Si desea apoyar a Letras- Uruguay, puede hacerlo por PayPal, gracias!! |
Michel
Foucault |
Abstract: Se
pretende al ensayo , visualizar
al pensador y su obra desde sus vicisitudes existenciales y dentro del
contexto histórico. Palabras
claves: Foucault. Filosofía. Mayo Francés. Eribón. Deleuze “El hombre es una cuerda tendida entre
el animal y el superhombre...una cuerda tendida sobre un abismo.” Nietzsche.
Así hablaba Zaratustra. Preámbulo.
Al
acercarnos a Foucault - que también supo admirar a Borges y aplaudirlo -
innumerables lecturas han llegado ágiles,
a brindarnos su ayuda al momento
de rescatar emociones aturdidas en
el descubrimiento de su estatura intelectual. Nuestra
ingenua trampa será poner a nuestro autor en
escenarios espejados en la desigualdad, su mirada y
la nuestra, en la medida que escudriñamos, desde la distancia posible con
morbos póstumos que tanto hubiera despreciado,
las etapas, verdadero vía
crucis, con el cual
identificamos sin juicio
alguno de valor, su vida de persona. La
vida ... la obra. “En
cierto sentido, siempre he deseado que mis libros fueran fragmentos de una
autobiografía. Mis libros siempre han sido mis problemas personales, con
la locura, con las prisiones, con la sexualidad” Foucault. Así se expresaba, Michel Foucault, en una entrevista del año 1981 . Es en cierto modo casi natural, que al abordar esta aproximación a ser humano de tal medida, a la persona intelectualmente construida luego en personaje, el empuje del esfuerzo se proponga en recorrer juntos con los curiosos de su obra , los códigos y claves que desde allí aporta y que son el hilo conductor y razón de su obra. No
mucho después, un 2 de junio
de 1984, a la edad de 57 años, el filósofo francés, luego de sufrir un
desmayo en la intimidad de su departamento parisino, era internado en
grave estado en el Hospital de la Salpetrieme, de donde ya no saldría con
vida. Una neumonía destrozaba sin piedad sus pulmones y accesos
permanentes de tos y feroces migrañas lo atormentaban. Esas
últimas semanas de Foucault, internado casi que irónicamente en el mismo
hospital que muchos años atrás lo había recibido como estudiante de
psicología, y que le sirviera así mismo como escenario de creación para
su Historia de la Locura, no
en vano esas mismas señoriales construcciones habían albergado en el
correr de los siglos XVII y XVIII, a los carentes de discursos
institucionales, diría el mismo, los mendigos, las prostitutas
, los criminales, y cuando no
, los locos. Foucault en
cambio, esperaba allí la
muerte, rodeado de la hipocresía de una sociedad que todavía por
aquellos tiempos no asumía la realidad
de enfrentar otra enfermedad nacida desde lo prohibido y lo oculto,
nueva peste negada y expropiada en todo y de todo discurso , pero que
a él lo
consumía sin remedio : El
sida. La
medicina, desde el pulcro y correcto discurso de
entonces, adjudicaba su
estado a una extraña afección
del sistema nervioso en el mientras tanto que el nuevo síndrome – aún
desprovisto de las luminarias de
la celebridad mediática - terminaba lentamente con la vida de su
paciente , uno de los cerebros geniales
de ésta época.
Irónicamente,
el filósofo que había
dedicado su tiempo vital al estudio de las víctimas institucionales ,
recibe en la práctica y en los hechos, trato de moderno leproso,
estigmatizado en la
enfermedad que portaba, temida desde la ignorancia , así de igual reprobada
socialmente. A la desesperanza … , súmese
la angustia del oprobio. Muerte sobre muerte.
El
25 de junio, al anunciarse oficialmente su fallecimiento, todavía se
habla de tumor cerebral. Su familia, sus amigos y
todo el mundo underground gay al cual pertenecía , sabían en cambio la
verdad. A
su muerte Foucault era titular por derecho propio de un indiscutido y sólido
prestigio académico internacional. Como filósofo comprometido con los
hechos sociales de su época, había desplazado ha Sartre de ese sitial.
En un escenario europeo en
general y francés en particular, muy convulsionado y en beligerante compromiso social, participó en infinidad de manifestaciones y proclamas en
defensa de las minorías oprimidas, fueran estas, los inmigrantes
argelinos, los sindicalistas polacos, los refugiados vietnamitas o los
militantes españoles empeñados en derrocar al dictador Franco y llevados
por éste a las mazmorras o al garrote vil. Sus
libros - dejó inconclusa su
Historia de la Sexualidad, de la cual se publicaron tres tomos de un total
de seis - fueron audaces y provocativos cuestionamientos a las
instituciones y sus sistemas
devenidos en métodos de
control social desde y para los poderes hegemónicas. Sus interrogantes
sobre los orígenes de
la responsabilidad moral, los
fundamentos del gobierno, la
naturaleza del Poder y los límites del conocimiento científico,
cuestionaron primero y debilitaron luego, las
bases de legitimidad de numerosas prácticas médicas, psicológicas, pedágicas
y políticas, obligando y presionando dentro de estrictos y elaborados
diseños téoricos irrefutables, forzando desde estas posiciones de severa
e incuestionable fé epistemológica, muchas
reformulaciones. Las
ciencias humanas no han permanecido inmutables al peso de las preguntas de
Foucault. La filosofía del derecho, la psicología
clínica, la historiografía, la antropología social y
la sociología entre otras, diríamos que la totalidad del campo social,
han debido mirarse nuevamente en profundidad y repensar sus premisas,
buscar nuevas armonías teóricas
y metodológicas, para no estrellarse frontalmente con los nuevos espacios
cuestionadores y la contundencia de
las interrogantes con las cuales obstinadamente el pensamiento
foucaultiano los provoca una y otra vez sin cesar preguntándose y
preguntando por la real
naturaleza de los saberes científicos y la microfísica del poder. Para
nada es ociosa o distraida su expresión reflexiva e interrogante de “
Las palabras y las cosas”: “Como
hacer pensar a la gente lo que la gente no piensa”. Foucault:
el filósofo, el ser humano ... sus máscaras. ...”
No me es desconocido este caminante; hace años pasó por aquí. Llamábase
Zaratustra; pero ha cambiado. Entonces
llevabas tus cenizas a las montañas; ¿Te propones ahora llevar tu fuego
a los valles?¿No temes el castigo que se impone al incendiario? .Así
hablaba Zaratustra.
F. Nietzsche Según
recuerdan y manifiestan quienes eran sus íntimos – y bien
sabemos hoy cuan pocos eran - con muy pocos , si con alguien, compartía
sus dudas e infiernos personales. Era
un hombre reservado, discreto,
de largos silencios, siempre sobrecargados de tensiones y enigmas.
Solamente el desgaste sicológico y físico de sus últimos días,
debilitaron la patológicas barreras que adoptó y supo mantener durante
toda su vida para proteger sus emociones de la vista y el conocimiento del
mundo circundante. Vivió muchas vidas diferentes, separadas por rígidas
fronteras, compartimentación extenuante que aún así
las mantenía con férrea
y obsesiva disciplina. Fue
un académico de prestigio inmenso,
provocó adhesiones y amores incondicionales, también rechazos y
odios tan irracionales como brutales.
Fue un activista político comprometido no solo con su comarca sino con el
hombre planetario, hurgó, a veces en los imprecisos límites de
la perversidad, en las
subculturas urbanas contenidas y reprimidas en las solapas y dobleces
de la sociedad burguesa, a la cual, aceptándolo o no , pertenecía de
cuna y de vida y de cuyos favores gozó como cualquier
buen burgués sibarita. Supo también concentrar su vida y su
cerebro, en un encierro intelectual a cal y canto, y cual extraño monje
medieval vivir en los límites físicos de la resistencia
y de la abstinencia durante largos procesos de investigación y
estudio. Fue
también un notorio homosexual y como tal ya en las postrimerías de lo
que fue su vida, ya toda una celebridad intelectual participó desafiante en el
Desfile del Orgullo Gay de
1982 en Toronto Canadá . Su
vida en definitiva no transitó por apacibles senderos de paz y armonía,
la intención y alguna tentativa de
quitarse la vida, fueron también parte de su existencia. Mantuvo a sus
familiares y sus íntimos, entre ellos a Daniel Defert, quién fuera su
pareja por más de 23 años,
siempre compartimentados de la mayor parte de sus actividades y de
sus proyectos en curso. En
su último mes - mes de agonía - Foucault
recibía en forma cotidiana la visita de Hervé Guibert, a quién conocía
desde 1977, ambicioso
fotógrafo de talento, periodista del diario Le Monde en temas afin
a su profesión, poseedor de una agraciada presencia física y una
personalidad pendular entre lo angelical y lo diabólico,
verdadero dandy posmoderno de
la escena parisina, encantador, dueño de un verbo ágil e inteligente a
la conversación, en la constante competencia de querer ser lo más elegante y brillante de la juventud intelectual
gays que frecuentaban la casa del maestro. Fue su postrer romance. También
el que en su su
debilidad enfrentado a la muerte, tomó sin demasiados pudores ni
miramientos y en el final
sus secretos tan celosamente guardados, los cuales
enfrentaron a Foucault seis años después de su muerte a un nuevo
y póstumo gran escándalo,
al ser hechos públicos
disimulados bajo forma narrativa de
cuento “ Los
secretos de un hombre”, en cuyo desarrollo un cirujano poseso trepana el
cerebro de un filósofo y encuentra los “discursos sin máscaras”
“los túneles llenos de reservas, secretos almacenados, inconfesables e
inconfesados episodios de infancia “. Luego vendría ,
en texto más explicito y en formato
novela: “Al amigo
que no me salvó la vida”, allí
sus biógrafos con poco
esfuerzo reconocen a Foucault,
a Defert y su círculo de excéntricos
personajes , entrecruzados sin piedad en
sórdidas prácticas
sadomasoquistas rodeando a Muzil,
protagonista y filósofo
también por añadidura.
Guiber
que no supo de demasiada paciencia
al traicionar
tempraneramente la memoria de
su amigo, publica sus relatos
en 1988, lo alcanza también sin demasiada espera el bíblico fin del
traidor , judas moderno, consumido por
demonios que lo persiguen desde
sus culpas y por su propio Sida, se suicida en
1990 con una sobredosis de barbitúricos. Paul-Michel
Foucault y la familia patriarcal. “Querido
Padre: hace poco me preguntaste porqué digo que te tengo miedo. Como es
habitual, no supe que contestarte; en
parte, porque en la justificación de dicho miedo intervienen demasiados
pormenores para poder exponerlos con una aceptable consistencia.” Kafka.
Carta al Padre. Sus mecanismos de evasión:No será Paul... tampoco será cirujano. Paul-Michel
Foucault, nació el 15 de octubre de 1926 en Poitiers, una vieja ciudad
romana, con una población no mayor a los 45 mil habitantes, era entonces
de hecho y de derecho un provinciano, lo cual significa – lo aprendería
muchos años mas tarde en su vida- en
el presuntuoso y sofisticado ambiente intelectual parisino todo un
escollo.
Fue
el segundo de tres hermanos. Francine , era 15 meses mayor y su hermano
Denys, cinco años menor. Todos guardando mucha semejanza física entre sí,
rebeldes cabellos rubios,
bellos ojos azules y sus
prominentes narices.
En
la familia paterna, era tradición que el primogénito no solo se llamase
Paul, sino que debía ser médico. De lo primero lo liberó el carácter
de su madre, que negoció el guión y el Michel como nombres de pila,
aunque fue conocido en ámbitos familiares y hasta
su mayoría de edad como Paul, cuando al llegar a esta renegó legalmente
del nombre impuesto, quizás liberándose , simbólicamente también de su
padre de quién también renegó siempre por su carácter severo,
autoritario e intransigente. Su
abuelo paterno, Paul Foucault, también fue médico según imponía la
tradición familiar, pero sin disciplinar
a la misma su conducta,
hombre bohemio, descarriado bebedor, de ideas socialistas
descalificantes para su época y clase social, ejerció la medicina como
un arte entre los más pobres, sin cobrar casi nunca, por lo que, simple
consecuencia aritmética, terminó muriendo tan pobre como su clientela,
no dejando otra herencia a sus descendientes que su nombre en una calle
que el Municipio de Nanterre designó e integró a su nomenclator con su
nombre y título: Doctor Paul Foucault. Paul
Foucault, hijo, no repitió ni la
historia ni la experiencia, por el contrario, se hizo cirujano, trabajó
para las elites, contrajo un muy conveniente enlace matrimonial con la
acaudalada hija de uno de sus profesores, a quién a su muerte heredó,
prestigio, clientela fina y caras propiedades.
Cuando
Paul-Michel, nació, ya su hogar era un lugar cómodo y próspero y tal
fue el tono en el cual se desarrolló su primera infancia
y su adolescencia, siempre protegido
del autoritarismo en ocasiones déspota de su padre por la bondad
de su madre Ann.
Educado
católico, tomó la Primera Comunión, y llegó a integrar el coro de su
Iglesia. El álbum familiar encuentra al niño de ojos azules grandes y en
asombro, vistiendo de
monaguillo. Estas experiencias le ayudaron a escribir años más tarde
sobre la Iglesia Católica: “Es
un instrumento de poder soberbio..., tejido por completo con elementos
imaginarios, eróticos, carnales y sensuales (…)” Michel Foucault y la escuela. “Aquí
se cuenta la historia de un tigre que se crió y educó entre los hombres
y que se llamaba Juan Darién. Asistió cuatro años a la escuela vestido
de pantalón y camisa, y dió sus lecciones corrientemente, aunque era un
tigre de las selvas; pero esto se debe a que su figura era de hombre...”
Juan
Darien. Horacio
Quiroga. En
el año 1943 concluye con notas sobresalientes y supera, no sin lesionar
para siempre la relación , la pulseada a su padre,
negándose al determinismo de un indeseado futuro de médico.
Algunos biógrafos sostienen y otros rechazan la existencia de un episodio
comentado por algunos de sus amigos, y que según ellos siempre vivió en
él, la
traumatizadora experiencia que vivió siendo poco más que un niño
al ser obligado por su padre
a ingresar a quirófano y presenciar la amputación de una
pierna, terrible pretensión paterna de endurecer y virilizar su personalidad.
El episodio, que llenaría de
horror y terror sus pesadillas nocturnas toda su vida, estuvo presente en
su intento de suicidio
en épocas de estudiante,
hecho sobre el cual existen distintas versiones.En uno de ellos se flajela
brutalmente el pecho con una daga. Son
tiempos lógicos de estimar
el procesar de angustias, miserias y miedos juveniles y mirar
su homosexualidad en el contexto de una sociedad explícitamente
homofóbica. Ingresa
a la Ecole Normale Superieur de París, lugar de privilegio para sobre
dotados intelectualmente y se inclinó por el estudio de la Psicología,
habiendo tenido profesores de la altura de Henry Ey, Jacques Lacan,
y otros. Su capacidad intelectual unida a su meticulosidad
perfeccionista lo hizo transformarse en un experto en el manejo del test
de Rorscharch. Didier
Eribon, uno de sus biógrafos, está dentro del grupo que
vincula sus intentos de suicidio en esta su época como
“normalista” con las angustias provocadas por el manejo culposo
de su homosexualidad. Otros autores no dejan de lado y suman a esta
hipótesis, las presiones a que eran sometidos por las exigencias de la Escuela, en un
ambiente de permanente competencia que era tradición institucional,
siendo permanente el recordatorio a la larga lista de celebridades que habían
pasado por dichas aulas, desde Emile Durkheim,
Raymon Arón, Jean
Paul Sartre, Georges
Canguilhem y otros. Fueron así mismo sus compañeros estudiantes, aunque
no todos de la misma generación, Jacques Derridas, Jean Ranciére, Luis
Althusser entre otros que
luego serían prestigiosos
intelectuales. Algunas de sus pesadillas infantiles, se descubren en El Nacimiento de la Clínica, donde establece nexos entre los impulsos sádicos y el origen de la medicina moderna o en Vigilar y Castigar, en donde ubica a su lector en primera fila a presenciar el suplicio por desmembramiento del regicida Damiens hecho ocurrido el 2 de marzo de 1757. La
violencia y la crueldad excitaron la curiosidad y el interés de Foucault
durante toda su vida. En ocasión de sus viajes a EE.UU. en los 70 a
dictar conferencias en Universidades, aprovechaba sus noches libres para
frecuentar los centros de sado-masoquismo que proliferaban en Los Angeles. Tuvo
su guerra privada con el fascismo, pero según él, no solamente contra el
visualizado en las figuras de Hitler y Mussolini, sino especialmente , el
que anida oculto en la cabeza
de la gente. Su homosexualidad y la publicidad que pudiera tomar la misma, le generaban también grandes preocupaciones acerca de lo que pudieran influir en su futuro académico.
Desde
su anhelada pretensión de
construirse una carrera en la
Enseñanza Universitaria, sabía que su conducta homosexual podría llegar
a destruir sus posibilidades; viejas
normas administrativas francesas, determinaban como un requisito
imprescindible para acceder a cualquier cargo en la administración Pública
“una moral intachable” y estamos en tiempos
en los cuales sobrevivían aún normas
especificas que consideraban inmoral para los hombres
bailar uno con otro, o concurrir a lugares en donde se practicara la
pedestería, y en Francia los profesores son empleados estatales. Foucault
y el “establishment.” “Las tres leyes robóticas.
Manual
de Robótica. 56ª. edición año 2058.” Yo,
Robot. Isaac Asimov. A
su muerte el prestigioso y políticamente
correcto diario Le Monde, destacó que
Francia había perdido no solo a un gran filósofo, sino a un combatiente
de las causas populares. Durante
un tiempo en la década de los 50, inducido por Althusser, se afilió al
Partido comunista francés, seducido
confeso de Nietzsche, al punto
que en su aproximación al marxismo se definía como un marxista
nietzschiano. pero pronto dejó de cotizar y
pagar su afiliación , confiándole a sus íntimos su desencanto y
rechazo al machismo homofóbico de muchos de los dirigentes y militantes.
Nunca más se asoció a partido político alguno, sin embargo sus
actividades políticas y militantes adoptaron diversas formas, todas ellas
de compromiso. En
los 70 formó un grupo al que denominó : De información sobre las
prisiones, con objetivos de mantener permanente vigilancia sobre las
dimensiones de poder que la Institución Prisión ejercía sobre los
ciudadanos penalizados y detenidos . Ayudó
a organizarse a los disidentes soviéticos, cuando los mismos eran aún
vistos como traidores al comunismo y cipayos a sueldo de las grandes
potencias occidentales y sus aparatos de propaganda ideológica. Guerra fría
o paz caliente en pleno apogeo. Apoyó
las campañas francesas que intentaban legalizar y despenalizar el
aborto y participó de infinidad de
actos de solidaridad con los grupos de inmigrantes y minorías étnicas
tercermundistas en Francia. No
obstante esta su frontal postura
contestataria, procuró y obtuvo del sistema agregaturas culturales en el extranjero, en
las cuales destacó como
conferencista con sólida erudición en literatura y arte francés. También
escandalizó y logró sacar a
los suecos de su pasmo helado a bordo de un lujoso Jaguar estrepitoso o
desde el jolgorio desenfadado
y ajeno a toda convención, de las
fiestas pobladas de “gays” que convocaba en
su casa en las cuales el gusto por la gastronomía cara y exótica ponen
de manifiesto las aristas burguesas de su historia personal familiar.
También,
justo es decirlo, se
hace meritorio acreedor a la expulsión al violar el estatuto diplomático
que lo amparaba al brindar
apoyo a estudiantes argelinos
que pertenecían y militaban para
el Frente de Liberación Nacional. También fue designado para iguales cargos en Polonia, donde los Servicios Secretos no lo dejaban en paz y lo vigilaban con descaro y sin descanso. Alemania lo recibió en los primeros años de los 60 y luego en el 67 y 68 estuvo en Túnez, en donde inició el ritual que lo acompañaría hasta la muerte, afeitarse la cabeza para ocultar su incipiente calvicie que lo humillaba. Vuelve a la Francia justo al tiempo de observar como París regresaba lentamente a la normalidad luego de los tumultos del mayo del 68, con su prohibido prohibir y la advertencia dura y lírica al sistema de que quizás cortaran las flores pero no detendrían jamás la primavera. Ese era también claramente el mensaje y el sentir de su corazón y de sus sentimientos, sabiéndolo o intuyéndolo, y en el pesar de que a diferencia de Sartre , que si lo hizo, no participó por ausencia, en las revueltas, el mundo estudiantil de todas maneras, antes, durante y después lo consideró, lo amó y mimó como uno de los suyos. Un
25 de junio de 1984 a la edad de 57 años falleció Michel Foucault.
Ese
29 de junio varios cientos de personas, entre las que se encontraban la
elite del París intelectual
y artístico, alertadas de la intimidad extrema en que se desarrollaría
el funeral, reunieron
en espontánea convocatoria, pesadumbres y congojas fuera de la morgue del
Hospital de La Pitie-Salpetriere a escuchar una voz quebrada por la emoción
que comenzó a leer: ¿De que sirve esforzarse por saber, si sólo se asegura la adquisición de conocimientos y no, en cierto sentido y con la mayor extensión posible, la desorientación de aquel que sabe?[...] ¿Qué es hoy la filosofía, es decir la actividad filosófica- sino el trabajo crítico del pensamiento sobre el pensamiento, sino consiste en un intento de conocer y hasta que grado es posible pensar de modo diferente, en lugar de legitimizar lo que ya se sabe? La
voz, la pena y también las lágrimas, eran de Gilles Deleuze; el texto,
un pasaje profundo y rotundo recortado de la Introducción a El uso de los
Placeres, uno de los últimos libros publicados de Foucault.
No
es necesaria demasiada imaginación para recrear ese espacio.
La magia conmovedora plena y repleta del genio y del duende , de
vida múltiple, rápida y sorbida hasta extremos y límites donde lo
desconocido engendra y potencia miedos en los comunes. Ser extraordinario,
carismático, auténtico y osado portador de visiones contrarias desde los
llanos espacios de los dominados, diferente
y diverso, generaba vínculos
alucinantes de parte de sus personas queridas, que lo lloraron con amor y sin consuelo.
El cortejo se dirigió a 300 kilómetros de allí hasta el pequeño cementerio de Vendreuve du Poitou, donde lo esperaba Michel Albaric, sacerdote domínico de Saulchoir, en cuya biblioteca Foucault encontró uno de sus escasos ámbitos de paz y serenidad para el desarrollo de sus trabajos, y a la cual , en aparente contradicción con su postura escéptica y anticlerical radical, aunque se le estimaba mas agnóstico que ateo, legó parte de su fortuna. Encargado por la dolorida madre de la organización de las exequias fúnebres, le aclaró a esta que consideraba una traición al amigo muerto enterrarlo cristiano, conocidas como lo eran de todos sus posiciones filosóficas. Finalmente,
el ritual fúnebre que acompañó a Michel Foucault, debe haber sido del
agrado de su espíritu. En un
espacio de sobria ceremonia
de meditación y recogimiento, rodeado de pocos, tan solo sus familiares y
amigos íntimos, el sacerdote luego de un largo silencio, arrojó rosas en
su tumba abierta, exclamando: Que
Dios te guarde, Michel. Enfrentados desde este ensayo a su tumba, rotunda de muerte, entierro y realidad, en la fantasía onírica de un extraordinario privilegio otorgado en sueños, hubiéramos intentado llevar paz y armonía a su alma, despertando su emoción, invitándolo, y creemos también que al compartirlos se habría identificado plenamente en la dolorida y sufriente belleza de estos versos : |
Tomé
en la mano mi Poder y
me fui contra el Mundo. No
era tanto como David tenía, Pero
yo era dos veces mas osada. Apunté
mi guijarro... más
yo misma, fue todo lo que cayó. ¿Era
Goliat muy grande o
era yo muy pequeña? Emily Dickinson. 1830.1886 |
REFLEXIONES
Y DISQUISICIONES FINALES.
“Represéntate
ahora el estado de la naturaleza humana respecto de la ciencia y de la
ignorancia, según el cuadro que de él voy a trazarte. Imagina un antro
subterráneo que tiene todo a lo largo una abertura
que deja libre a la luz el paso, y en ese antro unos hombres
encadenados desde su infancia, de suerte que no puedan cambiar de lugar ni
volver la cabeza, por causa de las cadenas que les sujetan las piernas y
el cuello, pudiendo solamente ver los objetos que tengan delante[...]”.
Platón. La
República.
¿Que hacés?
Leo,
respondí sin mirarla.
¿Qué cosa?¿Qué es leer?
Palabras.
¿Están todas en el libro que lees?
Todas.
Juan Carlos Onetti.
Cuando ya no importe. A
Modo de Conclusión. Un
trabajo está terminado,
cuando quién lo suscribe, aquel que lo ha autorizado, se satisface en él,
se reconoce en el, cuando lo siente, trascendido mas allá de lo mero racional, concluido. Dentro
de este marco y método, el haber de intención, el sostener como ideario
de propuesta, juntar a Foucault y a nosotros en escenarios
existenciales comunes por más que diferentes, realmente ha sido un
gratificador y estimulante desafío.
Conociendo
su vida, entenderemos mejor sus ideas. Conociendo sus ideas, no tememos
aseverar que comprenderemos y seremos justos y generosos con su vida.
Todas ellas, el haz completo, sin
estetizar ni aplicar proceso alguno de aligeramiento,
aún en aquellas difíciles de ubicar en las prolijas comodidades
de los cánones convenientes. No
otra ha sido la meta.
Dar forma cotidiana a episodios
vitales de quién , sin protocolo alguno de invitación,
nos introducimos
atrevidamente en su vida. Corporizar, hacer aprensibles las abstracciones,
que no por serlo deben ser abstrusas, está también en el espíritu de nuestro intento. Toda
construcción humana, intelectual en este caso, no aspira alcanzar
perfección o finitud alguna –menos aún puede para nosotros ser una
pretensión legítima- nos es suficiente crédito ser mero admirado
lector, atrevido a escritor, saliendo no sin timidez a una proximidad de
tuteo con una personalidad de las características y complejidad de
nuestro personaje, objeto de este trabajo. Sabemos de las medidas
humanas, conocemos las nuestras . Tampoco tómese esta aseveración
como un acto soberbio.
Todo este proceso de aproximación a Foucault, solamente aceptaría
la culpabilidad de haber sido pretencioso
de procurar un episodio de
satisfacción espiritual y su alimento. Si se le encuentra valores
compartibles, aún mínimos, mejor y mas satisfacción . Foucault diría: “Debe recalcarse que yo no suscribo sin restricción lo que he dicho en mis libros” Este
cuando que mencionamos, como espacio temporal, se proyecta también, hacia
esa otra dimensión –cuando- dimensión de los pensamientos
transformados en conceptos, dentro de un bien cerrado
espacio, acomodado y satisfecho dentro de sus perímetros, desde
lo simbólico, en el imaginario que de antemano intelectualmente habíamos
ideado. Así
mismo lo expuesto, lo comunicado, la expresión de la idea a la cual hemos
ligado y adherido casi siempre trabajosamente todo el edificio discursivo
hacia donde dirigimos la propuesta, ha transportado siempre la honesta
mínima osadía de exponerse francamente en desnudez, al tiempo
que como todas, cómplice en
pudores coloca cierta
incomodidad en la revelación . Resulta
complejo distanciar, discutir personajes de tal peso crítico, sin que en
ello intervengan en forma explícita, toda la carga personal que los
autores en sus descubrimientos, trasladan y ponen en sus lectores al
descubierto. Transferencias y contratransferencias.
Toda la libido encendida en la ansiedad y curiosidad, dispuesta,
pronta a dispararse y a
partir de allí iniciar desde el casi desorden, desde el caos, la búsqueda
del nuevo saber. También
funciona el cuando, en el prudente tomar tiempo y distancia del
objeto , ese complejo y fatigoso proceso
durante el cual hacemos real la construcción idealizada en
nuestras mentes, criatura
recién creada y nos permitimos verla, tocarla, olerla, sensualizarnos en
la belleza que al momento de darle vida soplamos en ella y entonces,
finalizado ese proceso por demás agónico, sentimos armonía, descanso,
paz, nos sentimos sencillamente en bien-estar y desde ese conquistado espacio, compartir el logro. Bajo
ninguna forma o manera discurrir escribiendo nos acerca a
categoría de autor,
figura conceptual
de Foucault, que solo se compadece y se concede, únicamente es compatible
con aquellos capaces de crear
textos, creadores y multiplicadores ad-infinitum a su vez de otros muchos
textos, y con ello la apertura a posibilidad sin límites.
En
sus propias palabras les llamó: iniciadores de prácticas discursivas. Lejos
estamos de tal posibilidad, a la cual aludimos en única razón de hacer
explicito, lo que de todas manera debe estar supuesto.
Líneas
antes, quedado Foucault en la paz de su tumba, ya hecho
historia, ya parte de memoria, reflexionaba,
cavilando a solas
conmigo, que aún desde la serena satisfacción de la construcción
lograda, gestada en el diálogo
fecundo con lecturas recientes y sus producidos, que me devolvían toda
vez requerida, los matices de pasión, los ardores de las luchas, el juego
sutil de fantasías e ilusiones corporizándose, también y humanizando
persona, actores y personajes, los pequeños y grandes quebrantos y
debilidades, materializadas en secuelas de pequeños y no tanto, los
distintos y diversos escenarios y escenas de frustraciones y sufrimientos
del personaje y su vida
tomados en préstamo para estas reflexiones.
Cada
uno en su medida, cada uno en la medida. Aún así presentía que faltaba
algo. Por lo tanto faltaba el
todo.
No
obstante, hecho balance,
encuentro y allí están explícitos, accesibles, disponibles, expuestos
desde la sencillez y con respeto, desde la honestidad sin piedad,
todo el fatigoso proceso, la dinámica complejidad existencial, luminosa y
creadora de las vicisitudes que son las que producen en definitiva esas
instancias de cruce de Foucault-Persona, Foucault-Autor, Foucault-
Realidad, en el compromiso de
sortear las corrientes
vitales, de enfrentarse a las encrucijadas, de decidir caminos, permitirse
la audacia de recorrerlos aún sabiendo que de trecho en trecho lo esperan
ceñudos personajes emboscados, antiguos brujos temerosos, en extremo
peligrosos por tanto.
También un nutrido panteón de viejos dioses, descansados en la cómoda legitimidad de muchas sumas de obsecuencias, es en ese escenario que resuena la discordia, la voz que llama a pensar y repensar, no hay posible duda del estruendo y conmoción causada. Y esa es algo de la idea.
También
el porqué y las presunciones elaboradas en torno a ese porqué
lo temen, casi sin
pretenderlo trae y se
enfrenta a esos dioses diferentes, arrastra tras de si corrientes
ciertamente emparentadas con viejos demonios,
“vigilar y castigar”, la neo-inquisición normalizadora , es de verdad
que tantos y por tanto tiempo, excluidos de discursos, de ser liberados no
habrá duda que transgreden,
que contestan irrespetuosamente a los viejos tiempos y sus inamovibles
paradigmas, peor aún, quizás hieren de muerte, probablemente de ser
dejados en libertad, derroten, y al producir
y crear sin cesar todo un sinfín de interminables correlatos, que
estructuren una nueva realidad a la cual aún en el disenso, y aún a este
lo convierte por el absurdo en una de sus principales herramientas, deban
detenerse los sentidos,
aguzar el oido y escuchar, avisar el entendimiento y comprender, aunque no
necesariamente se esté de acuerdo. Es
a la osadía de Foucault, dueño y señor feudal de sus discursos,
magistral autor, arqueólogo sin igual, de todos, de nosotros
y de si mismo, que en definitiva deben su razón de ser estas páginas. Desde
un horizonte poblado de interés y lecturas
antropológicas, y por lo tanto nada menos que en la proximidad curiosa de la búsqueda del hombre
especie y su cultura, y en
los cuales con más asiduidad instalamos
nuestros intereses, sentimos, interpretamos
el pensamiento foucaultiano penetrando profundamente en la
disciplina, bueno es decirlo, no siempre amorosamente, mas diríamos, que
muchas veces mas próximo a espacios y tiempos
ancestrales de brutalidad, golpeando
impío, abriendo heridas nuevas y golpeando, tanto en las antiguas
como en las recién abiertas, sin consideración, inmisericorde. Sal en
las llagas. La antropología, deberá soportar está cura en dolor, deberá
soportar los embates ideológicos de Foucault y desde la solidez epistemólogica
que enmarca metodológicamente a la disciplina, responder con nobleza y
buscar el enriquecimiento: “¿qué valdría el encarnizamiento del saber si sólo hubiera de asegurar la adquisición de conocimientos y no, en cierto modo y hasta donde se puede el extravío del que conoce? Hay momento en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de cómo se piensa y percibir distinto de cómo se ve es indispensable para seguir contemplando o reflexionando[...] Pero ¿qué es la filosofía hoy –quiero decir la actividad filosófica- sino el trabajo crítico del pensamiento sobre si mismo?¿ Y si no consiste, en vez de legitimar lo que ya se sabe, en emprender el saber como y hasta donde sería posible pensar distinto?” Foucault, M., 1998: 12. Sus
obras, a las que muchos eruditos, en cantidades
impertinentes de sabios diversos y
demasiados charlatanes de todo el orbe, han acudido en tropel, unos en
sentido y en propuesta de amor y respeto hacia quién
recuerdan y ritualizan
como maestro, los otros clamando ejemplar venganza contra quién los
golpeara y aturdiera, nuevo anticristo,
dejándoles el duro legado de iniciar otra vez el duro camino de
enfrentarse a descifrar nuevos e intrigantes jeroglíficos. Algunos otros
simplemente, casi que
honestamente, lucrando.
Ya
nada es cómodo, ya nada es como era, para bien o para peor, pero de tales
premisas, se adhieran a ellas en fuerte discurso, o sean susurradas en
temor en los pasillos intrigantes de
elegantes y prolijas academias, todos lo saben. Todos sabemos
ahora, el nuevo mensaje, también sabemos que embarcarnos en el, es
respetar las reglas, permitir que bordeando peligrosos límites sádicos,
flagele nuestro intelecto, que le permitamos regodearse, soberbio e
insultante, en su premeditada muerte de
conceptos ciertos, seguros y cómodos, llevando a sus lectores a la
mas profunda sentina de las galeras, al esfuerzo creador dinámico, fértil
y paridor. Bíblico en dolor
como este, por supuesto. Nadie pretenda, nadie aspire ingenuamente, a
introducirse en el laberinto que Foucault le fija como hijuela intelectual
al mundo, sin sacudir de si
mismo, sin alterar casi sin compasión los apacibles currículos en los
cuales nos sentíamos seguros, cómodos, tranquilos. Los
viejos buenos tiempos, ya no serán tan buenos, pero sí ... serán tan
viejos. Nietzscheano
absoluto y visceral, acude siempre, no olvida nunca, beber hasta saciarse
de los jugos vitales , en las raices profundas en
entierro, en la áspera rugosidad del tronco sólido y en la
frondosa copa del árbol magistral, en donde ocultos pero existentes, sabe
que están allí, y allí encontrará los nutrientes que busca y necesita.
Son los mismos frutos que en devolución, en alimento, en el ejercitar de
su propio y vocacional magisterio, en el dominio de sus universales
espacios aúlicos, en la magia carismática de su genio docente, trasladará,
llevando calor y luz, como los viejos fuegos inextinguibles, poblará las
incertidumbres fermentales y las
inquietudes agónicas de sus discípulos. Y al fin, a todos nosotros en
nuestras respectivas medidas. Veamos
si me entiendo, veamos en definitiva, si puedo alcanzar elaborar un texto
y dar de el explicaciones inteligibles. Sería estúpida soberbia y
pretenciosa meta, desarrollar seudo-sesudas razones sobre Foucault,
autopsiar sus obras, creer que se puede abrir, cualquiera
sea de sus libros y así sencillamente, en ámbitos como el presente, de
por si iniciáticos del quehacer intelectual, tanto de creador
como de criatura, y
extraer de allí verdad a
trasmitir.
Ni
aún desde un uso abusivo e irreverente, para el caso específico,
negligente por impericia, de su impertinente
y provocadora caja de herramientas, no nos transforma ni nos titula en
saber alguno, no nos estuvo proponiendo el viejo fauno calvo,
un sistema intelectualmente bravucón prepotente, no practicó como
sistema la prudencia, pero no lo hizo pecador de imprudencias,
nos dio la posibilidad de optar por el instrumento con que
enfrentar a los prepotentes, sin encerrarse ni encerrarnos en herméticos a
la vez que estériles paradigmas; epistemológicamente
estamos hablando de un salto gigante, de medidas inconmensurables. No
puedo dejar de sentirme y me siento, muy próximo a Deleuze su amigo
“complice” , quién alguna vez y día lo definió como el poeta
autor que había construido la Arqueología del saber,
derramando en sus páginas, ausentes
de toda economía, la poesía,
poiesis, creación total, a
la par de regalar, ausente de
todo lucro, su genio
superior, pero empeñando en ello el
corazón.
Foucault,
solo consideraría la opinión, de validarse a la poesía como
institución liberadora, esta es la idea fuerza de toda su obra. No temer
los desacuerdos. Bucear
ansiosos en éstos, sabedor confiado , es en la fatiga de la búsqueda que
se obtendrá lo nuevo.
No
es generosidad fácil, ni
escenario y acto lujurioso de narcisos
arrojándose flores en el mismo estanque,
como algunos de sus críticos mezquinamente, enfrentando desde la
mediocridad al genio superior, dirán : “se tiran flores”. Están allí
expuestos los argumento, es solamente necesario el simple acto alfabeto
del descubrimiento, está en
su escritura, se le encuentra en el siempre
laberíntico y no fácil proceso de traducir significados velados y explícitos,
un juego sensual de descubrimiento, la curiosa mirada al otro diferente, la pulsión ansiosa de
aprehender, de poseer lo deseado.
Muchos
observan su obra desde la laxitud, también algunos muchos la descalifican
o trivializan desde la incomprensión. Casi todos ellos se han negado un
esfuerzo más, los tiempos no caducos de eterno retorno a tiempos de
pensamientos frivolizados y hechos sumisos, lo superficial y anodino , fácil
multiplicación de información y circulación cultural digerida,
atomizada, sometida en sus esencias, fácil y rápida lectura, correctas,
por lo tanto sin el más mínimo riesgo de preguntas , reader digest,
aviso antiguo de globalizaciones nuevas, masificación, procurando el no
pensar, la felicidad del tener, no es nada sencillo aproximarse a las
orillas que
acercan a límites de
peligro, pecaminosos, de
agotamiento, allí donde cede toda autoridad, en donde se resigna, donde
reina la certidumbre, doña y tirana de viejas y dóciles estructuras, y
allí es donde se encuentran,
donde residen, viven, sienten, a veces aman,
otros sentimientos que la moral dominante teme y reprime :
Foucault y los significados.
La
vorágine de curiosidad con que atrapa Foucault la sexualidad, su concepción
intelectual y el diseño que hace con su pensamiento de lo que el sexo representa , en lo que se permite,
en lo que se admite, y en lo que no,
cuanto es el cuanto de lo que es
reprimido, ese ritmo intelectual no pierde jamás su armonía,
se desplaza incontinente a través de toda su obra, su aprehensión
solo requiere y llama a toda voz a los
intérpretes. Devengan estos de represores, o reprimidos. O ambos,
de hecho y asumámoslo de una buena vez, en relación harto frecuente de
viejos cómplices , atávica y lujuriosa pareja
en convenida unión
libre. Lo
sabía, lo hizo manifiesto mas de una vez, pensamos que también era lo que
deseaba, su letra irreverente, transgrediendo, agónica, pretendiendo
despertar, golpear en la sensibilidad dormida en los precisos sitios
amables y tibios, cómodos,
ciertos y previsibles, arrulladas en discursos digeribles, pero también
Foucault sabía cuanto de falaz e hipócrita estaba también instalado en
comodidad en tantas digestiones satisfechas. También y por si no ha
quedado aún claro de la lectura de sus libros, sabemos inmediatamente que
desde su lugar de observación, no hace de su mirada escrutadora y curiosa
con que fija atención en la
sexualidad, una obsesa idea genital, solamente vinculada, preocupada,
dictada por el sexo. Concentra interés en otros
espacios, concéntricos o no, que eso no importa, ya que si
importan las ideas que despierta, la visualización y con ella la
concientización del cuerpo, la
valoración de los cuerpos. La obediencia que
nos fija y declara en las búsquedas no solo de placeres sino de
felicidades. Así nos acerca a este su pensamiento en
La voluntad de Saber. “Entre
cada uno de nosotros y nuestro sexo, el Occidente tendió una incesante
exigencia de verdad: a nosotros nos toca arrancarle la suya, puesto que la
ignora; a él, decirnos la nuestra, puesto que la posee en la sombra. ¿Oculto,
el sexo? ¿Escondido por nuevos pudores, metido en la chimenea por las
tristes exigencias de la sociedad burguesa? Al contrario incandescente.
Hace ya varios cientos de años, fue colocado en el centro de una
formidable petición de saber.” Foucault, M.,1998 : 95, 96. Creemos
no equivocarnos en observar dos tipos de pensamientos que viajan paralelos
sin que ello implique que sean ni contrarios o enemigos. La sexualidad
en lo que hace a las disciplinas del cuerpo, a sus economías y la
otra quizás más propia de valoraciones biologicistas cuando de la misma
sale la pulsión-explosión, que perpetúa la especie.
Que Puedo?... se pregunta. Que es el Poder?...
repite. Parece
ser túnel interminable, gran
escenario por donde a velocidades que aturden y confunden viaja
incesantemente lo social y los humanos,
actores agónicos en la obra . Foucault,
lleva y trae sus concepciones conmocionando
siempre, y
conmoviendo sin cesar. Nos quita el
piso cierto , debilita nuestras
firmezas, para llevarnos a la incertidumbre y convencernos
de que esta, puede constituir una excelente compañera de la
verdad.
Para
mucho escándalo nos quita el fácil, infantil gozo de ir contra el poder
desde nuestras inseguridades, en lo básico, nos descubre la existencia de
leyes impresas en nuestros razonamientos, las que permiten a este
relacionamiento y razonamiento su perpetuidad. Nos quita de golpe la idea
cómoda de tenerlo considerado cual socio perverso y terrible de la
represión, en todas sus formas, siempre como acción. Al
complejizarlo, a la vez que nos golpea en nuestro modorra, secciona toda
posibilidad de tranquilos adormilamientos satisfechos,
altera esa tan discreta digestión de nuestras vidas de relación
detrás de la cual nos atrincheramos y lo ubica en su esencialidad, en la
nuclearidad de verbos distintos, poderosos,
y para el común, extraños, también lo sublimiza ,
lo hace creador. Toda
su obra es una advertencia, son sutiles y muchas veces, mas que
disimulados, escondidos destellos de advertencia, una invitación a una
relación de constante vigilia con el poder, a sospecharlo siempre, pero
no hay en
su discurso intención alguna de velar ni menos negar, lo que este
tiene implícito de creador y en tal condición detonadora, factor
deseable, indispensable a la especie,
en su alrededor el hombre hará girar todo su proceso descubridor,
de él y de su relación con el mundo.
Lo
que incita, lo que suscita y en la medida que
produce el poder, así
lo transmite en Microfísica del Poder: “De
forma general, los mecanismos de poder nunca han sido muy estudiados en la
historia. Han sido estudiadas las personas que detentaban el poder. Se
trataba de la historia anecdótica de los reyes, de los generales. A ésta
se le ha opuesto la historia de los procesos, de la infraestructuras económicas.
A su vez a ésta se a opuesto una historia de las instituciones[...] ahora
bién el poder en sus estrategias, en sus mecanismos, nunca ha sido muy
estudiado. Una cosa que ha sido aún menos estudiada, es el conjunto de
relaciones entre el poder y el saber, las incidencias del uno sobre el
otro. Se admite, es una tradición del humanismo, que desde que se toca al
poder se cesa de saber: el poder vuelve loco[...]” Foucault, M., 1979:
99.
También
asume que no necesitaremos de mayores explicaciones para darnos cuenta que
la ansiedad de poseerlo, ingenua y perpetuamente humana, va a destiempo,
no sigue, quizás por que le sea imposible, el ritmo de los aconteceres,
ese circuito dinámico en el cual el poder se ejerce, inaprensible, por más
que los humanos, en forma por demás pueril, gocen más en las
representaciones de poseerlo, que en las complejidades
de su ejercicio. Y este ejercicio, fuera de todas prenociones y
construcciones culturales, no es monopolio de clase alguna, el poder
existe, está en todos, lo tienen dominados y dominantes, son diferentes
en sus planteos.
Lo
hemos históricamente construido, en directa asociación con el duro ceño
y el puño cerrado de poderes demoníacos. También nos han ayudado a
concebirlo de tal manera. También nos han ayudado en el mantenimiento
estricto de tal concepción.
En
el ejercicio de ese su arte y de su genio, es que se hace síntesis todo el peso crítico metodológico de sus
afanes filosóficos : el repensar. Es
atribuido a Foucault, responder en una entrevista, no tenemos la cita,
debería ser cierto, ya que tiene su aire y su genio,
requerido por su entrevistador sobre lo que tenía en mente al
escribir Historia de la locura o el Nacimiento de la Clínica, no dudó en
responder: “¿Sobre que otra cosa sino sobre el poder?” En
definitiva, todo queda por decir, solamente hay, he puesto, desgranando y
construyendo letra con letra, palabras, y con ellas y a su través y desde
el interior producido caos por la curiosidad y la ansiedad de comprender
compartir, la lectura y reflexión del autor Foucault, “Como diría Foucault, el superhombre es mucho menos que la desaparición de los hombres existentes, y mucho más que el cambio de un concepto: es el advenimiento de una nueva forma, ni Dios ni el hombre, de la que cabe esperar que no sea peor que las dos precedentes.” Deleuze,
G., 1998: 170. Hemos
tenido un de antemano bien sabido encuentro inmensamente superior en
fuerzas a nosotros, hemos tenido el atrevimiento de empeñarnos con el en
la búsqueda no ya de objetivos,
sino en los caminos, los hemos en alguna medida encontrados, desde el
conocimiento, mínimo pero
importante de reconocer que no es asunto a enfrentar desde la comodidad,
no son caminos fáciles, para nada fáciles, pero son maravillosos,
parecen, pero solo lo simulan ser laderas inaccesibles, parecen no tener
donde ubicar apoyos, pero
aparecen en reminiscencias de Pandora y su caja,
permiten en esperanza siempre entrever la cima, no importa si a la
misma rodean o no cerradas nubes, el movimiento siluetea la meta y ahí es
donde se encuentran las fuerzas para seguir el fatigoso ascenso. ¿Que
nos queda de Michel Foucault? Queda su obra abierta, generosa, disponible. |
“La
obra está ahí, ella
hablará, todavía
otros la harán hablar y hablarán de ella (…)” |
Así
con estas palabras, con este discurso, desde esta inmensidad espiritual ,
desde el peso inconmensurable de su genio, despedía Foucault en ocasión
de su funeral, frente a su tumba, a Barthes otro
grande del pensamiento . DESPEDIDA
, FIN y COMIENZO. Durante
este proceso de relacionamiento, prolongado y exigente, de compleja y
fatigosa aproximación a quien como Foucault, es dueño
de tal exuberante estatura intelectual , llegué con naturalidad a
la idea que dentro de esas miles de facetas que son el modo constructivo
de su vida y su obra, las mismas están indisolublemente ligadas al ser humano.
A
veces en el descubierto, expuesto y exhibido, las mas veces replegado en
recónditos espacios, en retaguardias
interiores de difícil acceso
en otras, las avenidas de aproximación constituyen rutas que a veces
solapa en sus textos, y nos pone delante como acertijo fantástico a
descubrir. No puedo desde lo
que conocemos de su vida aseverar su felicidad o su contraria, pertenece
al mundo de sus construcciones abstractas y subjetivas, me parece que no
debe intentarse, debe huirse de la tentación de catalogar, numerar,
archivar, o cualquier otra acción, en relación con Foucault, no lo
creemos mensurable, tampoco le quitamos dimensión humana, por lo tanto,
imperfecto por definición, sabemos de alguna de sus dudas y flaquezas,
sabemos algunos de los episodios que lo deben haber sumido en pena y
dolor, sabemos de algunos de los episodios que en su propia visión
personal de la vida, deben haberlo ayudado a constituir estados que genéricamente
conocemos y rotulamos de felices según y siempre discutibles modelos clásicos.
El hombre, en esa especial medida en que Borges lo ubica: ”un
hombre se confunde, gradualmente, con la forma de su destino; un hombre es
a la larga, sus circunstancias.”
La
escritura de Dios. El Aleph.,
El ser humano, el Foucault mortal, con sus carnes y sus huesos a cuestas, desde el fondo de sus sueños, fantasías, dudas, temores e inseguridades, pero también desde su exquisita sensibilidad para con todo lo humano hubiera entendido e interpretado estos versos torturados envueltos en la cadencia sensual de los acordes de un tango, en su escenario natural poblado de gentes, cargando sus amores, ambiciones y miserias, y quizás lo hubiera convalidado como una aproximación entre otras a los vericuetos misteriosos de la vida de los hombres. |
Estás
desorientado...
y
no sabés que trole hay que tomar,
para
seguir,
y
en ese desencuentro con la fé,
querés
cruzar el mar y no podés,
la
araña que salvaste, te picó,
que
vas a hacer,
y
el hombre que ayudaste te hizo mal,
dale
nomás,,
y
todo el carnaval
gritando
pisoteó
la
mano fraternal que Dios te dio.
Que
desencuentro...
Si
hasta Dios está lejano,
llorás
por dentro
todo
es grupo...todo es vil
y
en el corso a contramano
un
grupí vendió a Jesús
No
te fíes ni de tu hermano,
se
te cuelgan de la cruz...
Desencuentro.
Tango. Cátulo Castillo y Anibal Troilo. |
Bibliografía:
|
Lic. Julio Viana
julviana@adinet.com.uy
Ir a índice de Ensayo |
Ir a índice de Viana Laprebendere, Julio |
Ir a página inicio |
Ir a índice de autores |