Madre creadora

Decálogo de Blanca Samonati de Parodi

Ilustración de Sifredi

I) Madre creadora:

Sentirás la gloria de tu maternidad como fulguración celeste iluminando tus días. Desde el instante presentido calcarás las sandalias del misionero y llevarás el cayado del peregrino, porque tú debes conducir a tu hijo por la incógnita de las rutas con tu alma convertida en luz, con tu acento hecho canción, con tu anhelo hecho llama ardiente, con tu fragilidad de mujer hecha fortaleza. Lo llevarás así, envuelto en los pliegues intangibles de tu amor, porque es de amor, y de amor supremo e inigualado la obra que tú has de hacer con tu hijo.

 

II) Madre creadora:

Modelarás silenciosamente el alma de tu hijo, como modelaste en el silencio augusto de tu entraña, su cuerpo de rosa tibio, que luego besaste con tanta unción. Lo modelarás amorosamente, fervorosamente, más que con palabras, con ternura y cuidados y con tu acción de toda hora, de serena y heroica fortaleza.

 

III) Madre creadora:

Darás a tu hijo, generosamente, la riqueza de tu ser centuplicada en el prodigio de tu amor materno. Si tu corazón se rompe en heridas, tú, valientemente, lo oprimirás para que tu hijo, refugiado en el cuenco de tu regazo, no sienta su angustioso palpitar; y tu voz, pronta a modelar la queja cambiará de tono y se desgranará en un fresco reír y reirás generosamente, estoicamente, para no empañar en tu hijo tu intacta alegría.

IV) Madre creadora:
Leerás en el alma de tu hijo con los ojos del alma y hablarás a su corazón con el lenguaje del corazón. Leerás con lúcida penetración en ese mundo que late en su interior y, que es como tú lo hiciste, y le hablarás con palabras de resonancia plenas, que siembren verdad de evangelio que sean verbo de justicia, que digan de elevación, que lleven optimismo, que acaricien como música de amor..

 

V) Madre creadora:
No dejes solo a tu hijo como viajero sin rumbo por las tierras desoladas de la vida. Ve con él; siempre a su lado; muy cerca, para que pueda contar las horas que pasan por los latidos de tu corazón. Cuando en medio de la bruma que el dolor tienda sobre él, busque el resplandor que orienta y que conforta, que sea a ti o quien encuentre como faro anunciador de próximas bonanzas.

VI) Madre creadora:
Forma a tu hijo en el culto al trabajo; vístelo desde niño con el sayal impoluto de esa religión universal que eleva y dignifica. Hazlo sentir con hondura la majestad de la frente que se inclina por el peso de su pensamiento que alumbra y conduce, v muéstrale, reverente, la grandeza de la mano encallecida en la áspera labor.
 

VII) Madre creadora:
No ocultes a tu hijo que la amargura y el desengaño rozan a los seres con asperezas de espinas y frialdad de nieve y que en la abierta claridad de un día feliz, caen inesperadamente como un coágulo de sombra desprendida del seno de la noche. No le ocultes que el dolor es patrimonio de los hombres; hazlo fuerte, templa su almo para que cuando reciba su parte de acíbar sepa sacar de la angustiosa realidad, alientos para un nuevo renacer.

 

VIII) Madre creadora:

Dile a tu hijo que la vida gravita entre dos polos que son el Ideal y el Deber. Dile que el Ideal es flor de alturas donde, a veces, se llega a encontrarla cuando el torso está encorvado y las sienes nevadas por la larga travesía; y que otras, al querer tocarla, se alejan como el miraje de las arenas ardientes. Dile que el Deber, aunque este impregnado de sacrificio, deja en las almos, después de cumplido, el toque mas hondo de serena limpidez.

IX) Madre creadora:
Harás de tu hijo el hombre integral: sano de cuerpo, recto de espíritu, de cultivada inteligencia, sensible a los estremecimientos de la Belleza y del Bien, capaz de comprender el poder soberano de la voluntad templada que realiza prodigios tan grandes como el rayo solar que eleva la gota de agua turbia de los charcos y la torna albura impalpable donde se irisa la luz.


X) Madre creadora:
Piensa que la vida anda ligero y que tu has de partir un día; pero como un triunfo de tu ser sobre la muerte, dejarás al hijo que has creado: hombre ideal, armonioso, de equilibradas potencias, en conjunción de plenitudes, como una inmensa palpitación votiva, creadora a su vez del hombre en marcha, hacia una humanidad mejor.

Decálogo de Blanca Samonati de Parodi

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XX Nº 941 (Montevideo, 28 de enero de 1951) .pdf

Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación

Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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