La adoración de los Reyes Magos y los pastores, 1928
Nº de Inventario: 1621T
Título: La adoración de los Reyes Magos y los pastores

Artista: Rafael Barradas (1890-1929)
Técnica: Óleo sobre tela
Medidas: 93 x 116 cm
Realizado: 1928
Ubicación: Museo Nacional de Artes Visuales
Exhibición: No

La virgen y el niño, 1928

Nº de Inventario: 1624
Título: La virgen y el niño
Artista: Rafael Barradas (1890-1929)
Técnica: Óleo sobre tela
Medidas: 63 x 47 cm
Realizado: 1928
Ubicación: Museo Nacional de Artes Visuales
Exhibición: No

Un ejemplo de interpretación por la pintura es la exposición que la Comisión Nacional de Bellas Artes y el Museo, inauguraron estos días en la sede de la primera institución. Interpretación porque puede verse una personalidad bien marcada a través de distintas formas expresivas. Acostumbrados estamos a oír que quien no pinta toda su obra igual, no ha hallado el camino, o no se ha encontrado a sí mismo. Hay que pensar cuando se visita una muestra, en la escala que abarca el pintor. No denegamos valor a quien realiza una obra en la repetición de su tema o de su forma expresiva. Pero tampoco dejarnos de reconocer y con mucho más fundamento, a quien en la búsqueda fértil de su expresión, descubre nuevas formas de realización. Cierto es que la pintura de Barradas fue pasando por el filtro de las nuevas tendencias o formas modernas que tomaban su fuerza en Europa; pero no se alejó de su sentir, por seguirlas hasta el grado de anular sus propias manifestaciones plásticas. Sus tipos, sus composiciones, su época gris, su época de color, sostienen a Barradas en lo fundamental y siempre, bajo todas estas manifestaciones, se conocen con precisión sus cuadros y dibujos.

En primar término. Barradas tenia un sentido clarísimo de la composición. En el menor dibujo se advierte la preocupación o la visión de componer, de unir el personaje o el motivo que trata, con el ambiente en que vive. Su trama es sencilla, pero lo bastante personal para saber de inmediato distinguir una obra suya. Sus ilustraciones para libros, sus dibujos y estampas, éstas expuestas en buen número en la actual muestra, mantienen su sello, aunque en las últimas haya estilizado y hecho intervenir pasajes en favor de la composición e ilustración de los personajes característicos de aquella época.

Después su pintura naturalista, y sus ingresos en las formas geométricas, donde los espacios son iluminados a todo color; los “Magníficos”, notable colección que tienen por precedentes sus significativos apuntes de ambiente. Y luego su espiritual y pura serie de grises, donde  se eleva, y anuda las formas geométricas con las de carácter expresionista, realizando una composición de ritmos cerrados y algo atormentados, sin pesar en la fineza de su tonalidad. La subjetividad de estas obras es grande. La luz y los grises componen esa mística abstracta. Usa la línea curva en “La virgen y el niño”: el ritmo es envolvente. Los caracteres son indicados, y la tonalidad es manejada por una cuarta parte de luz y el resto de una gama de grises de fina calidad. “Adoración de los reyes magos" es una composición enlazada llevada con una parte en intensa claridad para diluirse luego en grises de escala rosácea y ocre. A todo ello agrega Barradas siempre la línea. La línea de gracia curva, alternada con rectas que van marcando el ritmo expresivo, la arquitectura de su cuadro, de su composición.

Pero para esto el artista ha pasado por muchos trances. Su espíritu ha conocido de cerca los fantasmas de una sensibilidad herida. Sabe de ansias y de entretejidos conceptos que van formando la creación de una época gris. Y la creación se produce espontánea. En todas sus obras, a pesar de la alegría de algunos cuadros coloridos, existe una gama de tristeza. Es que el arte de Barradas se pronuncia por emotivas fuerzas y por su certero don de definir fácilmente la comprensión de la técnica que le sirva para interpretarlo. A ella llega con libertad y con liviandad. Aún sus composiciones mas abigarradas están lejos de ser pesadas. Existe fluidez de línea y tonalidad justa entrelazada al tema. El fondo se caracteriza por el todo armónico. Sus pinturas siempre tuvieron el espíritu sobre la naturaleza. En las pinturas de retratos, donde el colorido es vivo, jamás deja traslucir La embriaguez de aquel, y por la abstracción que hace nos presenta antes que todo, sin quitar el carácter de retrato, una solución pictórica, una composición rítmica de las líneas, y las manchas de color que siempre se complementan con maestría. Supo Barradas imponer su personalidad, a los movimientos modernos de entonces. Aun sirviéndose de ellos ha creado al mismo tiempo. Y por su personalidad tan intima, no se parece a ninguno.

Hay una determinada faceta en el arte de Barradas, que ayuda y está justa con su manera de encarar el dibujo y el color. Sus personajes no tienen ojos. Están marcados en el contorno de los párpados. Ese vacío que llena de color pone una sugerencia extraña y expresiva. Quizás perderían mucho de su verdad interior si los hubiera realizado. Porque la abstracción que de ello hace se compone con los trazos que delimitan las facciones, trazos marcados de carácter, donde apenas en algunas obras indica solamente la boca (izquierda en “Cuadro de Familia”), y sin embargo, esa figura tiene vivencia espiritual. Otros retratos como el de “Catín. B~. llevado en verdes y rojos atenuados por la entonación siempre fina del pintor, que repite en el retrato de familia, y en otra muy colorista tratado en verdes, están compuestos con la intención geométrica de la líneas, aunque en muchos pasajes éstas no estén realmente en el grafismo del artista. Pero lo esencial es que esas figuras, aunque manteniendo su valor retrato, son cuadros con abstracciones que no anulan la riqueza del dibujo ni el valor de la forma.

Agrega algo Barradas a la conquista abstracta, y el de manifestarse con medios expresivos suyos, absorbiendo el carácter sin quitar  la forma natural de las cosas. Las presenta bajo la sugestión de su doble visión. En los llamados ‘‘Magníficos”, y que tratáramos en más de una oportunidad, el pintor sigue las huellas de sus apuntes. El croquis del natural, es llevado al cuadro sin quitarle su gracia efectiva, sino limando ciertamente, para simplificar. Siempre el fondo está enteramente formado por elementos del ambiente del personaje, y traduce en el conjunto de dicha composición, toda la ¡interpretación de una vida determinada: ya sea los viejos taberneros, los tipos de cantina, donde acusa una firme psicología, tipos del puerto y regionales. Esta serie es de sumo interés, la ventana, el vitraux, las viejas columnas de los cafés, un fondo le antigua decoración, de una baranda de !as viejas tabernas: todos estos elementos son aprovechados por Barradas para componer, para completar el espíritu del ambiente y el de su personaje. Este se halla ligado e todas las cosas que le rodean y que el pintor no descuida. Es raro ver en un cuadro de éstos, un fondo neutro, y cuando lo hay, es un complemento de color. Así tenemos el tipo de calé en azul y otros. Otra de las formas interpretativas de Barradas son les paisajes, o éstos con determinado sentido de tema con figuras. En los primeros hallamos “Paisaje de Sans" en blanco, azul y ocres. Siempre el sentido pictórico y la composición. Además, en éstas fija un contenido más empastado, pero igualmente sugerente. En otro paisaje con figuras, anotamos el motivo del organillo y las gentes rudas en la calle. Vemos en primer plano dos personajes que adelantan ya los motivos de sus "Magníficos”: creemos que taberneros catalanes. Y luego las caricaturescas “Castellanas". Los "Estampones" y dibujos nos enteran de la primera fax del pintor, de se primer impulso ante el tema.

La gracia de su línea, el contenido psicológico de los personajes "Tipos de Mar”, y la definición del 900 en esas escenas ilustradas, donde el compadrito, el patio, los viejos balcones, las niñas y los galanes, así como las fachadas de toda una gama de vida que se deslizó por entonces, son fijadas por Barradas con visión firme y certera de la ilustración. Sabido es que el pintor fue ua gran ilustrador. En España trabajó muchos años en estas gratas tareas, y sus obras, tocadas de color y con simple contenido de líneas, han dejado un imborrable recuerdo. También se exponen algunas obras futuritas o de principio cubista. En ellas no hallamos el alma de Barradas que, aún logrando el encuentro del plano y color, que caracteriza dicha escuela, no lleva dentro de si, el encuentro interior de sus grises o de sus “Magníficos".