Si quiere apoyar a Letras- Uruguay, done por PayPal, gracias!! |
5 de junio 2012: La rata muerta |
La rata estaba ahí, chata, peluda, plateada, fatalmente muerta. Al menos para mi, morir aplastado por un camión, es morir fatalmente. Cuando recién la distinguí, después de despejar, de su vaga forma de bicho muerto, su roñosa especie, su alcantarillada procedencia; se me dio por recordar cosas cómicas, semejanzas graciosas. Allí estaba la rata, recordándome los viejos dibujitos de Tom y Jerry; a Tom aplastado por una tabla, una casa, cualquier cosa; también en la Pantera Rosa sucedían esos accidentes menores. Luego sentí pena. No podía pensar en humoradas frente al pobre cadáver. Porque, al fin y al cabo la muerte de una rata también deja un cadáver. (Si habrá ratas enterradas en cementerios de lujo, en cajones de roble con ribetes de metales lustrosos). Sentí pena, lo que no sentí fue olor a cosa muerta. Supuse que no le alcanzaban sus vísceras, su poca carne para impregnar el aire de la intemperie con su descomposición. No tenía, tampoco, la virtud de los zorrinos. No hedía como huele un perro, un buen caballo muerto. Pasé. Seguí de largo, pensando en su olor egoísta, ese que nadie, ni siquiera ella alcanzaba a oler en la velocidad de la ruta; lo busqué entre los matorrales, atravesando campos, zigzagueando entre los árboles, pero no vi nada. En este caso, el olor de la rata, como la rata, pasaba y pasaba desapercibido.
|
Mario Sarabí
Ir a índice de narrativa |
Ir a índice de Sarabí, Mario |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |