La ley del menor, de Ian McEwan (Anagrama, Buenos Aires, 2015, 216 páginas) - reseña de Germán Cáceres germanc4@yahoo.com.ar

Ian McEwan va relatando las vivencias de Fiona Maye, una magistrada del Tribunal de Justicia británico. Así como en Amor perdurable un tema central fue el síndrome de De Clérambault que sufre uno de los personajes y en Sábado los problemas propios de un neurocirujano, en La ley del menor es el derecho de familia. Sorprende la complejidad de los casos que se presentan y las argumentaciones que esgrimen las partes. Revelan que la conflictividad de las relaciones humanas está inmersa en un crescendo exponencial imparable. El nivel de las agresiones y barbaridades que se cometen alcanza límites irracionales. El lector puede llegar a interpretar que los seres humanos no saben gozar de la vida (“….las rupturas y los sinsabores de matrimonios y parejas crecieron en Gran Bretaña como una monstruosa marea de primavera que barrió hogares enteros, dispersó posesiones y sueños optimistas y ahogó a los que no tenían un poderoso instinto de supervivencia”). Además, el sistema judicial británico no funciona satisfactoriamente: se dictan muchas sentencias injustas y los letrados y los jueces no pocas veces incurren en actitudes nada idóneas.

La acción transcurre principalmente en Londres y el autor registra con sagacidad la personalidad de la jueza Fiona Maye, una típica persona que ha sido devorado por su trabajo: no se trata de una vocación por el Derecho, sino de una neurosis que ha trastornado su vida y dañado su vínculo con su esposo Jack.

Otro personaje importante es Adam Henry, que padece leucemia, aún no ha llegado a la mayoría de edad (le faltan tres meses), profesa junto a sus padres el credo de los testigos de Jehová y los tres se niegan –invocando sus sentimientos religiosos– a que aquél reciba una transfusión de sangre que puede salvarle la vida. Fiona debe resolver, en un juicio que un hospital le formuló a la familia, si obliga a aplicar el tratamiento contra la voluntad de todos sus miembros. Los diálogos que se desarrollan son magistrales y demuestran la capacidad literaria de McEwan, un escritor culto e ilustrado en relación a la música académica y el jazz. Asimismo, tiene el arte de demorar la resolución de una escena para despertar interés y ansiedad por conocer el desenlace.

La traducción de Jaime Zulaika es impecable y transmite la tersa y bella prosa del narrador, que se destaca en sus descripciones sin fisuras: “Le gustaba aquella especie de maraña exuberante de musculoso hierro colado, de acero y de cristal posindustriales, de viejos almacenes rescatados de la decrepitud para insuflarles una juventud de fantasía consistente en bares y cafeterías.”

Ian McEwan (Aldershot, Reino Unido, 1948) es autor de numerosos libros, entre ellos Primer amor, últimos ritos, Entre las sábanas, El placer del viajero, Niños en el tiempo, El inocente, Los perros negros, Amor perdurable, Amsterdam, Expiación, Sábado, En las nubes, Chesil Beach, Solar, Operación Dulce. Ganó muchos premios, como el Somerset Maugham, el Whitbread, el Femina, el James Tait Black, el Booker, el WH Smith Literary Award, el People´s Booker, el Commonwealth Eurasia, el Nacional Book Award, el Wodehouse y el Shakespeare.  

 

Germán Cáceres
germanc4@yahoo.com.ar

 

Ver, además: Entre las sabanas, libro de relatos de Ian McEwan - Cobijados por la pasión - reseña de Oswaldo Paz y Miño J

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

Email: echinope@gmail.com

Twitter: https://twitter.com/echinope

Facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce

linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/ 

 

Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay / 

 

Ir a índice de ensayo

Ir a índice de  Germán Cáceres

Ir a página inicio

Ir a índice de autores