Pequeña
y breve historia de Alambre, un personaje
muy tierno. |
Bajaba por el Otoño pisando charcos, midiéndolos entre paso y luna cuando sentí el ruido. Giré y lo ví. Estaba quieto, enrollado, metido en el hueco de dos enormes baldosas rotas. Me miraba con la curiosidad temeraria de un cachorro asustado. Era marrón, flaco, feo, fino y largo como un alambre oxidado. -Que pasa compadre. Levanté una mano y movió la cola, me recosté a una farola y se hirguó despacio, silbé un tango y ladró hacia dentro sin abrir la boca. Perro de calle, pensé. Pulgoso, desharrapado y bohemio me decía con los ojos. -¿Quién, yo o tú?. Sonrió de costado entre los belfos. Se me ocurrió ina idea. Pegué un salto, me abrí de piernas, y quedé al acecho con las manos separadas. Se "acojonó". Quería explicarme que iba desarmado y se rascaba. Como un relámpago y a lo John Wayne desenfundé mi llavero. Se soliviantó gruñéndose de risa. Tenía sentido del humor el "cabrón". Entonces fue cuando le conté que a mi mujer no le gustaban los animales con pelos, sino con plumas. Se puso triste y se tapó la cara con la pata, tenía los ojos brillantes. Cuando toqué timbre estaba nervioso, no lo puedo negar; mi compañera es una luz. ......hoy Alambre nos toca dormir a la intemperie, que mala suerte. Te habías aprendido el canto del canario y te salía de campeonato. Me miró, bostezó, y se acurrucó entre mis zapatos, la silicona, y las plumas de gallina pintadas de amarillo. Nos habíamos olvidado que los pájaros no tienen dientes. |
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