Manolo Lima un pintor de la figura

por Eduardo Vernazza

Diario El Día (Montevideo)

Edición Punta del Este 12 de febrero de 1969

Manolo Lima vuelve a exhibir en Punta del Este. Lo hace en una dependencia de la Inmobiliaria que, en el ex - Nogaró, muestra sus vidrieras hacia el mar.

La pintura de Lima es naturalista, pero asentada en una interpretación que tiene sus raíces en los conceptos sostenidos por Torres García. Estos maduraron, en el pintor, que desde años supo sacar partido personal y conformar una figuración propia de los temas que trata.

Abarcan en la exposición retratos, sobre todo de mujer, y desnudos, así como pequeños paisajes.

Es un poco variable el valor de la obra de Lima en algunos aspectos.

Sostiene sus tonalidades acostumbradas sobre un dibujo que, a veces, no posee la consistencia que sabe el artista darles cuando sus trabajos concentran toda la fuerte riqueza cromática y estructural que le distingue entre los jóvenes pintores uruguayos.

Siempre sus figuras femeninas y sus desnudos coinciden en verificar una estilización del dibujo y el color, que en muchas ocasiones se manifiesta casi neutro de interferencias, para darnos en una tonalidad ocre la armonía que idealiza el tipo que de la figura especializa su cuadro.

Parecería que en otros no pusiera la misma constancia para lograr desentrañar toda esa gama de recursos que le destaca. Entonces pierden la continuidad rítmica del color y el dibujo.

Lima es un pintor que logra vencer obstáculos en la más sencilla demostración de ágil mancha, sin caer nunca en lo fácil ni en la hábil maniobra efectista. Por el contrario, sus telas radican valoraciones a través de una viviente sensación libre, pero ceñida a los principios básicos que sostienen precisamente esa libre pintura que hoy realiza con solvencia.

Existen algunas telas que así lo afirman. Un desnudo de factura eficaz en cuanto a discernir la entrada del color en los fondos pincelados ligeramente, y destacando el encuentro de los tonos con buen criterio de la sobriedad que debe imperar en un buen cuadro.

Su pintura ha llegado a una faceta en que detiene sus evoluciones.

Desde hace tiempo Lima sostiene esa calidad pictórica en la que su paleta invierte un colorido sensible a su espíritu. Si acaso lo objetivo tiene ganado un derecho de comunicación muy a tiempo saldado con la subjetiva sensación que parte de una capacidad técnica y aflora en la expresividad acentuada de sus personajes.

Suelta más la línea y el trazo cuando trata el paisaje o el detalle de alguna “chimenea”. Pero no agrega nada ¡a sus más enteros trabajos, sino que por el contrario, deshace en algo los contornos y la misma pintura. Por lo demás, en el conjunto de la exposición predomina la fina tendencia de Lima en dorados y carnaciones ocres, así como la insinuación suave y feliz de aspectos fundamentales de la pintura en los pasajes de trozos muy acertados, dentro aún de la buena disposición del total. Ello da asidero a sostener que dentro de la obra de Lima se producen altibajos, y que éstos no desvían la intención del artista en el encuentro expansivo de la expresión.

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