Los ases del choreo |
-Al Tono lo perdió la cultura. Yo le batí la posta: con los libros no te metás, son muy peligrosos. ¿A quién le vas a vender un libro? ¡Y menos choreado! Vos a un punto le ofrecés un libro de plantas y él te pide uno de morfi. ¡Te van a querer comprar justo el libro que no tenés! -Y
no podés andar cargando con un vagón de libros ¡por si en una de esas
vendés uno!
-Por
eso te digo: Con los libros mejor no meterse. La cultura es una joda. ¿Pa’qué
sirve? Decime ¿vos sabés pa’qué sirve?
-No.
-¿Acaso
nos da de comer la cultura? ¿Te podés comprar pilchas con la cultura? Te
deja algún mango la cultura?
-Y...
-Y
nada. No te deja nada. Los libros son pa’ tras, te entreveran las ideas.
Los libros son pa’ los giles, no pa’ nosotros que somos vivos del año
cero!
-Dicen
que los libros te enseñan cosas.
-¡Qué
van a enseñar! Lo que no enseña la yeca no enseña nadie. Caminando
botija, caminando se aprende, ¡qué me venís! Mirá lo que le pasó al
Tono, lo que le pasó.
-Y
al Tono ¿qué le pasó?
-¿Qué
le pasó? Que se mandó una gilada de órdago, se mandó. Y fue culpa del
Finito.
-¿Cuál,
ese punga finoli que vive por el Estadio?
-El
mismo, un guacho fifí que más que chorro parece un estudiante de la facu.
-Pero
dicen que es de familia “bien”, que los viejos tienen ¡un bagayo e
guita!
-Eso
dicen, pero parece que él anda con problemas con el drepa. El viejo lo
quiso etiquetar y el mocito zafó. En la casa lo querían sacar doctor
como el padre, pero el Finito con los libros... nada que ver. El viejo lo
tiene en capiya y hasta que no vuelva a estudiar no le factura un sope. Y
el loco buscó la fácil, cambió de rubro y se vino con nosotros, se
vino.
-Y
el coso ese ¿piensa laburar de chorro mucho tiempo más?
-No
sé, pero yo estoy viendo que el capitalismo se nos viene encima y si no
lo paramos, los ricos nos
dejan sin laburo. Vo’sabés que donde descubren un guiye pa’ hacer la
guita se largan de zabeca. Y ellos saben bien que el afane deja buenos
dividendos, deja. En cualquier momento nos encajan un impuesto.
-O
lo privatizan. ¡ Que lo parió! no hay un laburo seguro!
-No
te digo yo, la oligarquía no te da vida. El pan de la boca nos quieren
sacar. ¡Todo pa’ ellos, todo pa’ ellos! Y ahora resulta que el Finito
que labura de chorro como nosotros, no es chorro. Según parece es “cletómano”.
¡Mirá vos el nombre que le dan los ricos a los afanes de ellos. ¿Y todo
pa’ qué? pa’ darnos en la nuca a los sacrificados laburantes del
bolsiyo. Como somos pocos, ahora a los ricos se les dio por afanar y se
vienen p’al gremio a engrosar filas. ¡ Y lo peor es que se creen que la
patente es de ellos... !
-Dicen
que el Finito es amigo del Dedos de Oro.
-Sí,
son gomías, viven en el mismo barrio. El Dedos fue el que le dio las
primeras lecciones de choreo en una academia que tiene por Avenida
Centenario.
-El
Dedos es un punga de estilo.
-Sí,
pero el estilo le está fayando. Dos por tres se lo yeva la yuta. La última
vez estuvo de pensionista en la primera como una semana.
-¡Pero
si no te pueden guardar más de veinticuatro horas!
-Sí
, pero a él lo tuvieron una semana. Cayó junto con el Finito, los
cazaron en un “descuido” por la Ciudad Vieja. Esa noche se conocieron
con el Tono que había caído en naca un rato antes. Con el Fino se
reconocieron, habían ido juntos a la escuela Sanguinetti. El Tono salió
de tercero porque no quiso repetir. Y dicen que el Finito esa noche le
ofreció laburo al Tono.
-¿Laburo?
-Sí,
de guardia particular en una librería.
-¿Y
por qué no lo agarró el Fino ese fato?
-Y,
porque él es un niño bien, tiene cuatro apellidos...
-¡Cuatro
apellidos!... y yo tengo a gatas el de mi vieja...
-Mejor, así dejás menos gente pegada cuando salís en los diarios. Y como te estaba diciendo, el Finito no va a laburar
de milico, ¡tiene que cuidar el estatus!
-¿Choreando?
-¿Y
quién lo sabe? Ni los del sindicato lo saben. Y si nosotros gritamos a
los cuatro vientos que hay un rico afanando, ¿quién nos va a creer? Son
capaces de mandarnos pa’ dentro por difamación. Por mí que siga
metiendo los dátiles. Nosotros somos chorros, no batidores.
-Pero
una librería, che. Al pobre Tono le dieron con el mazo y la porra.
-¿Vos
te das cuenta? agarrar un laburo y en una librería. ¡Ni un gil de
cuarta! La primera noche se alzó con un libro de pintura de un tal Goya,
uno del Quijote, ese de los molinos de viento, viste, que dicen que lo
escribió un tipo que quedó
manco de un espanto; uno de un coronel que parece que no tiene ni quien
le escriba ¡que por algo será! dos de cocina y uno de pesca
submarina. ¿Podrás creer que en la feria de Piedras Blancas los vendió
todos de un saque? Esa noche en la librería manoteó cinco o seis libros
y se sentó a hojearlos, curioso porque los clientes le encargaban más.
Con “El día que el Mago lloró en mi pieza” se copó. Se le llegaron
las seis de la matina y él de lector ¡mirá vos! y empezó a afanar pa’
él, no vendió más. ¡Se quedaba con los libros! El día que le
dieron el espiante, había completado lo del famoso Benedetti ese, con un
libro que seguro que hizo p’al Sunca, de unos andamios o algo así. Del
Galeano se llevó uno que habla de “la Tina”, una nami que embroncada,
parece que se abrió las venas. De un tal Borges que era ciego pero tenía
la manía de andar metido en laberintos se yevó una troja. No sé pa’
qué, si era ciego ¡imaginate las burradas que escribiría! Se llevó uno
de un brasilero que escribe de condimentos pa’ la comida
y dá recetas con clavo y canela; de un chileno que se hizo famoso
porque vivía en una isla negra y parece que también escribió 20 poemas,
pero nada más que una canción; de un tipo de Guatemala que no sé qué
diablos le pasó con el señor
presidente, y hasta de un americano que vivía en Cuba, que después de
la Revolución le dijo adiós a las armas, y se pegó un tiro. ¿Qué
me contursi? Dejó el choreo y se dedicó a leer. No tiene laburo y de aquí
a que termine de leer todo lo que afanó hay pa’ rato ¡Yo no sé en qué
va a terminar esto! Pero date cuenta que en nada bueno. Un botija con esas
condiciones pa’ ser un as del choreo y se le viene a cruzar la
literatura en medio de su carrera ascendente. Ahora es muy capaz de dejar
el afano. ¡Vos no sabés lo que son los libros! ¡Son un peligro, son! Yo
lo encaré el otro día al Finito, que venía laburando en un 103 y se bajó
por la Curva, y le dije que se borrara de 8 de
Octubre, que ese no era su barrio, que por su culpa el Tono no
quiere “laburar” más y se lo pasa encerrado en su casa leyendo
tremendos mamotretos que yo no sé si entiende o no. Y ¿sabés lo que me
contestó?
-¿Qué
te contestó?
-Que el mundo ha cambiado, que los jugadores de Fútbol van al liceo y algunos a la Universidad; que hoy los murguistas son actores de teatro y estudian canto y que los pungas no tienen por qué ser atorrantes y analfabetos, que cuanto más cultos sean, más sitios y personas que valga la pena afanar van a conocer. ¡Nos están invadiendo las propuestas neoliberales! Por eso te digo, al Tono lo perdió la cultura. ¡Y eso que se lo dije
...!
-Y
bueno, dejalo. Que él haga de su vida lo que se le cante. No te hagás
mala sangre, si agarró pa’ la cultura y lo perdimos ¡problema d’el!
Hablame de vos, ¿en qué andás, Ñato? ¿Qué llevás ahí?
-¿Yo? Y, me compré “Memorias del Calabozo” pa’ ir haciendo muela, sabés, por si lo del Tono es contagioso. Perdido por perdido, quiero morir con los ojos abiertos. ¡Uno nunca sabe! Después te lo paso... ¿ ta? |
Ada Vega
De "Garúa"
"Los ases del choreo" había ganado el Primer Premio del Concurso de Cuentos 2002, organizado por el periódico "Del Centro". Los jueces habían sido Washington Benavides, Lauro Marauda y Glenia Eyherabide.
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