Hace ya un rato largo
que te quiero decir
que querer decir algo
no es lo mismo sin ti.
No es lo mismo un poema
que se vuelve canción.
No es lo mismo un dilema.
No es lo mismo una opción.
No es lo mismo estar loco
por llegar a un lugar.
No es lo mismo tampoco
ya querer regresar,
conservar esperanzas
ante cada revés,
defenderlas a ultranza
pero con lucidez,
atreverse a apostar
por la imaginación,
aprender a observar
y tomar posición,
cuestionar el centrismo
y la conciliación,
hablar de socialismo
y de revolución,
disfrutar de un ocaso
mate amargo mediante,
entregarse al regazo
de una luna menguante,
la belleza inaudita
de «Ángel para un final»,
la «Rayuela» infinita
de un Cortázar total.
No es lo mismo cantar
«Definitivamente»
si no puedo contar
con tu risa imprudente,
celebrar en febrero
una ilusión juvenil,
compartir cumpleañero
cada doce de abril,
comparar nuestro tiempo
con el de nuestros padres,
discutir un momento,
o sea toda la tarde,
tocar temas profundos
–mucho mejor de a dos–
para salvar al mundo
y cagarnos en Dios,
fumar un cigarrillo
y delirar unas horas,
reeditar «El Pestillo»
con los sueños de otrora,
seguir siendo estudiante,
compañero de acción,
en la lucha incesante
por nuestra educación.
No es lo mismo cantarte
que tenerte a mi lado.
No es lo mismo mandarte
un abrazo apretado.
Que lo escuchen bien todos:
no es lo mismo el amor
si no está el codo a codo
de un amigo, un valor.
No es la misma guitarra
la que estoy maniobrando;
la madera no amarra
lo que vamos dejando.
No es lo mismo viajar
cuando vos no venís.
No es lo mismo El Pinar.
No es lo mismo París.
No es lo mismo el verano
si hace falta un abrigo;
te lo dice un hermano
que ha sangrado contigo.
Hace una eternidad
que te quiero decir
que mi canción jamás,
que mi canción jamás
es la misma sin ti.
que te quiero decir
que querer decir algo
no es lo mismo sin ti.
No es lo mismo un poema
que se vuelve canción.
No es lo mismo un dilema.
No es lo mismo una opción.
No es lo mismo estar loco
por llegar a un lugar.
No es lo mismo tampoco
ya querer regresar,
conservar esperanzas
ante cada revés,
defenderlas a ultranza
pero con lucidez,
atreverse a apostar
por la imaginación,
aprender a observar
y tomar posición,
cuestionar el centrismo
y la conciliación,
hablar de socialismo
y de revolución,
disfrutar de un ocaso
mate amargo mediante,
entregarse al regazo
de una luna menguante,
la belleza inaudita
de «Ángel para un final»,
la «Rayuela» infinita
de un Cortázar total.
No es lo mismo cantar
«Definitivamente»
si no puedo contar
con tu risa imprudente,
celebrar en febrero
una ilusión juvenil,
compartir cumpleañero
cada doce de abril,
comparar nuestro tiempo
con el de nuestros padres,
discutir un momento,
o sea toda la tarde,
tocar temas profundos
–mucho mejor de a dos–
para salvar al mundo
y cagarnos en Dios,
fumar un cigarrillo
y delirar unas horas,
reeditar «El Pestillo»
con los sueños de otrora,
seguir siendo estudiante,
compañero de acción,
en la lucha incesante
por nuestra educación.
No es lo mismo cantarte
que tenerte a mi lado.
No es lo mismo mandarte
un abrazo apretado.
Que lo escuchen bien todos:
no es lo mismo el amor
si no está el codo a codo
de un amigo, un valor.
No es la misma guitarra
la que estoy maniobrando;
la madera no amarra
lo que vamos dejando.
No es lo mismo viajar
cuando vos no venís.
No es lo mismo El Pinar.
No es lo mismo París.
No es lo mismo el verano
si hace falta un abrigo;
te lo dice un hermano
que ha sangrado contigo.
Hace una eternidad
que te quiero decir
que mi canción jamás,
que mi canción jamás
es la misma sin ti.
