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Por qué hay que tener amantes (I) |
al hombre de cruces invisibles |
porque lo que se espera de un amante de un moro gigantesco en plena tarde en apuro de autos desatados en veloz dedo que muerde cuando toca lo que se espera de un amante con árabe apogeo es pico de piedra que siempre arda codo invertebrado para fluir por donde yo decida no la culpa de niña aburguesada ni los reproches en paño de asco a mi regreso no se espera el llamado el baile de glúteo inalterable no se espera la postal con el anverso manchado la lágrima de estupor de las novias paralelas lo que una quiere de un amante y de un amante que sea exuberante es la parte siempre húmeda y su punta empapapesadillas el corazón de esponja que no sienta que no sueñe que no estipule noviazgos o divorcios que no se inmiscuya más de lo debido que no indague lo que se requiere de un amante y más si es de tamaño orientaniños si su turbante es tieso y a veces deja ver el animal en celo es parpadeo feroz que nos olvide al instante arcabuz de furia si no estamos que la sangre corra como agua que se erecte por zonas y que todas nos penetren no se pretende del amante la carta que decida los anillos de oro que mancillen no se le exige forma de revolución alguna ni compromiso ni peluche de bobo no se le pregunta por los padres los hijos las mujeres de cocina fija lo que se aguarda de un amante y más si éste es cazador del Asia en sobreexilio es agualava y precio de pecado frecuente porque por ejemplo yo con esta cara de humilde palomita de lástima es lo que le ordeno: inmersión de nata y entrepierna tibia actitud de escolar amedrentado le exijo más y más paseo púrpura y hervor de latidos bajos más antebrazo de bronce que se cuele o le explico: así como respiro cuando corro, así voy a respirarte la poca piel que te quede sin untar cuando te toque así voy a exaltarte los pómulos con la brasa afligida así me voy a ungir de vos aunque no te roce porque eso se le reclama al amante y más si es camello de peste para desprevenidas que su taza de leche nos invada de a chorros que sea exagerado redondel incapaz de evitarse a sí mismo que rebalse que derrame que despliegue su ala de líquido liviano que someta que se infiltre y que su fuente de natilla nos ensucie se le implora que eyecte que succione que apriete que se desvista de una buena vez y nos rocíe que nos embista que nos alarme en cadera de histeria que nos reduzca el alma insípida que siempre insiste en dar la vuelta que no interponga piojos pensamientos se le suplica crema manteca de senos que nos frote en espesa gelatina y se le ofrecen gotas transparentes prismas de fuego que los otros pueden oler mientras caminan en este placer de ruta de dos horas y media de tu sopa necesaria al amante se le ofrendan los pezones ya probados el tambor de vicio que comienza en el ombligo la hermosa abertura de paraguas las aristas volcanes los quejidos de bordes ensanchados el rapé de horma enrojecida se lo araña se lo arrienda se lo diluye en saliva y se lo traga lentamente con ojo de zampoña se lo atrae primero para manar en él cuantas veces sean necesarias se le produce urgencia intolerancia rapidez de sábado y verter de abeja laboriosa se le promete pecunio imposible y luego se le mira el brazo y la vena que lo atraviesa saca de sí su vaselina como perla erguida al amante se le ejecuta por trozos como un emparedado se lo abraza en rapto de boa se le dan líneas erradas telegramas que parten hacia nada se lo presume se lo caldea bien como si fuera un soufflé culinario y perfecto se lo mantiene tieso atornillado a su miembro se le regoza cuchillo de látex en mano se lo reanima si falla como yo por ejemplo a él lo sostengo con mi sonrisa de yegua y mi condón de adiestramiento al amante hay que dorarlo con la punta de la lengua hay que desbaratarle cualquier estrategia preponderar en él desajustarlo envolverlo en su tapiz de sirena y tenerlo bien ceñido sobre el fuego sobre la gana que explota sobre la bermuda colegial que se desmonta sobre la instancia de azufre que se yergue que se cava en el aire en esta ruta de dos horas y media con tus piernas que calzan tres zapatos justos y mis palabras al viento que las refunde en mí o en vos ya no puedo darme cuenta porque mientras camino o caminamos bajan en socavones de grumos los deleites que te obsequio y rezan su tibia oración en el flujo de antípodas que cae como riqueza para que vos la levantes de mi botella se precipita poción de ameba disipada desciende la entrevida la comba del orgasmo que se estima siempre favorable
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Patricia Díaz Bialet, de Agualava, Editorial Atuel - 2009
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