Nuestro "Teatro Larrañaga"
crónica de Eduardo S. Taborda

Las obras de restauración y reformas de nuestro viejo y querido Coliseo ya se han iniciado, y con ellas una noble y acariciadora esperanza de resurrección de sus glorias pasadas, anima al corazón de nuestra ciudad que tanto ama a esta maravilla del arte arquitectónico y que tan alta y prestigiosa tradición artística guarda de nuestro Salto de ayer.

 

Después de más de un cuarto de siglo de silencio, de incuria y de ruina, nuestra primera sala de espectáculos ha de renacer pujante y espléndida nuevamente a la vida del arte escénico y desde su escenario han de reeditarse los magníficos espectáculos que allá en las lejanas noches del pasado, elevaron a nuestros espíritus y fortalecieron a nuestras mentes con la intensa emoción de una tragedia de Shakespeare, de un drama de Ibsen, de una comedia de nuestro gran Florencio o de un drama lírico, una ópera bufa o una zarzuela llena de gracia y de color, con música de Breton o de Chapi.

 

Pensar que nuestro Teatro —por intereses subalternos de Empresarios judíos, a los cuales no convenía para sus negocios de Sylock, que esta sala funcionara y de encargados solapados y rapaces y de almas obscuras para la comprensión de la misión cultural que se irradia desde un palco escénico— ha permanecido este, más  

veinticinco años clausurado y en ruinas y que por esta causa existan en esta ciudad personas que nunca hayan visto y se hayan deleitado con un espectáculo teatral, causa sorpresa e indignación, sorpresa al extranjero que desconoce el asunto, indignación y repudio a los salteños que por estos malos individuos tienen que sufrir esta amarga afrenta.

 

Hoy hombres animosos y respetuosos a la cultura, después de vencer grandes dificultades han llegado a culminar, dando cima a los anhelos y deseos de los viejos salteños de que el Larrañaga vuelva a ser otra vez nuestra primera sala de espectáculos.

 

De las reformas a introducirse en este rejuvenecimiento del Larrañaga, mucho se ha hablado, opinado y criticado, hay quienes censuran acremente, contemplando el plano de su frente, expuesto al público, el cierre de las dos escaleras laterales de su frente afirmando la crítica, de que un Teatro, cuántas más salidas tenga éste para el descongestionamiento del público, está en mejores condiciones para cualquier caso fortuito —también se critica apasionadamente al injerto de boletería que se le ha planeado y que en nada acompaña en sus líneas a la de la hermosa arquitectura gre-romana del edificio, el público afirma de que esta boletería es digna de un Club de Football o de un Ring de Box, nunca para figurar al lado del frente del Teatro Larrañaga, también se asegura que las líneas, de la baranda o pretil de las escaleras de ambos lados son ajenas, también a las que dominan el frente.

 

Nosotros nada opinamos en este asunto, por que nada sabemos de arquitectura, pero sí, confiamos en los técnicos que efectúan estos trabajos y en la Honorable Comisión del Teatro, estos y esta no han de arriesgar su prestigio en pos de la conquista del ridículo por la consagración de un adefecio.

 

Ahora de acuerdo a los datos que he podido obtener, hagamos un poco de historia y digamos como y cuando se fundó nuestro querido Larrañaga.

 

El día 12 de Julio del año 1880, el entonces Jefe Político, Don Teófilo Córdoba, convocó una reunión en el salón de la Jefatura, a un núcleo de caracterizados vecinos y les expuso el motivo de la reunión, que era "la necesidad y el deseo de todos", de que nuestra ciudad contara con un Teatro.

 

Ese mismo día se repartieron entre los asistentes, acciones de cien pesos oro de valor, y se constituyó la primera Comisión encargada de llevar adelante los trabajos, recayendo los cargos en la siguiente forma: Presidente, Coronel Teófilo Córdoba; Vice-Presidente, Nicolás Orcasitas; Tesorero, Ramón Abascal y Secretario, Leopoldo Arteaga.

 

Las primeras acciones fueron colocadas entre los firmantes del acta, y estos, eran los señores José Comas, Celestino Selgas, R. A. Wilkinson, José Da Cruz, Eduardo Morice, L. López Jauregui, Alberto Montaldo, Carlos Garrasino, Rogelio Avellanal, Rudecindo Márquez, Juan Kemslley, Andrés Sanguinetti, Ricardo Williams, Nicolás Viacava, Domingo Fernández, Alberto Maldonado, Pastora Forteza de Quiroga, Nicolás Granada, Martín Castro, Juan B. Elizalde, Antonio Rocca, Bartolomé Caballero, Leonardo Castro y Anselmo Dupont.

 

Fue tan empeñosa la colocación de las acciones, que entre la ciudad y campaña donde se habían nombrado Comisiones en poco menos de quince días habían suscripto a estas por la suma de $ 14.800.

 

Se compró el terreno y el constructor Sr. Luis Guggeri, ganador de la propuesta de albañilería por la cantidad de $ 23.500, empezó las obras, según los planos del Ingeniero Inglés, Sr. Roberto Alfredo Wilkinson, Ingeniero venido de Inglaterra expresamente para intervenir en la construcción de la Estación del Ferro-Carril Central de Montevideo, y más tarde al servicio del Ferro-Carril Noroeste.

 

Un entusiasmo y una energía no acostumbrada presidió los actos de la Comisión que no vaciló en demandar ejecutivamente, trabando embargos de bienes a los suscriptores de acciones que habían caído en mora.

 

Esto produjo algunos resentimientos e incidentes desagradables, pero fue una saludable advertencia para muchos.

 

El mismo celo se hacía sentir sobre las construcciones y demás empresarios de las obras.

 

El día 6 de Octubre de 1882 el Teatro Larrañaga, denominado así sin duda en homenaje del gran discurso sobre la Educación Popular que pronunció en la inauguración de la Biblioteca de Montevideo, el gran patricio Presbítero Dr. Don Dámaso Antonio Larrañaga, inauguróse con la representación de "La Hija Única" interpretada por la gran Compañía Italiana de Cartocci y en cuyo elenco figuraba el eximio Gustavo Salvini.

 

Y desde aquel lejano día del 6 de Octubre de 1882, hasta hace unos venticinco años en que se paralizó las grandes y maravillosas actividades de nuestro Larrañaga, desfilaron por su escena lo más grande y genial del arte lírico y dramático, dejando en nuestro ambiente recuerdos inolvidables aquellos eximios intérpretes de su época, como la Tetrazzini, la Bassi, Oxilia, Salvini, Novelli, Pezzana, Tallaví, Grasso, Codina y miles de artistas de alta jerarquía que contribuyeron con eficacia a cimentar la cultura de nuestro pueblo.

 

Ahora esperemos con amor para bien de la presente y futuras generaciones, la resurrección de nuestro viejo y muy querido Teatro Larrañaga.

crónica de Eduardo S. Taborda
Salto de Ayer y de Hoy
Selección de charlas radiales - Salto 1947

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