En Actas de las Jornadas de Homenaje a Horacio Quiroga,

Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, 1998, pp. 125-128)  

 

La Vampiresa de Horacio Quiroga

por Ruben Tani

Releyendo los documentos que la crítica ha estudiado en diferentes libros, artículos y manuales de divulgación, se puede apreciar que, por lo general, se repite lo mismo que opinaba Quiroga sobre su propia obra. Según Zum Felde es "en sus relatos misioneros donde su originalidad y su maestría han culminado". Son los relatos que tienen como escenario Misiones los que participan en la conformación de un corpus y un código de lectura en el cual se atribuye mayor importancia al efecto explicativo de la anécdota junto a un corolario moralizante, lo cual conduce a la desvalorización lamentablemente injustificada de otros campos temáticos abordados por el autor.

Pese a esa desvalorización, no puede ser solapado el interés que ofrecen ciertos rasgos que atienden a lo monstruoso y a lo gótico de un estilo literario influenciado confesionalmente por Poe. Ya a simple vista es posible percibir desde la juventud de Quiroga esta influencia (por ejemplo, en "El crimen del otro") y más cercanamente la temática de lo ominoso y de su configuración. Sería interesante estudiar con mayor detenimiento la productividad que tiene en su quehacer narrativo el estilo gótico, estilo que suponemos comprende también a una parte de los cuentos referidos a la selva y subyace en la superficie realista y más allá del estricto contexto selvático.

Lo ominoso produce un efecto de horror e incertidumbre que no culmina con los comentarios sobre los cuentos ampliamente estudiados por la crítica tradicional. En Quiroga ese efecto de horror está logrado de modos diferentes; pensemos en el gusano viscoso o "larva crepuscular" de Episodio (1900), en el insecto hematófago del almohadón de plumas y, por último, en los mutantes genéticos de La gallina degollada. Estos son claros ejemplos del estilo y la estética del gótico, pero que la crítica no ha asociado de forma sistematizada. Paralelamente, y escasamente explotado por la crítica también se presenta el tema del cine como cultura del ensueño producida por una nueva técnica. El interés que tiene Quiroga por el cine como forma compleja de ficción le condujo a producir también una extensa labor crítica en Caras y Caretas (1920) y en Atlántida (1922), tal como lo afirma Washington Benavídez.

Como Pablo Rocca ha mencionado, a Quiroga se le había ocurrido un cuento con el tema de La rosa púrpura del Cairo de Woody Allen. Este cuento es El vampiro (1927), que parece ser más interesante que la historia de Allen porque la de Quiroga mezcla el subterfugio técnico presto a facilitar y a justificar la anécdota con recursos comunes del género literario. El efecto de determinados rayos misteriosos permite producir un fantasma desdoblado del celuloide, se trata de un personaje redivivo en su momento más lívidos y melodramáticos con el que se pueden pasar amables veladas. Este personaje es una referencia clara a la ilusión producida por la cantidad de imágenes por segundo que permiten al cine producir esa fantasía y que nuestro ojo no es capaz de percibir. Pero, además este fantasma, que es una glamorosa estrella del cine mudo, que tanto apasionaba a Quiroga puede cobrar una vida mucho más permanente en este mundo nuestro aparentemente más real. El problema que se plantea es que debe morir la persona, la actriz de carne y hueso. Como el vampiro tradicional cuyo origen sabemos es Transilvania, en el en el camino de lo ominoso y extravagante esa fantasía cobra vida y necesita alimentarse de sangre.

Lo que sucede es que al morir el cuerpo real de la actriz, cobrar vida absoluta la figura eterna que habita siempre joven en el film. Esta forma de hiper-realismo de una imagen activa que se hace real, presentando asimismo una interesante hipótesis sobre la representación como aura mágica.

Los misteriosos rayos N1 permiten al menos dos cosas: en primer lugar desmontar del collage móvil de imágenes que expresan la anécdota en la pantalla la figura estelar de la diva y que por su glamour justifica la breve anécdota, y luego, elegir ciertos momentos muy específicos en los que la actriz en su rol logra una expresión vivencial muy notoria.  En esta mezcla intertextual de cultura cinematográfica, el tema de la imagen de la actriz nos recuerda al retrato de Dorian Gray, cuando resulta evidente el desfasaje temporal producido entre la actriz real que sufre el martirio del tiempo y su "doble" como reproducción de su eterna juventud. Estos dos elementos ya se encuentran previstos en El Puritano (1926) y Miss Dorothy Phillips, mi esposa (1919). Pero en este cuento en especial, Quiroga que utiliza el clásico fenómeno de la aparición de un fantasma le agrega además el extraño proceso de su reanimación en el mundo real como un desdoblamiento, mecanismo o efecto semejante a la teletransportación. En el nudo de la trama nos podemos preguntar ¿Los rayos N1 más el amor corporizan a la actriz o a su doble en la ficción? Esta pregunta explica el hecho de que Don Guillén de Orzúa y Rosales deba matar a la actriz para lograr corporizar a su representación. El tema de la estética gótica, se monta en este relato en la cita del viejo laboratorio del alquimista, del nigromante que utiliza la magia (técnica en la ficción) que necesita para conjurar y lograr la corporización de una "aura".

Todo el conocimiento que Quiroga adquiere como cinéfilo y crítico del nuevo fenómeno de comunicación masiva, se transforma en anécdotas que realiza literariamente. La coincidencia del ensueño de un cinéfilo sureño y su proyección sobre el personaje que viaja a Hollywood, logra establecer una relación afectiva con la actriz admirada y a la vez conocer desde dentro la "fábrica de sueños" y quizá también plasmar el deseo de un libretista o de productor periférico, cosa difícil de lograr por aquellas épocas y mucho más fáciles de realizar a partir de los años ‘50 y sobre todo luego de la crisis que sufre la industria del cine como espectáculo con la aparición tardía de la televisión.

Resulta sorprendente observar que ya por los años ‘20 Quiroga tenía una completa visión del impacto de la forma narrativa del cine sobre la cultura y por ende sobre la literatura. Así, anticipó lo que Walter Benjamin expresó en la tan conocida fórmula de la función del "arte en la época de su reproducción" porque más importante que el impacto de la imagen estática de la fotografía y la imagen en movimiento del cine, en las formas de imaginar y de representar la realidad, es el fenómeno de la fragmentación de la unidad interna del género tradicional según el canon aristotélico respecto a la verosimilitud con relación a la categoría de la mimesis. Horacio Quiroga percibió este fenómeno narrativo que también interesó a Vicente Huidobro, los dadaístas, surrealistas y también a la narrativa del Nouvel Roman francés de los ‘60 con M. Simon, Robbe-Grillet y N. Sarraute.

A la fusión de la técnica narrativa concebida con notable sensibilidad, la podría denominársela anacrónicamente intertextualidad. Como el término alude a varias alternativas técnicas que permiten su producción, deberíamos aclarar los niveles en los cuales produce un efecto, ésta se produce en la cita de textos y personajes, de situaciones y de contextos. En Miss Dorothy Phillips, mi esposa encontramos la formulación de un deseo de Quiroga: realizar guiones, interactuar en el mundo de Hollywood al tiempo que marca la distancia existente entre las formas técnicas de producción utilizados en los grandes estudios cinematográficos de Hollywood y las usadas en el contexto platense. Ese contacto imaginario que logra realizar el protagonista ¿es producto del deseo y la admiración de Quiroga?

Pero no solamente Quiroga es un importante antecedente para comprender la cultura de principios de siglo respecto a la forma estilística de la narrativa y la simbiosis de los géneros, como también su incursión por una vasta tópica de temas, todo debido a su notoria inteligencia para captar los cambios que producían los nuevos modos de producción incluyendo en ellos a las características del cuento, la novela y el guión cinematográfico.

Desde su precoz y lúcida juventud salteña, mostraba la inquietud por temas, como el sado-masoquismo, en un contexto poco receptivo para tales muestras de estar al día con los temas más en boga en otras latitudes, que si no menos conservadoras, al menos su evolución permitía una mayor libertad. Debemos recordar aquí que el "Análisis de los Sueños" de S. Freud aparece en 1900, precisamente cuando los inquietos jóvenes que editaban la Revista de Salto publicaban algunas extravagancias, que sin duda fueron recibidas con cierto sobresalto por los apacibles lectores de aquella floreciente comunidad.

Es en este sentido que, Horacio Quiroga es un escritor interesado por los múltiples aspectos por los cuales la escritura se relaciona con el fenómeno que luego los teóricos dieron en llamar la recepción. Así le interesan la retórica y el tema de la forma narrativa, como también los derechos del autor. Nos parece bastante claro que existen en Quiroga al menos dos aspectos que personalmente manejó con criterio y con conciencia del medio de producción de la escritura en el que estaba inmerso. En principio, mostró un interés muy importante en la actualización cosmopolita de los temas a narrar, utilizando un criterio muy profesional para la época, criterio que luego cambió de perspectiva en cuanto a la tópica de su producción, en el momento en que deja de lado la producción fantástica y hollywoodesca del gótico para más que dedicarse, a seleccionar los cuentos de la selva, aspecto en el cual los críticos asienten en decir que fue también un pionero. Pero aún en ésta vertiente "realista" de la obra de Quiroga, aparece la influencia del "misterio", el "delirio" y las situaciones bizarras.

por Ruben Tani

(En Actas de las Jornadas de Homenaje a Horacio Quiroga,

Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, 1998, pp. 125-128)  

 

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