El Popol Vuh, libro sapiencial de los mayas
por Hyalmar Blixen

Los mayas escribieron en el Popol Vuh y en otros libros de carácter nacional y sagrado, sus antiguas tradiciones cosmogónicas e históricas, así como también sus ritos y costumbres e impregnaron esa obra de los caracteres típicos de su cultura; esos libros empiezan hoy a ser estudiados a la luz de los modernos métodos de investigación y causan asombro a los críticos así como al público curioso que día a día los lee con más interés.

Casi todos los autores están de acuerdo con dividir el proceso de la cultura maya en dos grandes períodos: antiguo y nuevo imperio. Sin embargo la expresión "imperio" es bastante defectuosa, ya que los mayas no tenían una organización imperial, sino que se agrupaban en ciudades más o menos libres en aspiraciones de ciudades, o mismo en pequeños reinos; no obstante, hecha esta salvedad, puede usarse dicha terminología.

Los quichés constituyeron un pueblo cuya dominación se extendió más o menos sobre los territorios de la actual Guatemala. Eran de procedencia maya y hablaban  un dialecto de ese idioma. Según sus leyendas, los quichés junto con otras naciones hermanas, emigraron hacia el Sur, saliendo de una ciudad llamada Tulán; esta ciudad era tolteca, y en realidad hay fundamento para admitir, por ésta y por otras razones, una relación entre los pueblos mayas por un lado y los nahuas de México central por el otro. Se calcula que la migración quiché se produce en el siglo VII (d. J.C.); pero ya entonces no constituía ese pueblo una nación bárbara, sino de alto nivel cultural. Sus sacerdotes y  reyes traían consigo, durante su desplazamiento hacia el sur, libros sapienciales, uno de los cuales fue sin duda el Popol Vuh -aunque a su texto original se agregaron luego relatos de hechos posteriores a esas mismas migraciones- pues hay un pasaje del libro en que se subraya  que esa obra ya era leída por los reyes Gucumatz y ¨Cotuha, los que por eso mismo acrecentaban su sabiduría. Esta alusión demuestra la antigüedad de las partes más primitivas del Popol Vuh.

Este libro no parece haber escapado a algo que resulta casi una ley que rige la formación de los libros sapienciales primitivos: su periódica transformación. La dificultad de precisar el pensamiento es muy grande cuando el escriba sólo utiliza signos jeroglíficos; esa vaguedad de la expresión provocada por dicha escritura permite que las escuelas sacerdotales modifiquen, de acuerdo a sus puntos de vista, el texto primitivo, de antigüedad venerable y cuyo prestigio impide que se choque abiertamente con él. Los libros sufren así recensiones y reelaboraciones a través del tiempo. El ejemplo típico, para la literatura egipcia, es el caso del Per-em-hru ("Libro de irse alejando en el día") divulgado en Occidente con el nombre de "Libro de los muertos". También en Babilonia se alteraron los viejos relatos de procedencia acadia y aún sumeria, a fin de entronizar en el panteón de los dioses a Marduk y con él afirmar el poderío espiritual y político de Babilonia. Así podrían ser citados muchos ejemplos.

Este principio general puede ser aplicado a libros de la América prehispánica. Se ha sostenido por parte de Villacorta que el Popol Vuh deriva de una obra tolteca, el "Teoamoxtli" (o "Libro divino") si bien no hay pruebas concluyentes en favor de esta hipótesis. No obstante, los príncipes quichés durante su migración al sur fueron a rendir homenaje a un rey llamado "El señor Nacxit" personaje que podría identificarse con Tolpiltzin Nacxit Quetzalcoatl, último rey tolteca que, según el códice chimalpopoca y otros textos en náhuatl y en español, abandonó Tulán al producirse ciertos hechos vinculados con la ruina de la cultura tolteca. Según el propio Popol Vuh, el señor Nacxit regaló a los príncipes quichés las llamadas "pinturas de Tulán" es decir: los libros pictóricos o jeroflíficos de los toltecas.

Hasta donde aprovecharon el autor o autores del Popol Vuh los relatos de la cosmogonía náhuatl es un punto casi imposible de dilucidar en el estado actual de las investigaciones, pero en todo caso es evidente el aire de parentesco que tienen las concepciones cosmogónicas y escatológicas de los mayas si se las compara con las de los pueblos del México central.

De cualquier modo, puede decirse, en sustancia, que existen, por lo menos,  dos redacciones del Popol Vuh; la primera es una redacción  en jeroglíficos cuya fecha, aunque muy antigua, no es fácil de precisar; la segunda redacción (manuscrito de Chichicastenango) se hizo inmediatamente posterior a la conquista española, cuando un escriba quiché (sacerdote o por lo menos iniciado en los misterios religiosos) que aprendió los signos de nuestro alfabeto decidió fijar el texto -siempre conservando el idioma quiché- por medio de una escritura que permitiera, no sólo una divulgación mayor (ya que era más fácil aprender los escasos signos fonéticos de un alfabeto que no una multitud de jeroglíficos) sino también una claridad superior en los planos de la expresión. Ese mismo problema enfrentan hoy los libros chinos y existe una corriente de opinión, menos tradicionalista, que es favorable a su fijación por medio de una escritura fonética.

¿Cómo era el Popol Vuh en su redacción jeroglífica? No hay ninguna duda de que esta obra estuvo primeramente constituida por un conjunto de textos compuestos en distintas épocas y escritos en pictogramas, ya que el escriba de la recensión alfabética, en una introducción o preámbulo agregado posteriormente dice : "éste es el primer libro pintado antaño", lo que da idea, no sólo de su antigüedad, sino de la forma en que estaba escrito; era un libro hecho en escritura pictórica.

Sin embargo, parece evidente, a poco que se lea con atención, que el Popol Vuh, en su redacción más primitiva, contenía pasajes que no se leen en el Popol Vuh tal como ha llegado a nosotros, pero también puede observarse que ha recibido agregados ulteriores. Así, por ejemplo, el escriba de la recensión alfabética (o códice de Chichicastenango, del cual se conserva la copia ulterior hecha por Ximénez) omite el desarrollo detallado del acto de formación de los planos cósmicos cuadrangulares, así como de la medición, por los dioses, de los cuatro ángulos que , según los mayas tenía el mundo. Sólo hace una alusión a la parte omitida por medio de estas palabras:

"existía el Popol Vuh original escrito antiguamente y destruido junto con la religión de los mayas. Este es, por desgracia, un proceso casi universal, hijo del fanatismo del hombre de todas las latitudes y épocas, cuyo ejemplo más similar, en Oriente, está en la persecución de los sutras y demás libros del budismo chino a mediados del siglo IX, época en que se destruyeron cuatro mil seiscientos templos y pero su vista está oculta al que ve, al pensador".

Grande era la descripción, el relato de cómo se acabó de formar todo el cielo y la tierra, de cómo fue formado y repartido en cuatro partes..."  También hay otro ejemplo de omisión confesada cuando el autor de la recensión alfabética, antes de referirse a la genealogía de los héroes Hunahpú e Ixbalanqué dice: " dejaremos en la sombra su origen y dejaremos en la oscuridad el relato y la historia del nacimiento de Hunahpú e Ixbalanqué. Sólo diremos la mitad, una parte solamente de la historia de su padre".

Pero si hay pasajes omitidos en el Popol Vuh que hoy se lee, los hay añadidos y son seguramente el preámbulo y el final del libro. Otro problema es el de dilucidar si la parte cosmogónica formaba originariamente un todo con la parte histórica, en la que se narra la migración de los quichés; el punto es verdaderamente difícil de resolver, pues ambas soluciones pueden ser en parte defendidas y en parte objetadas. De cualquier manera esto está fuera de lo que corresponde a un artículo de divulgación, como el que se intenta hacer ahora.

¿Cómo se produjo la recensión alfabética? El momento histórico era de gran convulsión. En 1524 Alvarado conquistó Utatlán, capital del reino quiché. La ciudad fue destruida y sus habitantes se dispersaron por las regiones cercanas. Se inició entonces un período de lucha sin cuartel entre las dos culturas:  el español quiso imponer la suya y lo hizo por todos los medios posibles,  ya de persuación, ya de coacción;  el maya culto trató de salvar la suya y arriesgó su vida para ello cuando fue preciso. Pocos documentos muestran tan a lo vivo el sentimiento del maya hacia el conquistador blanco como algunas páginas del libro llamado "Chilán Balám de Chumayel". El vencido ocultó sus libros; el vencedor trató de descubrirlos y quemarlos. El obispo Zumárraga hizo arder las colecciones de la Biblioteca de la ciudad de Texcoco; el obispo Diego de Landa, las de la ciudad maya de Maní y en Perú, un Concillo provincial de Lima ordenó la destrucción sistemáticamente de los quipus, alegando que en ellos estaban consignados los cantares y leyes; los textos sobrevivientes debieron ser escondidos en cavernas, ruinas o guardados celosamente por los fieles. Por eso dice el autor de la recensión alfabética del Popol Vuh:  "éste es el primer libro pintado antaño, pero su faz está oculta hoy al que ve, al pensador", como ya habíamos señalado.

Pero paralelamente a esta persecución se produjo el proceso de fonetización de la escritura de las lenguas aborígenes por obra de los misioneros, necesaria para la propagación, por escrito,  de la doctrina cristiana. Buscaron éstos reproducir los sonidos de los idiomas indígenas amoldándolos a las letras latinas; a veces, como señala Garibay, sobraron signos, ya que el idioma náhuatl tiene, por ejemplo, sólo veinte sonidos; otras veces, como en el caso de la fonetización de la lengua otomi, que posee más de cuarenta sonidos, fue necesario ampliar el alfabeto latino dotándolo de un sistema de puntos y tildes.  En esa época,  algunos indios cultos empezaron a aprovechar el alfabeto latino para fijar,  de mejor manera y en sus idiomas nacionales, sus propios escritos, ya que el sistema jeroglífico se prestaba más a la vaguedad; tal es el caso de la transcripción a signos fonéticos de la llamada "Leyenda de los soles" de cuya lectura atenta se desprende que el copista tuvo delante un original en pictogramas.

Dichos libros,  aunque perseguidos,  están a veces en manos de los españoles (algunos de los misioneros, como ser Alonso de Zorita, llegó a saber acerca de la organización política de los quichés, "por las pinturas que tenían de sus antiguedades de más de ochocientos años". Zorita visitó a los quichés a mediados del siglo XVI o sea a unos veinticinco años más o menos de la destrucción de Utaltán y en la misma época en que Recinos, tras concinezudo análisis, fija la redacción alfabética del Popol Vuh.

Por estas razones es aceptable la hipótesis de que este libro maya fue fonetizado teniendo su escriba pictogramas a la vista, aunque también pudo haber escrito otras partes fiado de su memoria.

¿Cómo fue descubierto el Popol Vuh fonetizado? Un indígena lo puso en manos de Fray Francisco Ximénez, cura de la aldea de Santo Tomás Chichicastenango. Ximénez, hombre de gran conocimiento de la lengua maya autor de diccionarios y gramáticas, copió dicho Popol  Vuh, el cual, según parece, volvió a manos de los aborígenes. Ximénez escribió: "Todas sus historias... las traduje en nuestra lengua castellana de la lengua quiché en que las hallé escritas desde los tiempos de la conquista, que entonces (como allí dicen) las redujeron de su modo de escribir al nuestro; pero fue con todo sigilo y se conservó entre ellos con tanto secreto que ni memoria se hacía entre los ministros (curas) de tal cosa... " Ximénez, pues, hizo la primera traducción del quiché al español, la cual fue publicada muchísimo tiempo después en Viena,  en 1861, por Scherzer, ya que no hubiera sido permitida su publicación en el imperio español. Otras traducciones posteriores al texto quiché son la francesa, de Brasseur de Bourbourg, la alemana de Pohorilles, la nueva traducción al francés hecha por Reinaud y por último dos al español: una de Villacorta-Rodas y otra de Recinos.

El Popol Vuh -tal vez lo veamos mejor en otro artículo- es un libro sapiencial; la concepción que del mundo tenían los quichés aflora desde sus páginas iniciales, en las que se cuenta el origen del mundo y la creación del hombre según sus mitos. Tras esta parte cosmogónica, la acción se hace más rápida y llena de dramatismo, al narrarse el descenso de los dioses gemelos Hunahpú e Ixbalanqué al Xibalba, o mundo inferior, para vencer a sus deidades poderosas y malvadas e imponer el triunfo del Sol.

Luego el Popol Vuh se convierte en libro histórico, y después de referirse a la formación de los cuatro clanes primitivos de los mayas, narra la migración, rey por rey de los quichés hasta su asentamiento en Guatemala.  La última parte es predominantemente dinástica.

Libro lleno de leyendas, de hermosos mitos y de tremendas intuiciones filosóficas, así como de una concepción cintífica muy adelantada, es la piedra angular de la literatura de este continente. Porque la literatura floreció en América siglos antes de que Colón pisara las playas de sol y de verdor de este nuevo mundo -quizá no tan nuevo- y del cual debemos esperar tanto.

Ver:

El libro del génesis del Popol Vuh

Las edades del mundo segun el Popol Vuh

 

por Hyalmar Blixen
Suplemento Huecograbado "El Día"

18 de Abril de 1964

 

El 10 de octubre del año 2006 se efectuó un homenaje al Prof. Hyalmar Blixen en el Ateneo de Montevideo. En dicho acto fue entregado este, y todos los textos de Blixen subidos a Letras Uruguay, por parte de la Sra. esposa del autor, a quien esto escribe, editor de Letras Uruguay.

 

Ver, además:

 

                      Hyalmar Blixen en Letras Uruguay

 

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