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Exposición sobre don Jaime Zudañez
[1] Lunes 23 de abril de 2007. |
“Señora Lic. Aydée Nava
Andrade, Alcaldesa Municipal de Sucre Señor Diputado, don Favio
Porcel Arancibia Señores Ministros de la Corte
Suprema de Justicia, Señor Presidente del Honorable
Concejo Municipal de Sucre, Lic. Edwing Zegarra, Señores Miembros del Concejo
Municipal de Sucre Señor Presidente y miembros
del Comité Nacional del Bicentenario, Señor Mario Linares Urioste,
Director de la Casa de la Libertad, Señores Miembros de la
Academia Geográfica e Histórica de Sucre, Autoridades civiles, militares,
eclesiásticas y universitarias, Señores profesores, maestros,
maestras, Jóvenes, señoras y señores: Como Embajador de la República
Oriental del Uruguay es para mí, un gran honor estar aquí, en esta histórica
ciudad, capital constitucional de Bolivia, a la que, con acierto, se le ha
dado la divisa de “AQUÍ
NACIÓ LA LIBERTAD”
y que lleva el sello otorgado por la UNESCO como “Patrimonio Cultural de la Humanidad”, verdadera joya de
la arquitectura colonial de la otrora Chuquisaca, La Plata, Charcas, y
Sucre, que ha sido y es centro de formación académica, de creación y
difusión artística y cultural. Era Chuquisaca por aquellos
tiempos uno de los centros más intelectuales del continente y su
Universidad, según Muñoz y Cabrera, "reputada como la mejor del
Nuevo Mundo", proyectaba sus luces a los cuatro costados del
Virreinato y atraía a estudiantes de Lima, Cuzco, Córdoba o Buenos
Aires, que venían a adquirir en ella ciencia y saber. Y desde aquí,
se lanzaron a la lucha revolucionaria los valores más preclaros de
América del Sur. Pero, Sucre es, además, hoy día,
sede de la Asamblea Constituyente que deberá redactar la nueva Carta
Magna que regirá los destinos de esta hermana Nación con un espíritu
democrático, pluralista, solidario, inclusivo y participativo, por ello,
como Embajador de la hermana República del Uruguay deseo el mayor de los
éxitos a fin de que imperen los principios democrático republicanos que
nos han dejado, justamente, nuestros próceres.
He
venido a rendir
homenaje al Prócer chuquisaqueño, doctor Jaime de Zudáñez, quien tuvo
un papel protagónico en la
gesta emancipadora y que luego, luchó por la causa de la libertad y de la
independencia de Chile, Argentina y Uruguay.
Charcas
fue tierra de héroes y la patria fundacional de la libertad americana. La
gesta libertadora del 25 de mayo de 1809 nos convoca a bolivianos y a los
sudamericanos a participar en las celebraciones que se programan para
conmemorar el Bicentenario del
Primer Grito Libertario de América. Y es bueno que lo hagamos. Se
trata de un justo y merecido reconocimiento. Tenemos que rescatar del
olvido a nuestros héroes que lucharon y dieron sus vidas por la Libertad
que hoy gozamos y difundir sus valores y el legado de quienes forjaron
nuestras nacionalidades. Resulta pues, oportuna la
celebración de este bicentenario para reivindicar
a nuestras ilustres figuras y el real sentido de su lucha. Es importante
que la juventud de nuestros pueblos conozca
sus valores, sus esfuerzos y los duros sacrificios que hicieron ante la
opresión a la que estaban sometidos, para dejarnos el legado más
preciado: la LIBERTAD! Por ello, se comprende la
elaboración del Plan Maestro que ha lanzado el Comité Nacional de
Conmemoración del Bicentenario del Primer Grito Libertario de América.
Compartimos la iniciativa de que Sucre sea considerada como “la ciudad
cuna de la libertad americana”. Aquí, se formó aquel grupo de
rebeldes integrado por el “Defensor de los Pobres”, el doctor Jaime de
Zudañez, Bernardo Monteagudo, "ciudadano de América", que llegó
a ser posteriormente Secretario del General San Martín; Mariano Moreno,
los hermanos Joaquín y Manuel Lemoine, Mariano Serrano, Manuel Mercado y
muchos más, que lograron provocar el descontento popular ante la opresión que eran
objeto e inician una campaña de agitación, de desconfianza que culmina
con los hechos del 25 de mayo.
No puedo dejar de referirme al hecho de estar en esta
"Casa de la Libertad", construida por la Compañía de Jesús,
de los padres Jesuitas, para el funcionamiento de la prestigiosa
Universidad Mayor y Pontificia de San Francisco Xavier, en el que se
graduaron como doctores de Charcas los principales protagonistas de las
revoluciones de 1809 y entre ellos, Zudáñez. En su Sala Mayor se reunió, a
partir de julio de 1825, la Asamblea de diputados altoperuanos convocadas
por el Mariscal Sucre para deliberar sobre el destino del país y aquí,
el 6 de agosto de ese año, se decidió la fundación de la República de
Bolivia. Por otro lado, el 15 de
diciembre de 2005, presenté mis Cartas Credenciales al señor Presidente,
Dr. Eduardo Rodríguez Veltzé, y en esa ocasión, mantuve una cordial
conversación en la que surgió la figura del célebre Jaime de Zudáñez, como
elemento de convergencia y de unión entre Bolivia y el Uruguay. El Dr. Rodríguez Velzé, al
recordar el Bicentenario de 25 de mayo de 1809, se mostró sumamente
interesado en que el Gobierno del Uruguay y quien les habla, participemos
en las actividades de esta importante conmemoración sugiriendo que debería
ser patrocinada por los países de nuestro continente a fin de que se
conozca la magnitud del aporte de Charcas en el movimiento emancipador de
América. Por eso, hoy, es para mí un
placer estar junto a Ustedes, a los miembros de la Comisión Nacional del
Bicentenario, para expresarles nuestro apoyo y entusiasta deseo de
colaborar en la programación que ya ha sido elaborada con miras a la gran
celebración del Bicentenario. En ese sentido y compartiendo
la importancia de la conmemoración del 2009, he estado en contacto con el
Honorable Diputado Favio Porcel Arancibia, con quien hemos programado esta
visita. Seguramente, Ustedes conocen la
trayectoria del Gran Alto Peruano, Jaime de Zudáñez, uno de los
Prohombres de nuestra América, nacido en Chuquisaca el 25 de julio de
1772, fervoroso republicano, combatiente de la tiranía y del despotismo
al que fueron sometidos nuestros pueblos. Actuante en los primeros
movimientos revolucionarios de la que más tarde sería la República de
Bolivia, prestigioso entre las clases humildes, la prisión de Jaime y de
si hermano Manuel fue decretada por las autoridades españolas, lo que dio
origen al amotinamiento popular del 25 de mayo de 1809. Encarcelado más tarde se le
tuvo diez meses entre rejas hasta su remisión a El Callao, donde siguió
en prisión hasta agosto de 1811, en que pudo embarcarse con rumbo al
puerto de Valparaíso. En Chile se puso a servicio de
la Patria “en horas de ansiedad y preocupación” para los
independentistas. Tuvo una activa participación en la vida pública y
redactó en horas aciagas proclamas oficiales llenas de calor patriótico,
entre ellas, escribió el “Catecismo Político Cristiano”, famoso opúsculo
de propaganda en pro de la causa americana. Actuó en la vida pública chilena colaborando en la redacción del Reglamento Constitucional de 1812. Integró la Junta Gubernamental y en 1813, asumió la Secretaría de Relaciones Exteriores, lanzando en mayo de 1813, el Manifiesto del Gobierno de Chile a las naciones de América y Europa.
Su
nobleza de ser y actuar la puso de manifiesto en la carta de renuncia al
cargo de Encargado de las Relaciones Exteriores de Chile, en la que
expresa:
Excelentísimo
Señor:
A
pesar de mi eterna gratitud a las bondades de V. E., y a la generosa
acogida que he merecido en el Estado de Chile, después que arrancado de
mi patria, y del seno de mi desgraciada familia por los tiranos enemigos
implacables de los sagrados derechos de la América, sufrí todas las
calamidades que me atrajo su furor: el notorio quebranto de mi salud me
inhabilita a desempeñar la Secretaría interina de Relaciones Exteriores,
y la Judicatura del Supremo Tribunal Judiciario, a que la magnánima
piedad de V. E se dignó elevarme sin mérito alguno mío. Esta forzosa
causa, Señor Excmo es la única que podía obligarme a hacer dimisión de
ambos empleos para recuperar mi salud en el campo, y disponer
sucesivamente mi viaje a las Provincias Unidas del Río de plata, adonde
soy llamado. Dígnese V. E. admitirla, sellando con este acto su bondad
paternal, y dispensándome la justicia de creerme que en cualquier
peligro de la patria seré el primero en sacrificar mi vida por defenderla.
Dios guarde a V. E. muchos años - Santiago, 9 de Octubre de 1813 - Jayme de Zudañez –
En 1814, como asesor de los
generales O’Higgins y Mackenna, interviene en la negociación del
Tratado de Lircay con los jefes militares españoles. Después del
desastre de Rancagua del 2 de octubre de 1814, y perdido Chile para
los independientes, cruzó la cordillera y se refugió en Buenos Aires,
donde en 1815 se le hizo asesor del Cabildo y fue electo diputado por
Charcas al Congreso de Tucumán en 1816, que luego pasó a funcionar en la
capital porteña. Al incorporarse al Congreso de
Buenos Aires fue elegido vicepresidente del mismo, y allí, defendió con
mucho coraje las ideas republicanas en la discusión de la Constitución
que fuera sancionada el 22 de abril de 1819 que, por su naturaleza unitaria,
provocó el rechazo de las provincias,
mientras los caudillos federales se enfrentaron al Directorio
de José
Rondeau. En estas circunstancias, Zudáñez
participó activamente como franco defensor de la República como sistema
político de gobierno frente a las veleidades monarquistas puestas de
manifiesto por los congresistas. Se ha afirmado que Zudáñez,
luego de su lúcido y brillante desempeño como representante de
Chuquisaca en el Congreso de Buenos Aires “retrajo su vida, limitó sus
relaciones con el mundo político, con el que no estaba de acuerdo ni en
la desmedida ambición personal, ni en el pensamiento de importar un Rey
al Nuevo Mundo, ni en los fines simplemente comerciales de la Revolución,
que en Charcas fue verdaderamente idealista, emacipadora y
democratizante y por eso él, lo mismo que los demás altoperuanos no
intervinieron más en la vida política argentina”.Discrepaba con el
monarquismo porteño, el personalismo y el mercantilismo de los políticos
de Buenos Aires. Frente a esta situación, se abstuvo de intervenir en la
vida política argentina y en 1820 “cruza el charco” y se instala en
Montevideo, en la Banda Oriental, en la Provincia Oriental.
En
la Provincia Cisplatina. Zudáñez llegó en un triste
momento para la Provincia Oriental, ya que en 1821, fue anexada al Reino
Unido de Portugal, Brasil y Algarbe y luego, en 1822, al Imperio del
Brasil hasta 1827, con el nombre de Provincia Cisplatina. En abril de 1825, un puñado de
patriotas, “Los 33 Orientales” levantaron en armas al pueblo y lo
liberaron del dominio extranjero. El 25 de agosto de 1825, se declaró la
independencia del país. Constituida la antigua Banda en
República libre y soberana por la Convención de Paz de 1828, el Dr. Zudáñez
fue uno de los ocho diputados electos por el departamento de Montevideo
para representarlo en la Asamblea General Constituyente que se instaló en
la Ciudad de San José el 24 de noviembre de 1828.
Alcanzada la pacificación del territorio y
establecido el orden institucional, se hacía necesario dotar a la Nación
del documento jurídico que recogiera la voluntad de constituirse como
tal, organizar sus autoridades y reconocer los derechos fundamentales de
sus ciudadanos y habitantes. Y
aquí aparece la preclara figura del jurista y profundo conocedor del
derecho constitucional, Dr. Jayme Zudáñez.
Tal era el liderazgo, el prestigio, al talento, la personalidad y la recta forma de actuar de Zudáñez, y su preparación jurídica, que la
Asamblea General Constituyente y Legislativa, lo designó Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, encargada de elaborar el proyecto de la Carta Constitucional. Mientras tanto, el 2 de agosto
de 1829, fue designado por la Asamblea Constituyente, Miembro del Tribunal
Superior de Apelaciones, mientras continuaba siendo Diputado y tal era su
valioso caudal de conocimientos jurídicos y la ecuanimidad de su espíritu
que la Asamblea Constituyente le confió la redacción de una pieza que es
historia en mi país, que fue El Manifiesto que la Constituyente dirigió
al Pueblo Oriental para que comprendiese a cabalidad el significado del
Juramento que el Pueblo iba a hacer sobre la Constitución de la nueva República,
el 18 de julio de 1830. Al respecto, nuestro
historiador, Ariosto Fernández, escribió lo siguiente: “Por su jerarquía
intelectual y prestigio político Jaime Zudáñez recibió el homenaje de
honor, justo y merecido de escribir el Manifiesto de la Asamblea General
Constituyente y Legislativa a los pueblos que representa. En estas páginas,
póstumos testimonios de su exaltado querer político, Jaime Zudáñez nos
lega un histórico mandato, henchido de verdades eternas, escritas para
todos los tiempos y pueblos” . Se trata de una notable pieza
que guarda perfecta armonía ideológica con otros documentos que salieron
de la misma pluma. El 18 de julio de 1830
se juraba la primera Constitución de la República.
Las ceremonias para jurar solemnemente la nueva Constitución, se señalaron para el día 18 de julio de 1830 a los efectos de preparar, de educar a la población acerca de la importancia del texto de la Carta Magna. Voy a leerles, el legado que Zudáñez nos dejó. Se trata de una lección magistral, en la que pone de manifiesto conceptos que, después de 177 años, tienen total vigencia por ser una notable y actual lección del sentido de la vida democracia y del acatamiento a sus principios y a su sistema.
Por
encima de todo, la libertad hay que preservarla, cuidarla! “Veinte años de desastres,
de vicisitudes y de incertidumbres, nos han dado lección práctica de que
el amor a la independencia y a la libertad, el deseo de conseguirla y los
sacrificios por obtenerla, no son suficientes para conservar ese bien,
tras del cual corremos en vano desde el principio de nuestra gloriosa
revolución. Vosotros fuisteis de los
primeros que en la guerra de la independencia disteis pruebas de ese ardor
bélico, que inflamó a los amantes de la Patria. Vosotros, abandonando
vuestros bienes, vuestras familias, vuestros padres, vuestros hijos,
arrostrasteis los peligros y fatigas de una campaña para defender la
independencia del suelo en que nacimos y las libertades que nos
prometimos, por medio de instituciones nuevas y análogas a nuestras
necesidades. Sin embargo, este deseo que se
manifestaba en todos, este fuego sagrado, que os alentaba en las
desgracias, os animaba en los desastres, os hacia resignados en las
privaciones, y os precitaba a los peligros y a la muerte, lo visteis
desvanecer delante de vuestros ojos y cuando habías creído llegar al término
de esa carrera de males y desgracias, uno mucho mayor vino a sobrecogeros
y haceros caer bajo la dominación de un extranjero. Vuestro brío nuevamente
inflamado por el amor a la libertad, restableciendo los antiguos vínculos
con nuestros hermanos, salvo segunda vez, al país y fijo el momento en
que por un tratado de paz, entre la Republica Argentina y el Gobierno del
Brasil, debían elevarse el suelo de nuestros hijos al rango de Nación
libre e independiente.
El
fiel respeto a la Constitución y a la Ley. Los votos que hicisteis al
tomar las armas en 1810, y al empuñarlas de nuevo en 1825, empezaron a
cumplirse; pero no se llenaran jamás, si como mostrasteis ardor en la
guerra, no lo mostráis igualmente en respetar las autoridades amar las
instituciones y observar invariablemente el pacto constitucional que han
sancionado vuestros Representantes.
El
respeto a los principios constitucionales. Nuestro país, careciendo, por
su despoblación, de los elementos que tienen en si las Naciones del viejo
mundo, llenara tal vez con dificultad las necesidades que demandan los
diversos ramos de la administración interior; pero, presentando también
menos obstáculos al régimen constitucional, llegara a la prosperidad y
grandeza en que hoy se encuentran otras, que poco ha, eran iguales a
nosotros, si como ellas somos rígidos observadores de los principios que
proclamábamos. La igualdad ante la ley, la
libertad que se opone a esta, y la seguridad de las personas y propiedades
son las bases de donde arrancan la felicidad de los ciudadanos, y el
engrandecimiento de las Naciones. Vuestros Representantes
conciliando estos principios con el respeto debido a la Religión Santa de
nuestros padres, los han consignado en el código fundamental; y las
legislaturas siguientes, los desenvolverán por leyes análogas, bastantes
a conservarlos.
La
búsqueda de la felicidad común. La forma de Gobierno
republicano que ha sido sancionada, no sólo es conforme al espíritu público
del país, a los principios proclamados desde la revolución de América,
y a los deseos de casi todos sus habitantes; sino también el más propio para
alcanzar esa libertad, que tanta sangre y tantos sacrificios cuesta a los
Orientales. Vuestros Representantes,
siguiendo ese sentimiento Nacional, han desenvuelto las bases en que se
funda, han dividido los poderes, separaron la formación de las leyes, de
su ejecución y aplicación, detallaron las atribuciones de cada uno y
reconocieron, que residiendo la soberanía radicalmente en la Nación,
solo a ella por medio de sus Representantes compete formar las que se han
de obedecer, porque solo ella puede imponer preceptos coercitivos de la
liberta natural, cuando lo exige la felicidad común, único y exclusivo
fin de toda asociación política. Sin una autoridad encargada de
formar las leyes; sin un Gobierno que cuide de cumplirlas; sin jueces que
las apliquen en las contiendas particulares; los hombres no reconocerían
otro derecho que el del más fuerte, ni éste otra razón de obrar que su
utilidad y su capricho: no habría deberes que llenar, ni obligaciones que
cumplir; y una confusión perpétua, seria el escollo en que vendrían a
estrellarse la libertad individual, la seguridad del ciudadano, y el
tranquilo goce de sus propiedades. Estas verdades que prueban la
necesidad de un Gobierno, nos enseña también; que cuando un mandatario,
por la fuerza, o el sufrimiento vergonzoso de los pueblos pretende y
consigue reunir los diversos poderes que garanticen sus libertades, puede
por el mismo hecho mandar lo que quiere, y hacer cumplir lo que manda. Entonces las leyes dejan de ser
la convención que los hombres hacen entre si, para reglar el ejercicio de
sus facultades naturales, determinar la legalidad de sus acciones, y lo
que debe prohibirse a cada uno, por el interés de todos: ellas son el
precepto de un particular, que somete a los demás; los esclaviza dejándolos
dependientes de sus deseos, y convierte la sociedad en un espectáculo de
despotismo o de anarquía.
Los
derechos del que manda y las obligaciones del que obedece. De aquí nace la necesidad de estos diversos poderes, conservadores del orden público, y la dificultad de trazar la línea, que detallando sus atribuciones demarque, también, los derechos del que manda y las obligaciones del que obedece.
La Constitución que vais a
jurar visada ya por los gobiernos del Brasil y la Republica Argentina,
deja a vuestros Representantes el cuidado de crear los destinos que
demande el servicio publico; designarles las dotaciones a que sean
acreedores, disminuir o
aumentar en esta proporción los impuestos que forman la renta de la Nación;
sancionar las leyes que reglen el uso de vuestras propiedades, de vuestra
libertad y seguridad: proteger el gozo de vuestros derechos, defenderos
contra el abuso de la autoridad: velar sobre el cumplimiento de las leyes,
y hacer responsable a los infractores. Estas augustas funciones forman
la base de las garantías sociales, y la Nación para conservarlas, solo
necesita fijar su elección sobre las personas que ligadas íntimamente a
ella, no sean contenidas por el temor, ni la prostitución pro el interés.
Es en precaución de esto que
son excluidos de representaros; los dependientes a sueldo del Poder
Ejecutivo; porque debiendo aquellos ser guardianes vigilantes del
cumplimiento de la ley, y rígidos censores de cualquier abuso, necesitan
firmeza para defenderos, y que sus intereses no se opongan a los vuestros.
Los
tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. La Constitución encomienda al
Poder Ejecutivo, haceros saber las leyes sancionadas por vuestros
Representantes, para que conozcáis los deberes que habéis de llenar, y
las cosas que os son prohibidas, le encarga obligarlos a observarlas, por
que el orden publico no puede sostenerse, sino por el exacta cumplimiento
de los deberes recíprocos le permite emplear la fuerza, ya para contener
las aspiraciones individuales, ya para defenderos contra todo ataque
exterior imprevisto, porque sin esta atribución, vuestra libertad política
y civil quedaría a merced del ambicioso que intentase destruirla, pero es
obligado a dar cuenta inmediatamente al cuerpo legislativo y a esperar su
resolución: porque este poder fuerte, que administra la hacienda
Nacional, manda la fuerza armada, distribuye los empleos públicos, y
ejerce directamente su influencia sobre los ciudadanos, no daría garantías
bastantes, sino hubiese de respetar y reconocer a la ley, como única
regla de su conducta. Velando pues sobre el
cumplimiento de esta, responde a las vez las infracciones que cometa; es
obligado a dar razón de sus operaciones y de su responsabilidad se
extiende, hasta un año después de haber cesado en el mando.
La
justicia. Últimamente el código
constitucional establece un Tribunal Supremo de Justicia, que debiendo
juzgar las infracciones de su Constitución, y los abusos de autoridad,
reprimirá al poderoso por la aplicación de la ley, y desagraviara al
miserable; conteniendo así las personas que desempeñan las funciones de
los poderes constituidos, los conducirá al solo objetivo de su institución,
y los conservara dentro del circulo de sus respectivas atribuciones.
La
independencia del Poder Judicial.
Vuestros jueces en el ejercicio
de la judicatura, no dependerá ya del que manda, ni las sentencias que
pronuncien serán el producto de su influjo; y cuando vuestros
legisladores reglamenten el juicio por jurados, que advertiréis
sancionado, aparecerá entre vosotros por al primera vez esa institución,
cuya utilidad es reconocida por el mundo civilizado. Entonces vosotros mismos seréis
jueces unos de otros, y la libertad civil no dependerá sino de los
ciudadanos; la administración de la justicia no continuara circunscripta
a un pequeño numero de hombres; vosotros determinareis los hechos sobre
los cuales el juez ha de aplicar la ley; os será permitido examinarla, y
aseguraros que es la misma que establecisteis, y a que voluntariamente os
sujetasteis. Los procesos quedaran cubiertos con el velo misterioso de las
formas envejecidas, tanto mas temibles cuanto están menos al alcance del
publico.
Los
DDHH. Tales son las bases que deben
reglar la marcha de los poderes constitucionales. Vuestros representantes
no pueden lisonjearse de una invención; pero si de que regidos pro el
patriotismo y por el interés publico, han seguido las sendas de otros
pueblos trillaron para llegar a su prosperidad, y hacer felices a sus
conciudadanos. Los derechos sociales del hombre han sido respetados: su
igualdad legal, la seguridad personal, la inviolabilidad de las
propiedades, el derecho de petición, el libre ejercicio de toda clase de
industria, agricultura y comercio; la libertad de prensa; el reposo
domestico, el secreto sagrado de las correspondencias epistolares; y
finalmente, el pleno gozo de cuanto al ley no prohíbe, han sido
consagrados en al Constitución. No esperéis, sin embargo que
ello repare instantáneamente los males que vuestra sociedad ha
experimentado; lo que siente generalmente la América, y lo que sufre todo
el país al reformar sus instituciones. No, no es ella solamente la que ha de traernos la tranquilidad interior y la libertad. Es preciso que nosotros le sacrifiquemos las aspiraciones que nos prestemos gustosos, a cumplir la ley, y nos opongamos con firmeza al que intenta traspasarla.
Los medios que nos son
permitidos, los encontrareis detallados en la Constitución; si empleamos
otros; si nuestras opiniones privadas han de dirigir nuestra conducta, en
vano lo juraremos, y en vano esperaremos sus saludables efectos.
Cuidar
el interés común. Ninguna sociedad puede
conservar la paz interior sin un centro de autoridad que reuniendo
alrededor de si la opinión publica del país, el mismo interés común la
haga obedecer y respetar. Por una fatalidad que ha hecho
la desgracia de los pueblos americanos, el espíritu del partido, la
ambición, la codicia, la venganza, las pasiones todas, se han reunido
para desconocer ese centro común, que decidiendo las cuestiones que
motivan las crisis políticas, habría siempre conservado la tranquilidad:
la obstinación, y el empeño en vencer, no han conocido limites; así
todos los poderes han sido vilipendiados y asaltados a la vez; nada ha
sido respetado: y perdido de esta manera el equilibrio que lo sostenían,
las reacciones se han sucedido, y la fuerza armada ha decidido la suerte
de los pueblos, y ha hecho de ellos el juguete de las pretensiones
particulares. ¡Cuantas veces allano el paso
a la primera magistratura, y los que aspiraban a la libertad, los que se
llamaban republicanos, han tolerado con vergonzosa paciencia las cadenas
que les impuso un ambicioso! Veinte años han transcurrido después de
nuestra revolución, y vemos que los nuevos Estados de América no han
conseguido aun consolidar su existencia política. Otro tanto debemos esperar, si
la fuerza es alguna vez entre nosotros titulo suficiente para hacer valer
pretensiones personales. Si no tenemos bastante virtud para resignarnos, y
sujetarlas a los poderes constituidos, nuestra patria no existirá, porque
su existencia depende del sacrificio que hacen todos los individuos de una
parte de su libertad, el uso de la fuerza lo destruye; esta cimienta la
tiranía, o perpetua las reacciones, porque la opresión es el germen que
las produce; y cuando un pueblo tiene un sentimiento uniforme por la
libertad, es necesario que las instituciones marchen a su nivel. No será posible alcanzar jamás
una perfecta consonancia de ideas y pensamientos, pero los trastornos que
resultan de la diversidad de opiniones, cuando no salvan las formas
constitucionales, producen un efecto pasajero que no ataca inmediatamente
a la sociedad, y las personas quedan garantizadas de sus resultados, por
el respeto que aun se conserva a la ley:
mas, cuando los poderes que sostienen la máquina política se
inutilizan, porque los súbditos intentan oponerse por las vías de hecho,
la guerra es el resultado necesario; las leyes quedan olvidadas; las
garantías sociales se desprecian: se rompe todo freno; las desgracias se
suceden; los ciudadanos se desmoralizan; los partidos desconociendo
limites a sus pretensiones, se hacen culpables a la vez, y el país,
corriendo de revolución en revolución, se precipita a su rutina.
La
exhortación. Orientales: la experiencia de
todos los pueblos os demuestra estas verdades; y el convencimiento mismo
que produce debe haceros más recomendable vuestra Constitución. Si os
sentís decididos a defenderla; si os resignáis a nivelar por ella
vuestras acciones; si deseáis la salud de la patria, juradla; porque es
de su exacto cumplimiento que debéis esperar.
Vuestros Representantes se glorían
de encontrar en todos sus conciudadanos este noble sentimiento; y el será
para ellos la mejor recompensa de la constancia
con que defendieron vuestros
derechos, y del interés que se toman por vuestra futura felicidad. Sala de Sesiones de la Asamblea
General Constituyente y Legislativa de la República, a 30 de Junio de
1830.
Declaradas incompatibles por la
nueva Carta las funciones legislativas y las judiciales, Zudáñez dejó
de asistir a la Asamblea para concentrarse en su labor de Magistrado y en
ejercicio de sus altas funciones, falleció en Montevideo el 25 de marzo
de 1832 y sus restos descansan en la Catedral Metropolitana de nuestra
capital. Sin lugar a duda, estamos hablando de un Gran Republicano, que fue un Prócer de América, de un ser humano de alta capacidad moral, intelectual y cívica, que puso en práctica de sus profundas convicciones religiosas. Y cómo es posible que un Prohombre de la emancipación chuquisaqueño de origen, promotor del Primer Grito de 1809, no tenga su monumento nada menos que en la Plaza 25 de Mayo de esta ciudad capital?
Y
termino, afortunadamente puedo decir, esto no es una apología, ni una
frase hecha, que Bolivia y Uruguay, siempre han sostenido una muy buena
relación, por muchos motivos que le he indicado, históricos, culturales,
nuestra antigua pertenencia al Virreinato del Río de la Plata, y nuestra
admiración mediante el desarrollo de los sistemas democráticos, desde la
Constitución Uruguaya de 1830, y la presencia de Don Jaime Zudañez, en
esa Constituyente Uruguaya, han tenido un vínculo y una relación muy
estrecha y muy cordial. Compartimos esta gloria de la historia boliviana,
de la uruguaya y de la del continente americano.
Uruguay en muchas oportunidades, eso tengo que destacarlo, por el gran apego que tiene a su política internacional, a la vigencia del Derecho Internacional, ha apoyado diversas propuestas bolivianas a la solución de su diferendo relativo a la reivindicación marítima.
El
Uruguay comprende y apoya el propósito del pueblo y Gobierno de Bolivia
por alcanzar una plena reintegración marítima, mediante una solución
negociada con la República de Chile y en ese sentido se congratula de las
actuales negociaciones en curso entre ambos países.
Hemos tenido una
permanente actitud de apoyo en diversos foros internacionales, por
una solución pacífica, justa y acordada
que dé satisfacción a las Partes involucradas, particularmente el
acceso boliviano al mar y contribuya al fortalecimiento del proceso de
integración en beneficio de los Estados de la región.
Nota:
[1]
Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, encargada de
elaborar el proyecto de la Carta Constitucional.
|
Diego
Zorrilla de San Martín
Embajador
del Uruguay
Sucre, 23 de abril de 2007
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