Rubens
A cuatrocientos años de su nacimiento

por Eduardo Vernazza

Suplemento Huecograbado del Diario El Día

Montevideo, Uruguay

11 de marzo de 1977

           Rubens, su esposa Helena Fourment y su hijo Peter Paul
           Peter Paul Rubens
           Fecha: c.1639
           Estilo: Barroco
           Género: autorretrato
           Media: óleo, madera
           Localización: Museo Metropolitano de Arte
           Dimensiones: 203,8 x 158,1 cm

El año 1977 será dedicado a Pedro Pablo Rubens. Si bien el mes de junio fija la fecha del cuarto centenario de su nacimiento, ya en Florencia se dedicó una sala a su pintura en la galería “Degli Uffizi”.

Aunque se prometen otras grandes exposiciones, y homenajes a su. memoria, además de una más extensa e importante en el Palacio Pitti de la misma ciudad, la muestra cumbre será en Amberes, donde Rubens radicó. Durante dos meses, desde el 20 de junio al 30 de setiembre (1977), esta gran exposición concitará la atención de toda Europa. Si Viena, Londres, París, Leningrado y Florencia, le rinden homenaje a su grandeza, sin duda el centro de la actividad del artista que fuera uno de los más proficuos del mundo, impondrá en Bélgica, así como en espectáculos y publicaciones, toda la gama que el recuerdo de su genio dejara para el mundo.

Pedro Pablo Rubens nació en Siegen, Alemania, el 28 de junio de 1577. Falleció en Amberes en 1640.

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Puede decirse de Rubens que la línea curva, el dinamismo, y el ritmo, se unieron en una composición de color magnífica, en una de las más completas armonías que conoce la Historia del Arte Universal.

La técnica en todos sus aspectos fue asimilada primero y aplicada después con absoluta soltura y nitidez. Con la riqueza más resplandeciente.

Pocos o casi ningún pintor tuvieron el privilegio de su pincelada aérea, señorial, magistralmente dosificada por una sapiencia que poseía en las transparencias la magnitud de su grandeza.

La forma tuvo en Rubens aspectos particulares de interpretación.    

La vibración, el escape del apretado dibujo, supo de la libre auscultación de un mundo creado. Si bien estudió a ¡os grandes italianos del Renacimiento, especialmente a Tintoretto, Ticiano, y los profetas de Miguel Angel, su dibujo tuvo a la vez que la grandiosa elocuencia de su saber, una ampulosa reverberación del contorno que lo estimuló con acentos vigorosos o con delicadas cuanto profundas veladuras. La fuerza de sus composiciones, el monumental especio de las figuras, dieron a la humanidad de su arte, así como al símbolo de la religión, una versión personal, de trascendencia inimitable por cierto.

Su taller, pictórico de discípulos, era un verdadero hervidero de talentos. Su manera de trabajar en equipo seguía loe planteamientos de los estudios italianos. Pero este pintor de garra sustentaba una amplia escala en su haber, que le sostenía en toda la temática que entonces era la verdadera función del arte.

El proceso de sus cuadros

Es sumamente interesante cómo elaboraba sus obras generalmente por encargos. Rubens realizaba bocetos en los que planeaba su idea. Luego pintaba otros, ya con la definición colorista. Aún después, trazaba grandes figuras relativas a la composición, que finalmente pasaban en limpio sus ayudantes adelantados, que ejecutaban la “grisalle” y las primeras manos de pintura indicadas por el maestro. Finalmente. era éste el que, sobre tal base, daba rienda suelta a su magnificencia de pintor. A esa segura pincelada. que fugaba de la estática medida que generalmente se estipulaba. Que cobraba una dimensión de ilimitada belleza tonal y de ímpetu agresivo.

La potencia, la expresividad, sus conocimientos vitales del secreto - pintura, fueron una revelación que su genio reflejó en la intensa “agitación occidental en la primera mitad del siglo XVII”. al decir do Julio E. Payró.

Más de dos mil cuadros. . .

Se calcula que produjo una enorme cantidad de obras. Entre las suyas totales, las que trabajó junto a sus discípulos, y las de éstos dirigidos por el maestro, la significación de los números indica a una Escuela de Pintura que realizó prodigiosos esfuerzos. No es del. caso enumerar sus obras ni definir a un genial artista que la Historia del Arte promueve al más alto nivel, pero tratándose de Rubens es imposible sustraerse a su temperamento, a su arrebato, que sin embargo posee un equilibrio aun fuera de la órbita terrestre. Porque sus obras no sólo dejan esa impresión de elevada magnificencia que parece entrar en los pórticos de la leyenda, sino que, en la firme función de su imagen, trasciende la vital transformación de seres que en el mito de su fantasía son personajes impulsados por la apasionada revelación de su espíritu. Así también las figuras que retrata poseen una indescifrable visión interior. Una grandeza de macizo contenido, pletórico de una salud pictórica increíblemente variada en sus recursos.

Dos mujeres en la vida y en el arte

El retrato que se pinta Rubens junto a su primera esposa (1609 - 1610) es un admirable cuadro que tiene el poema envuelto en la expresión y en ese fondo que aparece por sus ángulos envolviéndolo todo de romanticismo.

Pero es muy distinto al que pinta más de veinte años después con su joven armada Elena Fourment, en el que el artista, junto a esa diosa blanca y rubia que le servirá de modelo en cantidad de cuadros, parece entrar a un principesco recinto, tan raro como singular es el jardín que le rodea.

No es difícil encontrar los rasgos (aparte de los retratos que le ha dedicado junto a sus hijos) de Elena Fourment en los grandes cuadros. Aún varías veces en el mismo motivo se adivina fácilmente que fue su modelo preferida. La rubia cabellera, los blancos y transparentes matices del desnudo, descubren un nuevo factor que influye en la fluidez de su obra, en la formidable recepción visual del organismo colorista y sus reflejos, y en ese poema cierto que le apasionó y sacudió en la madurez de su vida.

El pintor respira a través de la juventud de Elena. Renace con bríos y crea un mundo de color y movimiento. Las escenas de campo con sus segadoras y sus lejanos horizontes, también fueron poder de este genial artista. Hasta en ellos desaparece ía naturaleza humana en su papel preciso y real, para cobrar aspectos ideales, legendarias, que llegan hasta nuestros días con el acervo universal de lo que no muere. A pesar de ello, logra el halo dramático o la luz envolvente de una virgen...

Pintor y diplomático

Hombre de gran cultura, Rubens alterna en el medio diplomático. Se le encomiendan misiones delicadas, Lo llaman de Amberes para pintar 39 cuadros para la iglesia de los jesuitas. Luego, en París, María de Médicis le encarga 22 lienzos enormes para decorar las galerías del Luxemburgo,,.

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Su obra se mostrará ahora en las grandes ciudades de: Viena, que exhibirá sus cuadros y dibujos; en el British Museum de Londres; “Dibujos y bosquejos al óleo". El Walleraf Museum de Colonia, tratará ‘‘Rubens en Italia”, (y el "Gran Palais” de París, abrirá sus puertas al Rubens de las “grandes colecciones públicas francesas’’. El Museo del Louvre titulará la suya, “Dibujos del Louvre y su ambiente". Aún agregará Francia muestras en Lille, Calais, y Valenciennes...

Todo el mundo artístico quedará suspenso de su genio vitalizador. Y en esta época caótica en cuanto a las tan encontradas y desencontradas funciones del Arte, esta genial pintura cobrará vigencia en el recuerdo y en la nueva versión que siempre produce la obra de los grandes del Arte Universal.

Nota:

[1] Esta obra manifiesta e! valor compositivo que fuera condición genial en Rubens. Movimiento, empleo del ritmo curvo, dinamismo y potencia en una global acción de conjunto, implican dominio total de los secretos de la técnica y de¡ dibujo, así como pone en descubierto la fuerte e impulsiva imaginación del artista. ("El rapto de las hijas de Leucípo" (1617 aproximadamente) E. V

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