Una original muestra exhibe Galerías Moretti del maestro Joaquín Torres García. Exposición que concita el interés, porque su valor entronca en el llamado estudio en pequeño, o nota apuntada del natural.

 

Lejos de la experimentación y teorías que tanto inquietaron al pintor moderno que había en Torres, talento variable en sus dos acepciones del arte pictórico opuestas cuales eran el naturalismo interpretativo y el constructivismo.

 

Lejos también de la estructura, que fue la base de la obra mayor del artista. Salvo algunos pocos cuadros que también completan esta muestra, la mayoría conforman el carácter del conjunto que se manifiesta por aquella rica factura de primera intención. Seguro el trazo, el color puesto mediante su combinación, generalmente y con preferencia en grises. Sabido es que el maestro, pocas veces utilizó el color puro. Sólo en las decoraciones frontales acudió a los primarios y secundarios. En el óleo de caballete y de “caja”, como en este caso, el apunte lo formalizó con el tono. El tono fue para Torres García la nota de una afinada anulación de la coloración viva. Nada en la naturaleza sobrevive al tono. La exaltación del color la realizan los artistas que en él toman contacto como armonía que se fundamenta en otras teorías. Sabemos que los “fauves’’ pintaron árboles rojos, caminos blancos y carnaciones de subidos colores (Van Dongen) como interpretación de una temática. Pero esto de Torres es lo que se llama la nota íntima. Esa que el pintor ejecuta totalmente libre, y quizá en el vagar por las calles, o en el rincón poético de algún caserío o parque. Nada, ni siquiera una teoría o concepto le inquieta. Solo frente a ese sabor que reclama su color es que estira el pincel para raptarlo con la sensibilidad a flor de piel. De allí han salido estos pequeños cuadritos de Torres. Valiosos como joyitas dentro del gran estuche de toda su fuerte obra.

 

Pero nada despreciable por cierto, aun cuando el motivo sea una pequeña escalera de hierro que sube al altillo modesto, y que en su base una planta florida anima. O esa mujer cosiendo en un patio interior, y que el pintor gustó dejar sin terminar, con la gracia que ello ofrece al boceto. En tales estudios toma aquello que le llamó la atención, y se despreocupa totalmente de lo que rodea al modelo. De allí surgen trazos a medio hacer, que a veces se constituyen en una garantía de lo que es dejar un cuadro en un momento especial. También aparece la intención del verdadero artista pintor, en una faceta poco conocida. Es este el carácter de dicha pintura que por primera vez se ofrece al público. Tal vez fueron pequeños estudios y notas a las que el artista guardó como se guarda un manojo de cartas que son un recuerdo; pero que se teme destruir.

 

Joaquín Torres García en el Museo Nacional de Artes Visuales