Siempre supo que el tren
De aterrizaje no iba a desplegarse.
Queda tiempo para agitar la mano
Garabatear una postal
Y asombrar la sombra
Disuadiéndola de su amor por los pretiles.
II
Un café oscurísimo
Al doble filo de la mesa
En el medio un andén barroco
Agitado por trenes eléctricos, lacrimógenos
Que apagan trivialidades hacia la mitad del filtro.
Y otra taza que hierve padece de porcelana falsa.
La palabra prometida bastará
Para disparar los engranajes
Y contentarse con la fría galería.
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