Los viernes del Portón de San Pedro

por Eduardo Vernazza (Texto e ilustración)

Diario El Día (Montevideo)

Edición Punta del Este 24 de enero de 1969

Cae la noche y la febricitante fama internacional de Punta del Este sufre un brusco contraste.

Durante el día, las fabulosas playas atlánticas concitan el interés masivo de los veraneantes. Lugares como las Grutas, Portezuelo, la Barra de Maídonado o las Islas de Lobos y Gorriti, o las excursiones de “shopping” a Maldonado y San Carlos, son buen pretexto para llenar las horas diurnas.

Los sitios para tomar el cóctel, también abundan en la tardecita y nadie se puede quejar para escoger lugar donde ir a cenar, porque los nombres son muchos y buenos.

La cosa varía cuando se trata de elegir entretenimiento para la noche. Es obvio que las boites concentran a buena parte de la gente joven dispuesta a bailar casi siempre a nivel de una buena discoteca (ya se sabe que prácticamente resulta prohibitiva la contratación de conjuntos orquestales).

Los dos casinos, también poseen una imantada atracción y los tres cines —“Fragata”, “Osean” y “Cantegril”— se disputan las preferencias de una audiencia tan numerosa como fiel. Aquí cabe señalar que es incomprensible que las carteleras sólo ofrezcan títulos de films que han sido suficientemente vistos en Buenos Aires y Montevideo. Ya se sabe que no hay material para alimentar una programación que exige cambios diarios. Pero, ¿no sería posible ofrecer de vez en cuando algún pre-estreno para inyectar interés mayor a una temporada cinematográfica tan lánguida como falta de estímulos?

De lo que se deduce que en Punta del Este faltan los imprescindibles espectáculos frívolos que caracterizan a los grandes centros estivales mundiales.

Sin embargó, no hace muchos años que el balneario podía ser catalogado sin desmedro con lo mejor que se cultiva en la materia. Era cuando la boite Le Carrousel del Casino San Rafael hacía el aporte de números sensacionales como las revistas brasileñas de Carlos Machado del “Night and dy” de Río, la Orquesta Casino de Sevilla, el ballet de Alfredo Alaria, y cantantes del prestigio de Angela María, Mayssa Matarasso y Dick Farney, por no nombrar sino a unos pocos de los espectáculos que hicieron la época de oro en la vida nocturna del balneario. La competencia del Casino San Rafael, cuando era explotado por capitales privados, obligaba al Nogará a efectuar sus correspondientes contrataciones. Dueño el Estado de la banca,, las boites del Nogaró y San Rafael han pasado a ocupar un sitial opaco y deslucido. Y hasta contraproducente como sucede en el caso del Nogaró, que para “animar” las noches de su boite, este año tuvo la peregrina ocurrencia de contratar a un grupo más inclinado a la política que a las corcheas.

Hay algunas excepciones. “Punta de Tango”, que concentra el atractivo de una parte de los veraneantes y, sobre todo, el “Portón de San Pedro”, que se ha preocupado de ofrecer un show musical acorde con el prestigio que los buenos establecimientos deben brindar en esta materia.

A sus iniciales espectáculos de Candombe, agregó últimamente unas veladas de baile y canto flamenco, que desde ya se pueden ubicar entre lo más serio y espectacular de lo visto en la temporada actual.

La magnífica casona colonial en que funciona el Portón, su patio que es un embrujo de esplendores botánicos, fue el marco adecuado para una velada que elevó considerablemente el mercurio del termómetro que marca la temperatura de la vida nocturna en Maldonado.

La actuación del ballet de Eduardo López fue, sin duda, extraordinaria, y el aplauso entusiasta se debe hacer extensible a Dolores Damore y a su guitarrista y cantor.

Un show de rara calidad que acredita para el Portón de San Pedro un lugar de privilegio como centro nocturno de la mundanidad y el entretenimiento.

Esta noche se repite allí el espectáculo de candombe y el viernes próximo el recante y baile flamenco que hoy comentamos.

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