Amigos protectores de Letras-Uruguay

 

Si quiere apoyar a Letras- Uruguay, done por PayPal, gracias!!

 
 
 

 

8 de junio, 2012: Lejos del Noa Noa
de "70 km. /h - Crónicas de un trayecto"

Mario Sarabí
revistahipoetica@paysandu.com

 

Hoy salté de la cama, confundido con el sonido del despertador que se empeñaba en entrelazarse a quién sabe qué sueño o pesadilla. Después del primer aseo del día, apronté el mate (en el mundo de la globalización, es preciso apuntar que el mate es una infusión propia de estas latitudes del planeta que se prepara con hojas de yerba mate molidas -Ílex paraguaiensis-. Se bebe mayoritariamente en Uruguay, Argentina y Paraguay). Mientras tomaba mate, leía el Noa Noa de Gauguin, me internaba en la selva Tahitiana, sumergido hasta las costillas en uno de esos riachuelos que descienden de las montañas y que, lamentablemente, no conozco. (He ahí una de las virtudes de la lectura). Entendía, sin entender cabalmente, sin sangre, las abominaciones viciosas de la civilización y buscaba, en las caderas no deformadas por los corsets de esas mujeres desnudas, una verdad que me aligere los días, que me devuelva la paz. Evidentemente, no encontré nada. Demasiado monte natural he hacheado sin juicio. De lo que pude haber sido, no queda más que una teoría lejana y nebulosa. Ahora soy el esclavo de mis lujos y frustraciones, de mis ambiciones y caprichos. Lo peor de esas construcciones borrachas, es que aún no alcanzan a satisfacer al hombre, que no colman, que el cuenco parece siempre habido de más mieles, amargas y fingidas. Al fin, las líneas de aquel libro me laceraban desde adentro, sin que la armadura de metales impúdicos cediera ni un poco a los embates. Terminé el capítulo y salí en busca del trayecto. Absorto en el convencimiento del absurdo y la inutilidad de casi todos mis actos. La ruta estaba cercada por un campo ceniciento y escarchado. La helada, pareja, extendida como un manto hostil sobre los campos, demoraba en saltar de su aposento, quizá confundida con el apagado sonido del despertador que anuncia la mañana. Los pájaros estaban mudos. Cuando las cosas se dan así, con heladas circundadas por historias de selvas vírgenes, se me ocurren preguntas profundas, como las de algunos niños ocurrentes. Hoy, por ejemplo, me pregunté todo el trayecto por el lomo de los caballos.

 

Amadeo Pastor

 

Mario Sarabí

revistahipoetica@paysandu.com

 

Ir a índice de narrativa

Ir a índice de Sarabí, Mario

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio