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El
"Portugués", payaso que hizo las delicias del público con su veta cómica
y su dominio musical |
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En primer lugar la actuación de su Director, Orlando Orfei, influye enormemente para darle al circo un inusitado entusiasmo
que él desde el micrófono muchas veces alienta, y por otro, a sus actuaciones artísticas frente no sólo a los leones, sino a su último número que cierra la programación con el “juego de aguas” que ha sido por dos veces premiado con el ‘‘Oscar” del circo.
Es indudable que en cuanto a su seguridad y estilo de domador, pocos han de ser en el mundo quienes puedan aventajarle. Sobre todo en ese dejo de humanidad que se respira a través de una larga sesión, en la cual las fieras hacen cantidad de pruebas vistas y no vistas, y en donde luce invariablemente “Sofía”. la “vedette”, una leona de magnífica estampa, que está tan compenetrada con su domador, y se ha hecho sensible a sus órdenes de tal manera, que realiza verdaderas
proezas de cariño hacia él y sus compañeros de trabajo. Una verdadera “Dama” del circo. Si bien Orfei no “mete” la cabeza en las fauces dentadas del león, en cambio ofrece su rostro
para que “Sofía” muy suavemente ¡e bese... y abrace. Llega un momento en que actúa a manos limpias frente a seis leones, a los cuales llega a hacer acostar, bailar
y retozar, así como cruzar la barrera del fuego.
Los “volatineros” son de primer orden. Por vez primera hemos visto una mujer en dos vueltas mortales en el aire y a trapecio, y hacer el regreso en la misma forma en rotación. Uno de los artistas da esa misma vuelta,
y agrega dos limpias con el cuerpo vertical, una de las más emocionantes faenas vistas en el magnífico circo.
Asimismo se destacan los acróbatas y trapecistas giratorios. Un formidable “clown” de cuerda floja, y un no menos aplaudido “sinfonista” solitario llamado el “maestro”. Tal vez no está el fuerte del circo en las “entradas” de “clowns”, muy escasas e inadvertidas, pero en cambio
posee un gran elenco de payasos portugueses que hicieron el deleite de grandes y chicos, en una proeza sinfónica llena de trucos
y habilidad.
Nos extrañó la falta de malabaristas, pero quizás está suplida con creces por una programación continuada de buenos números acrobáticos y más, con actuaciones finísimas, como la “maestra” de palomas, que realiza bellas y delicadas decoraciones aéreas con sus animales y aros de plata.
La música de un vals y la blancura de las palomas danzando en el aire pusieron la nota más poética de la noche,
En general, y pese a los apremios del debut, la troupe demostró un gran entrenamiento físico y de reflejos, habiendo dado un espectáculo que merece verse, por ser uno de los más bellos de los últimos tiempos en su género.
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