Si quiere apoyar a Letras- Uruguay, done por PayPal, gracias!! |
6 de junio, 2012: Frío |
Lo primero fue la decisión. Porque, si para aquel famoso pragmático lo primero fue el verbo, para mí, en este caso, lo primero fue la decisión. La responsable, comprometida decisión. Después el verbo, los verbos. Una campera, dos camperas; guantes; casco y el (hoy) odioso trayecto. Ese túnel helado, sibilante, de 15 kilómetros de largo, que va desde mi casa a mi trabajo. ¿No se los he dicho?). Bueno, ahora no tiene mayor sentido; solo apuntar, para los distraídos, que por esa razón se llaman así estas crónicas. En moto, a 70 Km./h. Afuera el frío. Adentro, el amor que queda, la siesta imposible, descartada. Adentro la estufa, el cuadro inconcluso. Afuera el frío. Arranco. Me siguen, sacudidos, estirados, una hilera estruendosa de eucaliptos que delinea la ruta; el río, lejano, falsamente apacible, distante, frío. Muy frío. Voy sacudiendo la cabeza como todo saludo y recibo el brazo extendido de tres bufandas que pasan, motorizadas, grises. Frío. Una lluvia de hojas secas serpentea su símbolo otoñal al compás del viento. El viento (¿?): indeciso. Frío. Las orejas de un perro tiritan en la banquina, me mira y se que tiene hambre, hambre y frío. Pobre perro, digo, me digo. Adelante un carro, seguido por varios perros flacuchentos. Pobres perros, digo, nos digo. Frío. Un campo entero, rojo como ladrillo pulido, se sacude y tiembla su granulada sorguez. Frío. Dos perdices agazapadas, panzudas, atraviesan la ruta; estimo que nunca llegaran a guiso y sigo. Frío. De pronto, el sol, el hueco de las nubes por donde aparece el sol, la fugaz metamorfosis de los colores, una tenue calidez que distiende los hombros, apretados por el frío. Sonrío, ingenuo. Atrás, otra nube, mezquina. Los verdes se apagan. Frío, también en la ciudad, que se abre cuando se cierra, frío. La gente, ataviada de caparazones. Los altos y gélidos edificios. Frío. La vereda en que estaciono, la puerta, el frío. El casco; los guantes; una campera (solo una); el teclado y la pantalla en la que comenzaré escribiendo: frío. Y terminaré diciendo que esto, enumerativo, prosaico, que a todas luces podría semejarse al trayecto de mi vida no lo es; es, a secas, el trayecto a mi trabajo. Amadeo Pastor
|
Mario Sarabí
Ir a índice de narrativa |
Ir a índice de Sarabí, Mario |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |