Indios: Capitanes de Artigas

por Amílcar Vasconcellos

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XLI Nº 2113 (Montevideo, 20 de enero de 1974) pdf

En la lucha por la Independencia los civiles se hicieron soldados y ganaron sus grados en los campos de batalla.

La historia ha registrado en forma especial nombres de los criollos en lo que se refiere a nuestros acontecimientos nacionales. En cambio pocas veces —o por lo menos no con suficiente preocupación— se ha mencionado a los jefes indios convertidos en capitanes de Artigas.

Y usamos la expresión capitanes en el sentido que abarca mayor contenido que el grado en sí puede tener en el oficio castrense.

Queremos rescatar de este olvido a algunas figuras indígenas.

Historiadores vendrán que un día profundizarán sobre ellas.

Andresito es la figura más conocida

Miguel Víctor Martínez ha escrito un hermoso libro sobre ese caudillo guaraní, y Yamandú Rodríguez, en un ejemplar de Anales de Instrucción Primaria de junio de 1944, una página digna de las suyas, de singular belleza.

Dice entre otras cosas Yamandú Rodríguez refiriéndose a él: “En el Ayuí descansa. No sigue a Artigas como el perro al amo: sino el árbol al sol. Con esa dignidad. Es federal por instinto. Con el caudillo, el porvenir le acerca el pasado. Pone en armonía sus ideas y su ancestro. Cierra el círculo. Y esa pasión política se le hizo amor racial".

Quien recuerde o relea nuestro artículo publicado en este Suplemento sobre José Sepé podrá entender quizá mejor la figura del nuevo caudillo guaraní y las razones esenciales de su aproximación a la causa y a la lucha artiguista.

Yamandú describe con esta bella frase al montonero y sus recursos: “Sus escuadrones serán de hierro en el ataque y de agua en la retirada”.

La historia de Andrés Guacurarí es conocida.

Martínez la refuerza con documentos y menciones. Nace en San Borja el 30 de noviembre de 1778. Dentro de cinco años hará dos siglos.

En 1815 Artigas lo nombra Comandante de las Misiones Occidentales con residencia en la entonces Candelaria (hoy Posadas).

El historiador recuerda la situación planteada cuando la invasión portuguesa y el desarrollo de los planes militares de Artigas.

Andresito recibe instrucciones precisas. Debe tomar San Borja y seguir para reunirse con otras fuerzas artiguistas.

Frente a San Borja vacila. Se detiene en el ataque final, se muestra indeciso para atacar su propio pueblo y cuando al fin se propone cumplir sin dilaciones la orden del Protector una fuerza portuguesa al mando de Abreu lo ataca por la retaguardia y entre esa fuerza y los defensores de San Borja lo derrotan.

Valdría la pena reproducir integra la histórica carta que Artigas le hace llegar; pero eso haría demasiado extenso este trabajo. Baste señalar alguno de sus párrafo»: "No protesto de que usted sea particularmente responsable de los irremediables contrastes ya sufridos: antes bien, hago un llamado a su corazón y espero que sabrá recuperar con valentía cuando yo lo disponga y avise, la espada que perdió frente al pueblo de San Borja, su amada cuna y la de sus padres.

Andresito sigue en su lucha.

Algunas episodios de su vida tienen sabor a tragedia antigua y otros, en la pluma de Martínez, a poemas de amor. Valdría la pena refrescarlos. Quizá habrá que hacerlo algún día; para que de las páginas del libro pasen a la leyenda popular.

Andresito lucha y vence, luego es derrotado y finalmente las propias fuerzas de Abreu lo hacen prisionero en San Lucas, sobre el Uruguay y lo llevan a Porto Alegre de donde se le traslada a Rio de Janeiro, a la Isla das Cobras.

El mismo historiador señala que a partir de 1831 todo lo referente a la vida del caudillo guaraní es "confusión, contradicción, oscuridad".

Unos dicen que murió en la Isla-prisión.

Otras que volvió en un bergantín inglés —mediación previa de un diplomático español— a Montevideo, a donde habría llegado el 3 de julio de 1821.

La verdad es que su destino y sus pasos finales son inciertos.  

Surgió del anonimato de una raza y termina en el anonimato de su pueblo.

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Junto a Andresito lucha otro Jefe indígena: el TENIENTE TIRAPARE. Es apenas para nosotros un nombre más en una serie de nombres de combatientes, pero es también un integrante de la raza guaraní, que vivió la experiencia misionera y oyó resonar el llamado del épico clarín artiguista en las amargas horas de las últimas luchas del Protector.

1820 es el año terrible

Culmina el proceso anárquico en las viejas partes del ex Virreinato del Rio de la Plata que habiendo sacudido el yugo español busca realizar su destino mientras la Banda Oriental, abandonada por todos, se debate contra el invasor portugués al que alentara la "oligarquía porteña”.

Artigas ve a sus mejores oficiales caer prisioneros o abandonarlo.

No cede y pasa a Corrientes buscando proseguir la pelea.

Establece su campamento en Curuzú-Cuatiá en el punto llamado Abalos.

Mientras tanto entre Buenos Aires y los Jefes provinciales que hasta entonces estuvieron en la orbita artiguista se llega al Tratado del Pilar.

Ramírez se vuelve contra Artigas y finalmente en una proclama del 17 de julio de 1820 el antes Protector se vuelve "tirano" según su calificativo.

Artigas ae prepara a enfrentarlo.

Y aqui aparece otra figura aborigen. El Comandante General de las Misiones —sucesor de Andresito— es SITI, otro indio.

Gervasio Correa actuando al servicio de Ramírez —el caudillo entrerriano— se sitúa por orden de éste en Arroyo Grande en observación del ejército artiguista.

Síti recibe órdenes de Artigas de invadir Entre Ríos, y las cumple.

Al frente de 1.500 misioneros —según fuentes argentinas— derrota a las fuerzas entrerrianas.

Poco después es Artigas quien penetra por el Occidente del Rio Gualeguay, incorpora las fuerzas de Siti y en “Las Guachas” —costas de ese río—  13 de junio de 1820, deshace al ejército de Ramírez.

Artigas prosigue. Ochocientos correntinos se fe incorporan. Sigue hacia "La Bajada” y allí Ramírez lo destroza. Y lo persigue.

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Y aparece otro nombre indio. Lo recuerda Mitre en su Historia de Belgrano: “A los pocos días (22 de julio) derrotaba en las puntas del derrota en las puntas del Yuquerí otra fuerza de 300 hombres, al mando del indio PERU CUTI, uno de los principales Tenientes de Artigas".

Y agrega aún: “En Mandisovi, fue deshecho otro de los Tenientes de Artigas, el indio MATIAS ABACU y Ramírez penetró en el territorio de las Misiones".    

El mismo historiador argentino —detractor notorio de Artiga»— narra luego cómo el Comandante General de las Misiones —el indio Siti— se somete a Ramírez y cómo Misiones se incorpora como “departamento" a la provincia de Entre Rios.

Artigas pierde su campamento y su parque en Abalos, reacciona pese a la persecución de Ramírez y se dirige a las Misiones para someter a Siti que ahora es desertor a su causa.

Pone sitio a Cambay y es atacado por Píriz  —Comandante de una división de Ramírez— y derrotado. Remonta la corriente del Miriñay y al fin se interna —cuando empieza la primavera— en el Paraguay.

El mismo Ramírez —muerto no mucho tiempo después, el 10 de julio de 1821— tenía "en sus venas sangre india" según lo certifican historiadores argentinos y su muerte, para rescatar a su amante “Doña Delfina" en circunstancias en que lo perseguía una partida santafecina, tiene sabor a leyenda. Y no fue protagonista pasivo del suceso Anacleto Medina al que crónicas perdidas de historiadores uruguayas no dejan de vincular al destino final de la bella amazona en nuestra tierra.

Valdría la pena estudiar la autenticidad de esta tradición "oral".

Ahí están, pues, junto a anónimos soldados que combatieron junto al Jefe oriental, integrantes de la raza indígena, el nombre de algunos de sus Capitanes, Indios que traían un recuerdo de días amargos vividos por su pueblo frente a los “bandeirantes”.

Como Sepé en los días del Tratado de Madrid, más de medio siglo más tarde se levantaron, vástagos de la misma raza, para luchar contra el lusitano o sus descendientes y los comandaban ANDRES GUACURARI, TIRAPARE, SITI, PERU CUTI, MATIAS ABACU y quizá muchos otros que figurarán en partes archivados y cuyas reales vidas y auténticas historias nos son prácticamente desconocidas.

Hijos de una vieja raza surgida de la entraña americana lucharon junto a Artigas porque sintieron que en sus manos flameaba la gallarda bandera le la irrenunciable libertad de esta tierra.

 

por Amílcar Vasconcellos

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XLI Nº 2113 (Montevideo, 20 de enero de 1974)

Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación

Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)

 

Ver, además:

 

                      Algunos de los textos referentes al Gral. José Gervasio Artigas

 

 

                                                            Amílcar Vasconcellos en Letras Uruguay

 

                    

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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