Jorge era un caballero poco tiempo atrás,
pero lo que era entonces hoy ya no lo es más.
Mucho es lo que ha cambiado, y hay que lamentar
que dicho cambio ha sido, es obvio, para mal.
Obvio, para mal.
Ayer, era gerente a nivel regional
de una importante empresa multinacional;
hoy, vende caipiriña en la feria barrial,
y encima no hace aportes. ¡Qué barbaridad!
¡Qué barbaridad!
¡Ay, Jorge, ¿qué ha pasado?!
¡Ay, cómo has decaído!
¡¿En qué te has transformado?!
¡¿En qué te has convertido?!
¡Espero por lo menos que estés arrepentido!
Ayer, era educado, hablando era un señor;
hoy, dice «teta» y «culo» sin ningún pudor.
Ayer, jugaba al bridge con regularidad;
hoy, sólo juega al ring raje y al chancho va.
Je y al chancho va.
Ayer, fumaba habanos de alta calidad;
hoy, va a comprar Milenio y entra a regatear.
Ayer, tomaba whisky leyendo «El País» (de Madrid);
hoy, chupa vino lija cortado con Nix.
Cortado con Nix.
¡Ay, Jorge, ¿qué ha pasado?!
¡Ay, cómo has decaído!
¡¿En qué te has transformado?!
¡¿En qué te has convertido?!
¡Espero por lo menos que estés arrepentido!
Antes, iba al casino a combatir el stress;
ahora, juega a la Tómbola y se tiene fe.
Antes, tenía amigos en el Jockey Club;
ahora, si va al estadio, muere en el talud.
Muere en el talud.
Antes, sabía cuidar su imagen personal;
ahora, es un desprolijo, o sea un marginal.
Antes, era un galán de la alta sociedad;
ahora, tira la guita en cualquier bulevar.
Cualquier bulevar.
¡Ay, Jorge, ¿qué ha pasado?!
¡Ay, cómo has decaído!
¡¿En qué te has transformado?!
¡¿En qué te has convertido?!
¡Espero por lo menos que estés arrepentido!
No sé qué ha sucedido, pero le ha hecho mal.
Empieza a parecerse a la gente normal.
Antes, era mi amigo, pero ahora ya no;
tengo que demostrarle cuán bajo cayó.
Cuán bajo cayó.
La debacle de Jorge me ha hecho meditar,
me ha hecho ver los peligros de esta sociedad.
Jorge era un caballero, o sea un hombre de bien.
Espero que eso no me pase a mí también.
Pase a mí también.
pero lo que era entonces hoy ya no lo es más.
Mucho es lo que ha cambiado, y hay que lamentar
que dicho cambio ha sido, es obvio, para mal.
Obvio, para mal.
Ayer, era gerente a nivel regional
de una importante empresa multinacional;
hoy, vende caipiriña en la feria barrial,
y encima no hace aportes. ¡Qué barbaridad!
¡Qué barbaridad!
¡Ay, Jorge, ¿qué ha pasado?!
¡Ay, cómo has decaído!
¡¿En qué te has transformado?!
¡¿En qué te has convertido?!
¡Espero por lo menos que estés arrepentido!
Ayer, era educado, hablando era un señor;
hoy, dice «teta» y «culo» sin ningún pudor.
Ayer, jugaba al bridge con regularidad;
hoy, sólo juega al ring raje y al chancho va.
Je y al chancho va.
Ayer, fumaba habanos de alta calidad;
hoy, va a comprar Milenio y entra a regatear.
Ayer, tomaba whisky leyendo «El País» (de Madrid);
hoy, chupa vino lija cortado con Nix.
Cortado con Nix.
¡Ay, Jorge, ¿qué ha pasado?!
¡Ay, cómo has decaído!
¡¿En qué te has transformado?!
¡¿En qué te has convertido?!
¡Espero por lo menos que estés arrepentido!
Antes, iba al casino a combatir el stress;
ahora, juega a la Tómbola y se tiene fe.
Antes, tenía amigos en el Jockey Club;
ahora, si va al estadio, muere en el talud.
Muere en el talud.
Antes, sabía cuidar su imagen personal;
ahora, es un desprolijo, o sea un marginal.
Antes, era un galán de la alta sociedad;
ahora, tira la guita en cualquier bulevar.
Cualquier bulevar.
¡Ay, Jorge, ¿qué ha pasado?!
¡Ay, cómo has decaído!
¡¿En qué te has transformado?!
¡¿En qué te has convertido?!
¡Espero por lo menos que estés arrepentido!
No sé qué ha sucedido, pero le ha hecho mal.
Empieza a parecerse a la gente normal.
Antes, era mi amigo, pero ahora ya no;
tengo que demostrarle cuán bajo cayó.
Cuán bajo cayó.
La debacle de Jorge me ha hecho meditar,
me ha hecho ver los peligros de esta sociedad.
Jorge era un caballero, o sea un hombre de bien.
Espero que eso no me pase a mí también.
Pase a mí también.