Exposición Enzo Kabregú

Crónica de Eduardo Vernazza

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XXII Nº 1075 (Montevideo, 23 de agosto de 1953)

Escaneados texto e imágenes por el Editor de Letras Uruguay

En la Galería Berro exhibe una extensa muestra de sus obra el pintor calabrés, radicado en el Uruguay, señor Enzo Kabregú. Este pintor que cursó sus estudios en Italia y que conoce su oficio a fondo, habiendo desarrollado una forma pictórica muy ágil, que se mueve en el post-impresionismo italiano y lleva en sí toda esa gama de colorido salpicado y movedizo, nos hace conocer dos aspectos de su técnica. La una, empastada y rica en coloración, y la otra a ras de tela, en “frotis", donde se advierte la habilidad y el aprovechamiento de recursos de resultados espontáneos y frescos. La precisión de la mancha, la rica gama de las tonalidades, hacen de la pintura de Kabregú una sinfonía que se complementa y se define en esa consistente masa de color, o por el contrario fija su calida templanza o su nervio improvisador en la otra faz que anteriormente nombramos. La temática que trata va del paisaje a la figura o la composición, y en estas tres formas de su escala plástica, el pintor nos da todo su saber. Sus cuadros de escenas campesinas, hijos de su pasado viaje a Italia, nos dan una de las más felices realizaciones, por cuanto se reúnen en ellos no sólo sus calidades de pintor, sino las características de aquellos personajes que trata en su verdadero medio de vida y con las indumentarias de trabajo.

El matiz que estas escenas ponen en la variada exposición hace sentir esa emotiva sensación de lo espontáneo y sincero, eso que no es buscado, sino sorprendido en su vida misma. Tales escenas de género, que si bien son consideradas en un valor determinado de la pintura, llevan en si tal naturalidad y soltura de ejecución, que puede decirse respiran el ambiente en que nacieron. El paisaje toma visión de luz, y el desnudo, en el cual el pintor se muestra severo en el estudio del dibujo, encuentra una combinación de coloridos y vibraciones que buscan la forma por medio de la modulación.

Su obra ‘'Desnudo en el espejo", que alterna una paleta de toques ligeros y precisos, complementados loe colores en azul, rojo, verdes y amarillos, da una idea de su forma expresiva, que halla en este tema suficiente motivo para mostrar esas cualidades apuntadas. La valoración cobra aspectos mas destacados en la fina tonalidad de la figura que se reproduce en el espejo y el movimiento de los trazos son sensibles para que tal efecto se produzca.

“Media figura" es otra de las bellas telas, y ‘‘Niña durmiendo”, una pequeña pero hermosa cabecita, trabajada en manchas y fundida con el fondo, dejando aparecer los planos de luz con certeza y relieve, que acompañan aún más el dibujo pincelado de este pintor. “Aldeanas" es uno de los cuadros que comentamos más arriba. Luego, “Plenitud”, “Frente a la ventana” y “Paisaje de Cosenza”. son obras que denotan, dentro de sus distintas modalidades, una sola y firme técnica en el sentido del conocimiento cabal de la pintura.

Lo esencial en la pintura de Kabregú es que pronuncia su palabra dentro de las características que le son peculiares y que el bagaje de conocimientos adquiridos no molesta para el desarrollo libre de sus motivos, ya que, por el contrario, es prueba fehaciente que el aprendizaje serio da resultados positivos, cuando se es pintor por naturaleza. Y Kabregú lo es, porque a pesar de que toda esta serie es naturalista y más, su pintura toda se encierra en la naturaleza, tiene el escape propicio para determinar en su empaste y sus toques o la combinación de ambos, junto a la expresividad del color, la plasticidad de lo pictórico. En realidad, el pintor que nos ocupa prefiere la mancha y su manera de trabajar, modelando más que trazando con el pincel, da a sus cuadros una especial particularidad que le distingue con personal vivencia. De más está que enumeremos sus obras y detallemos, una a una, todas sus virtudes. Ellas reúnen una u otra o todas las cualidades del pintor, manifestándose estas en la plenitud de su vigor en los cuadros que nombramos.

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