La sobreviviente |
Átame sobre tu corazón. No dejes que baje a la tierra con un espejo turbio entre las manos. Y ciega, en la noche, me acose a mí misma, mirándome. Semejante a ti, porque tu carne quiere quemarse hasta encontrarme en el pecado, en el mismo misterio que me amas te amo. Y llevo como una mordedura sobre el pecho, la llaga de tu temible amor. De lo más alto del combate has venido por mí, la tan caída; por mí, suspiro, nada, de tu aliento, sombra apenas de ti. Por mí entraste en la casa de la culpa. Y tu sangre fue alianza de la boda; y en la mesa, tu pan devoró los dedos de la muerte. Pero tú eres el rostro de la vida ardiendo eternamente. Yo, la sobreviviente de mi cuerpo, que salió a buscar en el polvo sombrío tu corona. Y sin embargo más alta que David, que no alcanzó a besar tus pies donde lloran gozos. |
poema de Clara Silva
Las bodas
Ediciones Atenea
Montevideo - setiembre 1960
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