Más fuerte que el amor

Apesar de saber que era devota
       la amó su corazón;
la afinidad es una fiebre ignota
       que ciega la razón.

Ella creía en la verdad sagrada,
       en la Biblia y en Dios;
él no dudaba ni creía en nada,
       que no fuera su "yo".

¡Oh! cuántas veces en el dulce idilio
      asoleado de amor,
al condenado del interno exilio,
      al fosco sonador;

"¡Ay!" le decía con su voz mimosa
      de timbre señorial:
"¡Divino, tu locura es muy hermosa,
      tu locura augural!"

"Es la eterna ilusión de los Orfeos,
       la quimera de Ormúz,
la sed de los sublimes Prometeos,
      nostálgicos de luz."

"Es la zumbante fiera creadora
      que quema la razón
de los videntes de la roja aurora
      de la Revolución."

"Es la sangre que arrancan los cilicios
     en coágulos de hiel;
la sangre de los negros sacrificios
     que alegran a Luzbel."

" ¡La corona de espinas inclementes!
      Es el Inri, la Cruz;
el desprecio y el odio de las gentes,
     el drama de Jesús."

"¿Y todo para qué? Si siempre todo
      ha de ser como fue?
¿A qué ensuciarte revolviendo lodo?
      Divino, ¿para qué?
……………………………………………………………..

Y con sus manos de marfil luciente
      y sus labios en flor,
acariciaba la ardorosa frente
      del fosco soñador.

Él, solía escucharla sin tristeza,
     ¡tan grata era su voz!
y fiel al ideal y a la belleza
     se adoraban los dos.

Mas, una vez que quiso la Sirena
      con su aria sensual
hundirlo para siempre en su Gehenna,
      dijo el bardo augural:

"No quieras nunca que en mis cantos vibre
      tu mística oración;
Yo siento el numen de los hombres libres,
      la sacra Rebelión.

No me arredran las copas de cicuta,
      ni los autos de fe;
Soy el Saulo de la nueva ruta,
     no temo a la Ananké.

Mi vocación me impele hacia adelante,
      es más fuerte que yo;
si no me amas así, busca otro amante,
     mas convertirme ¡No!

El mundo está podrido de injusticias
     que es fuerza fulminar;
¡no me infames vendiendo tus caricias,
     al precio del callar!

Esa paz y esa fe que me pregonas
      son hijas del dolor;
y no bastan millones de coronas
     para tanto valor.

Para lograr la paz de que disfrutas
     en tu casto rezar,
¡cuántos siglos de angustias y disputas!
    ¡Cuánto heroico guerrear!

No se ablanda el Misterio con rosarios,
      ni la Fatalidad;
más alta que los altos campanarios
      se eleva la Verdad.

La Verdad, que fue hacha y catapulta,
     fuego, horca y dogal;
y bárbara y salvaje antes que culta,
     siempre nueva y marcial.

Las propias ignominias de la tierra
     dicen al corazón:
"¡No otorgues paz mientras amague guerra
     cualquier superstición!"

Malgrado el sonreír de los Mefistos
     acrecienta la luz;
¡todos los tiempos necesitan Cristos
     que carguen con su cruz!

Labora el porvenir en tu conciencia
      si quieres porvenir,
amarga es la enseñanza de la ciencia,
      mas sublima el vivir.

El orbe ha menester de estos Luzbeles
      que nunca cejarán,
en cuyas bocas de sonrisas crueles
      alienta el huracán.

Almas, que envenenara de rencores
      la vieja Iniquidad;
terrestres, que no tienen más amores
      que los del ideal.

No quieras, pues, que en mis poemas vibre
      tu mística oración;
me agita el numen de los hombres libres,
      y soy la Rebelión!

Álvaro Armando Vaseur - Todos los cantos
Cantos del Nuevo Mundo
Bibiloteca Artigas- Colección de clásicos uruguayos - Vol. 16
Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social - 1955

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