Si bien el tema “drogas” no es nuevo para las sociedades y por lo tanto tampoco es un tema nuevo para el Uruguay, cada libro que toca este tema, en general tiene tres características: es necesariamente interesante; necesariamente incompleto y nos abre una innumerable cantidad de interrogantes para las que en su mayoría, hoy no tenemos respuesta.
Más allá de los logros que se tengan, tanto en el área de represión al narcotráfico como en el área de prevención y tratamiento de drogas, el haber puesto sobre la mesa a lo largo y ancho del país el problema “drogas” ha permitido que se piense, que se discuta y que se escriba sobre este tema. En suma la mejor manera de
desmitificar el “desconocido mundo de las drogas”, es pensar, discutir y escribir sobre drogas.
Al igual que un médico forense, hace “hablar” al cadáver, interrogándolo con sus conocimientos, y haciéndolo manifestarse en la búsqueda de las causas de su muerte, la sociedad debe hacer hablar al “mundo de la droga”, para que se exprese en la forma más amplia posible, para que dialogue con nosotros, para que lo conozcamos y para que lo podamos conceptualizar. Científicamente hablando, la única manera de poder abordar un problema es conceptualizarlo, definirlo como tal y abarcarlo con todas la herramientas tanto empíricas como científicas que tengamos, para poderlo solucionar.
La experiencia nos dice que necesariamente un problema que tiene tantas aristas como el “tema drogas” debe ser abarcado en forma interdisciplinaria e interinstitucional.
Múltiples miradas tratan de abarcarlo, conocerlo, desentrañarlo y tímidamente o no, esbozar una posible solución pero él sigue allí a través de los tiempos. No hay sociedad que no haya convivido con el “tema drogas” y quizás no haya existido y no exista sociedad que no haya convivido o no conviva con el “problema drogas”.
Y es un tema que nos atrapa y hasta quizás nos hagamos adictos al estudio de este problema. Y las miradas se multiplican y los aportes se multiplican, y las acciones se multiplican pero el problema en mayor o menor medida sigue allí.
Son muchos los países, las organizaciones internacionales, los organismos nacionales y las personas que buscan la “piedra filosofal”, que nos permita liberarnos de este problema, pero él sigue allí.
Son muchos los médicos, sicólogos, sociólogos, filósofos, juristas, policías, periodistas y escritores, que están atrás de él, pero él sigue allí.
Todos los aportes tienen un valor enorme en la búsqueda de la solución del “problema drogas”, y por lo tanto valoramos enormemente el aporte de este libro, que conceptualmente abarca desde el problema macro, pasando por la visión de algunos actores y llegando incluso a la historia del principal actor que es el consumidor. También conceptualiza el trágico papel del mercado en este problema. ¿Será que los problemas de la humanidad son los problemas del mercado, o que los problemas de los hombres se terminan mercantilizando?
Quizás nos esté haciendo falta una mirada (que sería la síntesis de todas la miradas), que nos permita enfocar el “problema drogas” desde una dimensión hasta ahora desconocida. Quizás tengamos que repetir la historia de pasar de una teoría cartesiana a la teoría de la relatividad. Alguien llegará a encontrar esa mirada, la que todos estamos buscando y la que todos estamos ayudando a encontrar.
Hace pocas semanas, un periodista norteamericano me preguntó: si usted pudiera hablar ahora con el Presidente Obama sobre el tema drogas ¿que le diría? Mi respuesta fue: Sr. Presidente. Hablemos menos sobre drogas y hablemos más sobre sociedad. Quizás allí encontremos la solución a uno de los problemas que ésta tiene y que se llama “drogas”.
Mis felicitaciones al amigo Tricánico por su libro... que tiene cierto grado de adicción.
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