en una carcajada de ufanía su temor ancestral a la selva y a las fieras, con la luz del sol en sus alforjas se impone una nueva forma de gobierno, cada vez más soberana, más distante del remoto Xibalbá y no por esto menos sabia y cruel. Una ciencia y un gobierno más altos, creciendo a la par en sabiduría y dominio. Con la abundancia del maíz el secreto de la luz agrega al conocimiento de la luna y el sol, la de la Luna-Sol o sea Venus, elevando la categoría de los Jefes Eminentes, de los guardianes de las tribus sojuzgadas, en prosapia, varones fundadores, testiculares del linaje. Ellos serán de ahora en adelante los primeros, sus cargos representarán el gobierno de las tribus federadas de tal manera que presagia incuestionablemente el nacimiento del estado quiche.

Hasta aquí la almendra histórica, la semilla, de ese fruto coloreado que es el pensamiento mágico del Popol Vuh. De lo vivido se eleva el fenómeno —entremezclado lo natural con lo social (rayos, lluvia, germinación, consejo)— que precisa ser dominado, explicándose previamente con lo conocido (no hay fenómeno natural o social que no celebre consejo) antes de fijar lo nuevo como en el caso de Venus llamada Luna-Sol. Esta forma del pensamiento mágico es de suyo metafórica, porque a la dinámica de una deducción concreta se une una práctica histórica donde el individuo no tiene cabida. Hicimos la salvedad con la idealización del cargo tribal, recogido justamente por el abate Brasseur de Bourbourg al señalar, en su notable Gramática de la Lengua Quiche, cómo en el Popol Vuh, al igual que en otros documentos antiguos, el término mam (abuelo) común y corriente, no se emplea nunca, hubiese sido un anacronismo, y en cambio le llama mamaxel con la acepción precisa de abuelo epónimo. De allí que al lado de Luna-Sol en el dominio astronómico tengamos el gran abuelo de la historia quiché. Un personaje gens, fratia, tribu. Vimos al resumir el contenido histórico del Popol Vuh cómo cambia este personaje al unísono con la actividad tribal predominante, produciéndose un desfile de hombres metamorfoseados en tierra, plantas, animales, brujos, jefes. Y aquella parte del pasado donde el hablador de hombres no logra penetrar lo explica con la función biológica (engendradores, procreadores...), el fenómeno natural (rayo, lluvia, tierra, mar), la actividad comunal (comedores de nances, pescadores de cangrejos...), el cargo gubernamental (consejo de brujos, de animales, etc.), conocidos de tribu.

Esta metáfora mágica (hay quienes la llaman con mucha propiedad verdad poética) obligadamente tiene un lado de verdad y otro de mentira, captar la primera desechando el engaño es la función del gran mago. Así, por ejemplo, con el guacamayo de las plumas rutilantes uno se puede engolosinar con el símbolo del sol y dejar de lado su verdad más honda, la falta de fuego, un estadio histórico vital para la vida del hombre tribal. Se le puede, en consecuencia, desvirtuar de su esencia consanguínea a la serpiente emplumada, lejano ancestro nahuatle y maya, con el anodino nombre de dios. Excluyendo los anacronismos metafísicos la volubilidad de la metáfora mágica responde al carácter traslativo de su abstracción.

Siendo un saber traslativo el de la magia se asienta vigorosamente en la práctica y en la observación. Es decir, le pertenecen el análisis y la verificación de lo analizado; pero si por la naturaleza del fenómeno observado la repetición es problemática (el caso del azar) o se hace del todo imposible (la historia) el mago se aferra al ensayo, escenifica la vida, en un anticipo de laboratorio y de escuela, adiestrándose en el juego a la pelota, en la danza, con la música, el teatro, con el conjuro. Menudean, por supuesto, las trampas llamadas a poner en evidencia el linaje del contrincante, su saber para gobernar a los hombres cercados por la naturaleza.

La palabra con la verdad y su prueba forman el trípode del saber mágico. No podía ser de otra manera debido a que la palabra es el vehículo material del pensamiento. Conocidas las características gramaticales del idioma quichéaglutinante, polisilábico, verbal, no trascendental, poblado de afijos y sufijos oracionales, el valor literario del Popol Vuh lo encierra la novedad de lo traslativo, la creación metafórica: guacamayos yertos, relámpagos de sangre, peces cavernarios, ratas alcahuetas, pájaros mártires, apuntando situaciones históricas muy concretas, el pico del fisirrostro o la cola del ratón. Es la novedad del mundo humano hecho con las cosas del mundo. Hecho singular que abarca de la metáfora al cohete interplanetario. Y, en cuanto a la metáfora, es cosa conocida de romanceros y poetas. Trátese, en efecto, de la traslación más o menos culta. La novedad añeja del Popol Vuh guarda subyacente una teoría sicológica de gran portada. No me refiero evidentemente a su deliciosa taumaturgia, irónico mendaz, revelada magistralmente cuando menos lo esperábamos. Revelar mitos es también un cometido de la vitalidad del pensamiento mágico. Destruido el desplante, la falsa metáfora, la palabra hiere al margen de su propio significado, debido a ese "sistema de conexiones y reacciones engendradas por la palabra como estímulo" o sea de la palabra como un reflejo aprendido y no innato, vínculo entre el individuo y sus condiciones de existencia. ¿Quién no recuerda a Proust yendo a la búsqueda del tiempo perdido con el sabor de la magdalena remojada en té? ¿Y cuántos no conocen del poder evocador de la palabra sola, desprendida de su tronco idiomático, reviviendo tiempos y hechos mucho más remotos que el tiempo de Proust? Absolutamente todos. Entonces téngase por sabido cuál es la magia de la palabra sola, del tam tam del teponaste, del ritmo de la danza, de la mímica del teatro, el hechizo del color y la forma.

"Con la palabra, todo. Fuera de la palabra, nada” —nos dice Asturias recogiendo el legado del salivazo mágico:

Tal como pasa con los hijos que vienen, así he hecho contigo. Sube pues a la tierra sin morir. Que en ti penetre mi palabra (p. 48).

Y la palabra le caló tan hondo que hizo de ella, por primera vez en América, una literatura de valor universal. Las dimensiones de su obra y el caudal crítico nos impiden revisarla detalladamente en esta ocasión, contentándonos mejor con una visión de conjunto que ponga en evidencia las características del realismo mágico. Este ambicioso propósito me lo ha facilitado el propio Miguel Angel Asturias confiándome en exclusiva, apenas en cinco cuartillas apretadas, palpitantes todavía de correcciones manuscritas, su versión crítica sobre arte y magia, es decir, la magia creadora:

A lo solar, a lo exterior, se une, en la magia, para mí, ese interno movimiento de las cosas que despiertan solas, y solas existen aisladas y en relación con todo lo que les rodea.

Nadie mejor que Asturias, acostumbrado a pensar en metáforas, podría habernos hecho una aproximación tan justa del movimiento autónomo de las cosas, atisbado, penetrado, por lo mágico de la metáfora. Porque la magia no se produce a solas con el hombre ni a solas con el mundo. No es tierra tierra ni sol sol. A la tierra y luz del mundo se viene a unir el trabajo del artista, del jicarero, del picapedrero. . . la creación artística.

"Es decir —continúa Asturias— que el barro convertido en un cacharro artístico, ya lleva en sí una forma nueva, una mentira, para Canina (la miopía creadora), porque es parte de ese mundo que no existe en realidad, y que sí existe en realidad”; se trata de ver cosas que no son, de oir cosas que no son, de sentir cosas que no son, que no son para quien juzga a la magia diabólica como aconteció con los conquistadores que llamaron fastos de Satanás muchas de las mejores manifestaciones de la cultura indígena. Pero si al mundo natural se le priva de sus encantadores, como sueñan los Caninas de siempre, surge la "orfandad del espejo”. Falta el ojo que percibe el imán de las cosas: color, sonido, forma escondidos. Habla del sueño emanado de la realidad y no porque a la naturaleza le falte belleza:

La belleza existe en la naturaleza. Es la música de los pájaros, es el color de las plumas, son las formas de sus costas marinas y de sus montes caprichosos. . . Todo existía, sí, pero no era mágico, no estaba al servicio humano, no tenía relación con el hombre, en el sentido en que esta relación se hace paternidad, es decir, se hace umbilicalidad, se hace hija o hijo del que la crea, sostiene y disfruta.

Definida en estos términos las proyecciones de la magia creadora agrega en el pináculo a la palabra: . .mar océano, sonido, proyección interna, relación con las palabras cercanas, lejanas, derivaciones, estribaciones, transmutaciones. . .” He aquí la dimensión de la palabra como estímulo reflejo: "el canto que está allí, y más allá de las palabras”. Palabras incidiendo en la siquis humana como proyecciones derivadas, trasmutadas de palabras cercanas y lejanas. A este enigma de la palabra, equidistante de la razón y de la sensación, Asturias le gusta llamarlo tono, lo ve ligado al "sonido de la palabra”, al "solo canto de la palabra”.

Hasta aquí mi infidelidad a lo confiado por Asturias a propósito de Clarivigilia Primaveral. Permítaseme agregar ahora la sinopsis del realismo mágico como método.

A la cabeza va la metáfora dilatada con la saeta de la palabra, pulida con las galas del surrealismo, el impresionismo, el cubismo y otros engastes franceses. Con la palabra metáfora reflejo la descripción cede el puesto a la animación, se insinúa, se muestra, se anima en vez de definir; bifurcando, trifurcando, en el diálogo el pasado, el presente y el futuro con personajes magnificados: no el dictador y sí la dictadura, más la raza de Ilóm que Gaspar. El hilo conductor, la trama, es lo histórico del hecho social no copiado sectariamente, aislado en su rasgo más penetrante: la dictadura corrosiva y corroyente, la evolución de la resistencia indígena al acoso ladino, el desgaste de "La Platanera” a favor de la conciencia del pueblo oprimido en la trilogía bananera y el entremés dramático de Week End en Guatemala, etc.

A la vera de la verdad social centelleante de imágenes mágicas discurre la fe en la inevitabilidad histórica, elevada a la categoría de destino, capaz de castigar al opresor omnipotente o jugarle malas pasadas al bondadoso. Una semi-religión panteísta que además de fustigar las inconsecuencias farisaicas se solaza en demostrar que el mito no es otra cosa que el delirio, la borrachera, el más pagano de los delirios, sin despreciar la variada gama sicopática del individuo moderno.

Clarivigilia Primaveral señala como meta suprema de la magia la integración de las artes en la comunidad de la novedad creadora y en el sortilegio del tono.

por Jaime Diaz Rozzotto

 

Publicado, originalmente, en: Cuadernos Americanos Año XXXIV 4 Julio-Agosto 1975

Cuadernos Americanos es editado por la Universidad Nacional Autónoma de México / Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe
Link del texto: http://www.cialc.unam.mx/ca/CuadernosAmericanos.1975.4/CuadernosAmericanos.1975.4.pdf


[1]Ver, además:

El libro del génesis del Popol Vuh, por Hyalmar Blixen (Uruguay)

Las edades del mundo segun el Popol Vuh, por Hyalmar Blixen (Uruguay)

El Popol Vuh , libro sapiencial de los mayas, por Hyalmar Blixen (Uruguay)

[2] Miguel Ángel Asturias en Letras Uruguay

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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