Mi numen es el Leviatán cautivo
en el mar insensible de las cosas,
que remonta el arcano Kuro-Sivo
remolcandos sus blancas nebulosas.
Bloqueado por el Cosmos decisivo
gira en eternas rondas silenciosas,
triste de más allá, solo y esquivo,
como un sepulturero entre las fosas
Nadie sospecha que el ignoto vela,
trazando, con los fuegos de su estela,
vías astrales en la inmensidad,
Un día escucharán - sobre el oleaje
negro de la Muerte - su ¡han! salvaje
perderse en tu maelstrón, Eternidad.
Al gran clamor del inmortal proscrito,
responderán con salvas, los volcanes,
y séquitos de largos huracanes
irán a acompañarle, al Infinito.
Todas las razas del moderno mito,
que le ignoraron, honrarán sus manes;
y el himno de los cósmicos afanes
por él creado, les será bendito.
¡Oh, monstruos de los mundos de la idea!
Ya la tiniebla sideral clarea
auspiciando una estirpe de titanes.
Pronto verán, los continentes todos,
fosforecer la noche de los lodos
al pulular de rojos Leviatanes!
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