Yo dije de inflamada temeraria locura,

he vivido, viviendo,
en la esfera caliente de animal melancólico,

oscuras sus señales.

Me he equivocado.
Dicen que en un tiempo
fui amazona en los bosques del otoño perdida
y Casandra
mi boca adivinando los desastres.
Como el pan de mi trigo
usé de las palabras,
se las di sin pudor a los extraños
y me alcé en el verano de mi cuerpo
donde el ser busca sombra de silencio.

Era una muerte lujosa de racimos
en el paladar de la indigencia
una mujer que gritaba su nombre para un eco
y se peinaba de nubes
en lo más aciago de los ferrocarriles.

Esta que de mi sangre nace ahora

justa de muerte en proporción de vida,

extranjera en mi lengua deletrea

su gramática nueva en la vejez del día.

Vuelve a la tierra incorporada y sola.
Sus ojos ven desnuda la palabra que nace

y sabe ya por siempre

que no es posible nada
pisando la descomposición de los nocturnos.