Las bodas |
Después de oscura noche en mí despiertas. Ahora estás en mi carne y caes conmigo para levantarme hasta tu día; tú, el inocente castigado por mis manos, mi lengua, por la demencia de mi sangre, racimo amargo de tu viña que el ángel terrestre apretó entre mi boca y tu agonía. Ah!, no digas que te he matado a amaneces todos los días sobre el otoño de las hojas. Verdad que te dejé solo cuando te levantaron en la oscuridad de la tierra, es la soledad de tu reino, y los perros lamieron tu sangre, río de caridad tempestuosa corriendo entre la culpa y la esperanza. Ahora que estamos solos, sobrenatural esposo, por el escándalo de esta boda, no sé como llamarte. Confundo los nombres del amor oscuramentes transitados, y tu aliento, tu viento del desierto, en la zarza ardiendo de mi pelo. Pero tú me llamas por el nombre que yo sola conozco y que tú sólo sabes. |
poema de Clara Silva
Las bodas
Ediciones Atenea
Montevideo - setiembre 1960
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