Subte Municipal

Reencuentro con la obra de Juan Ventayol

por Eduardo Vernazza

Diario El Día (Montevideo, sábado 7 de junio de 1980)

Título: Autorretrato
Autor: Juan Ventayol (1915-1971)
Técnica: Óleo
Soporte: Tela
Medidas: 70,5 x 60 cm
Realizado: c.1943
Ubicación: Museo Nacional de Artes Visuales

El texto publicado en el diario carece de imágenes

Las incluidas aquí se tomaron del acervo del Museo Nacional de Artes Visuales y de Castells online

La retrospectiva de la obra de Juan Ventayol que se muestra en el Subte Municipal, conforma un conjunto en el cual están representadas, con más intensidad, las facetas y experimentos que dentro de la nueva pintura de su tiempo, descansan aún hoy, por su vivencia expresionista, a ofrecer un panorama del talento de nuestro artista, fallecido joven aún, cuando todavía quedaba mucho por hacer dentro de la madurez que le consagraba ya en la Bienal de San Pablo.

En realidad, aspectos naturalistas sólo se exhiben en los retratos, dos de los cuales pueden dar a conocer las valiosas condiciones que le adornaron en dicho género de tan difícil ejecución.

Pero tal vez sean suficientes para catalogar a Ventayol dentro de su estudiosa peregrinación tras la forma y el dibujo tradicionales.

Algunas acuarelas dan la pauta de sus severos contornos, de su rica interpretación del color, en las tonalidades de los rasgos más acusados y vivientes. Pero aún así determinados los retratos asumen una virtud por demás duradera, ya que dan indudablemente entre las obra que en dicho carácter manifiestan, dentro de nuestro medio la intensa vitalidad de ir más allá que el mero talante grácil.

De los estampones al expresionismo

Una serie de Estampones parecerían ser los que condicen con la faceta evolutiva de Ventayol.

En ellos predomina una conjunción de tipos junto al adorno que inventa en un amplio margen imaginativo el juego de la línea apostado a la fantasía y a la composición liberada.

El giro abstracto va tomando entonces una razón de ser. Para desenvolverse y desarrollarse a través de cantidad de cuadros que transfieren el testimonio de su encuentro en el signo con lo frontal, hasta desembocar en la ruta expresionista, ensayada en una pintura de gruesa pincelada, espatulada con seguridad y trascendente en sus grises, ocres, rojos y blancos cincelados casi con una marcada sensación emotiva.

De allí que tal versión, que nos deja la obra de Ventayol, se constituya en la incisiva búsqueda que, como un grabado, hunde la gubia y esparce la vibración por todo el cuadro atesorando elementos brillantes que sostienen sus raíces indicadas en la estructura y los acentos de blancos que afirman la decisión de su personalidad.

Es indudable que dentro de todo este laberinto que supone la fantasía y la virtual búsqueda de sus propios cauces, está impresa la figura, desdibujada o insinuada en una superficie plana que. como un símbolo, radica la presentación de la motivación y del tema.

Naturalmente que esto es un todo

Porque Ventayol acude mas que nada a la expresión pictórica. A la plástica fermentación de su imagen.

Al cuadro, antes que a la meta visual, aunque ésta tenga en sus consistentes colores un lugar para la sensual expresión.

Llega por momentos a poseer el relieve

Entonces su pintura se hace táctil. La materia le subyuga.

Deja suelta la interpretación plástica que tiene fuerza en su etapa gris. Una etapa insistida, recia, efectiva en cuanto a hallar el camino por el que Ventayol desenvolviera su trayectoria.

Creemos que tal fue junto a su interpretación de la naturaleza compositiva y los retratos, lo mejor que nos dejara el pintor.

Se exhiben también cantidad de ejercicios.

Con material de latas estriadas, acanaladas, sacando el efecto y la mutación de las luces sobre los planos y superficies.

Se adecuan al ritmo que tuvo en sus masas de color (expresionismo) su más auténtica y vital esencia y sabor.

Estos cauces en distintos elementos y materiales, funcionan con inusitada presencia de ánimo, con seguridad en su resultado. Aunque encontramos no factible en su asimilación directa, se convierten en una sucesión de brillantes aspectos referentes a una serie de abocetados dibujos, que aparecen manchados en estudios pausados y continuados (bajo una misma línea de conducción) como eslabones sucesivos, relacionados entre sí con seria unidad de control de espacios y color.

Una exhibición que suma al valor plástico y pictórico, el de su experimentación de modalidades que asumieron en su tiempo gravitación en el arte. Que quedan en su médula cuando artistas como Ventayol lograron, con su convicción, hacerlas sinceras y duraderas en sus etapas formativas. culminadas en una obra más concisa y que concierne a sus dones apuntadas en sus ya citadas formas expresivas; el retrato y la interpretación naturalista y expresionista.

Sus datos biográficos

Juan Ventayol nació en Montevideo ei 15 de noviembre de 1911. Ya dimos algunos datos en nuestra nota anterior sobre sus premios, que culminaron con el Premio Wolf al mejor pintor de América Latina (Bienal de San Pablo en 1961). Intervino en cantidad de certámenes Internacionales, como las Bienales de México, Río Grande Do Su!, Punta del Este, Arte Moderno de Córdoba, Museo de Arte Moderno de San Pablo, Certamen Panamericano, Colombia y otras. Realizó infinidad de exposiciones individuales en Uruguay, Brasil, Italia y EE.UU.

Sus obras figuran en los Museos de Uruguay. Chile, EE.UU., San Pablo y colecciones particulares de Uruguay, Italia, EE.UU., Brasil, Venezuela, Suecia, Bélgica, Holanda. Perú y Argentina. Su bibliografía cuenta con notas de José Pedro Argul en "Las Artes Plásticas en el Uruguay" y "Panorama de la Pintura Uruguaya”, de Fernando García Esteban.

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