La Isla del Gato Negro
crónica de Eduardo S. Taborda

En el paraje donde hace barra el arroyo Sopas con el Arerunguá, existe una isleta de tupida vegetación y de ¡trincados laberintos conocida por los habitantes de nuestra campaña por "la isla del Gato Negro".

Cuenta la tradición de que esa isleta fue la guarida del célebre indio charrúa apodado el Gato Negro, que fue el terror de nuestra campaña por sus malones y asesinatos.

Según el testimonio de Doña Isabel Barú, anciana misionera de más de cien años y que fue una de las primeras pobladoras de Salto que vivió hasta su muerte, de esto hace más de cuarenta años, en un ranchito ubicado detrás del Hospital, refiere que allá por el año 1829 o 3O siendo imposible vivir en los rancheríos de que estaba en aquel entonces compuesto el Salto, por los continuos saqueos e incendios que le originaban los distintos ejércitos que lo invadían se fue a vivir al Arapey creyendo encontrar allí tranquilidad y seguridad pero que también en ese paraje era imposible la vida por los continuos asaltos de los charrúas

Contaba esta anciana que después de la batalla de Yucutujá donde Bernabé Rivera derrotó a los indios estos aparecían de vez en cuando y acometían a los pocos establecimientos de campo incendiando y matando a más pobladores.

Una vez, dice Doña Isabel, estábamos en nuestro ranchito velando a una criatura de una de mis compañeras, cuando fuimos atropelladas por los indios, quienes nos castigaron y nos amenazaron con darnos muerte, nunca me olvidaré de lo que nos pasó aquella noche.

Uno de los indios era el Gato Negro y era el que tenía asustada a toda la campaña.

Corroboran esta afirmación las partidas de defunciones existentes en los libros parroquiales; -en el año 1832 fue asesinado en su estancia don Juan José Aguirre y en el año 1833 lo fue don Manuel Fialo y otros este tenor hasta el año 1839 en que ya no figuran en estos libros más asesinatos charrúas.

Cuenta el Sr. Tertulino Nuñez que en su infancia oyó de labios de sus padres de como fue ultimado en su estancia el Sr. Victorino Trindade y seis peones por el Gato Negro y su gente.

Uno solo de los peones pudo escapar, dice el señor Nuñez, y este fue un correntino apodado "Zabumbá" quien herido de un machetazo en la espalda, logró tirarse al agua en el Paso de Muñoz y permanecer zambullido un tiempo hasta que se retiraron los asesinos.

También recuerda este señor el asalto a la estancia del Sr. Lucio Ferreira, ubicado en Mata Ojo, apodado el Macaco, donde el Gato Negro ultimó al señor Ferreira.

El Gato Negro siempre iba acompañado por otro indio apodado el Buey Moro, y una media docena más de asesinos.

Lo que no dice la tradición ni la leyenda que el paisanje a creado alrededor de ésta siniestra figura, es el fin que tuvo el Gato Negro. 

Del Buey Moro se sabe que fue muerto por el Comisario Vecinal don Juan Lucas en la Picada Pereiriña, -del Gato Negro existe una versión en la que se sospecha de que éste se hubiera internado en el territorio del Brasil donde habría sido muerto.

Aún hoy en los fogones campesinos de los establecimientos ubicados en diferentes regiones de la campaña salteña de Arapey, Valentín, Sopas, Arerunguá y los Mata Ojo, se recuerdan y se comentan las barbaries del Gato Negro y sus vandálicos secuaces y no falta quien crea y asegure que en la citada isleta esté enterrado el fruto de sus rapiñas; como así mismo no es raro ver de vez en cuando a pobres ilusos que con picos y palas se afanan removiendo el terreno de la isleta en busca de los fabulosos tesoros escondidos en la célebre isla del Gato Negro.

Con esta narración queda complacido mi buen amigo y compañero señor Isidoro Muguerza que a su interés se debe el haber yo investigado y obtenido lo poco que se sabe a este respecto.

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