Fantásticos realmente

por Eduardo Vernazza (Texto e ilustraciones)

Diario El Día (Montevideo)

Edición Punta del Este 5 de febrero de 1970

Es sin duda uno de los más gratos recuerdos que el veraneante de 1970 se ha de llevar de Punta del Este. Pleno de fantasía y lirismo, atravesado de humor, esmaltado de gratísimos bailes y canciones, el espectáculo es ciertamente de los que perduran en el ánimo del espectador.

El Teatro Casino del balneario se ha visto así beneficiado con uno de los mayores “hits” de la reciente temporada montevideana. No en vano el público de la capital le ha dado su aprobación llenando diariamente la Sala Verdi. No en vano, también, la comedia se perpetuó originalmente muchos años en un escenario del off-Broadway neoyorquino.

Porque lo cierto es que “Los fantásticos” tiene todos los elementos necesarios para convertirse en un entusiasmante ejemplo de la comedia musical. Y aquí los autores Tom Jones y Harvey L, Schmidt rinden un verdadero canto de amor al más característico y representativo de todos los géneros teatrales norteamericanos.

Para hacerlo pasan recuento y exhuman las nostálgicas características que asumió la opereta americana allá por los años 30 cuando la pantalla sonora recién nacida se hacía eco de esplendorosos aciertos como “Selly” y “Oh Kay”.

La envolvente melodía de las canciones, con arias a cargo de la pareja protagónica que emula fácilmente la época de oro de Jeannette Mac Donald y Nelson Eddy, la apreciable cuota lírica de los textos, la frescura de un argumento de jovial optimismo, hacen de “Los fantásticos” un texto apetecible para cualquier elenco con méritos suficientes para trasmitir al público el delirante encanto que Jones y Schmidt acumularon en sus dos actos.

Esas condiciones están presentes en el grupo de comediantes, cantantes y bailarines que reclutó Sergio Otermin en esta oportunidad. Desde su cargo de director, Otermin da una prueba contundente de su facilidad para dotar al texto de la movilidad y la magia electrizante que el mismo necesita. Como, cantante, actor y bailarín se revela como portador de singular simpatía e intransferible elegancia.

Esos mismos estímulos avalan las actuaciones de Imilce Viñas (regocijante de humor y encanto femenino inflacionario), Juan Carlos Carrasco, Margaret Graham y Eduardo Amaro. Estos dos últimos dan a su parejita de enamorados toda la ingenuidad y humor que tenían los canoros amantes de aquella época donde en el escenario se decían las cosas cantando y Bonnie and Clyde enumeraban en las páginas policiales los vestigios de una desazón que fue el sello característico de los 30.

A la estimulante facundia colaboran de manera ejemplar y profesional Enrique Silva, Julio César García y Rafael Quartino, mientras que desde el piano Eduardo Gilardoni aporta el marco musical que hace de esta versión conocida en Punta del Este uno de los más refrescantes aciertos del verano.

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