Vaz Ferreira y la música

Crónica de Susana Salgado Gómez

(Especial para EL DIA)

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XXXII Nº 1565 (Montevideo, 13 de enero de 1963) .pdf

Inédito, en formato digital, al día 21 de nov de 2024

Toda grande existencia, toda vida que a una cúspide ha llegado, aparece trasfigurada a los ojos del mundo que la contempla. Y de esa transfiguración surge como por encantamiento el espíritu humano en forma deslumbrante gema. Cuidadosamente tallada, cada una de sus facetas va mostrando en su haz de luz cada uno de los aspectos distintos de la vida y del intelecto de ese hombre, de esa existencia.

Y en estos momentos en que se evoca la personalidad de Carlos Vaz Ferreira hemos adentrarnos en una de esas misteriosas y fascinantes facetas para asomarnos al mundo encantado del Maestro y la música.

Pues me animaría a afirmar que el mismo y grande amor que Vaz Ferreira dedicó a la filosofía, a la ciencia y a las letras, que el mismo tiempo que dedicó a la meditación, lo dedicó también a escuchar, como sólo él sabía hacerlo, todo lo más grande y sublime que forma el intangible cosmos de los sonidos.

Esa pasión del Maestro no sólo es comprensible sino que corrobora la estrecha vinculación que existe entre la filosofía y la música.

Todas las artes en general y entro difieren fundamentalmente pues cada una esta formada por un conglomerado de sensaciones e ideas totalmente distintas desde el momento que también cada una en particular se expresa de una forma diferente, es decir que trasmite su verdad, su -belleza por intermedio de un vehículo propio: la palabra, la forma, el color y el sonido.

A pesar de esa diferenciación material y concreta el arte en general tiene en común un poder que es el que lo aproxima al hombre y lo hace convivir con él. Ese poder es el de la comunicación.

Y la verdadera vida de la comunicación es la inclusión del amor en la vida. Ya lo dijo San Juan en su Primera Epístola: “El que no ama muere”. Y la música debe provocar corriente de amor, debe promover fervor individual y al mismo tiempo colectivo. Como la más socializada de todas las artes, la música lleva en sí un llamado y también una respuesta. Llamado de vida participante, de comunión de espíritus, por encima de otras creencias e ideales, de conmoción interna, de reacción. Respuesta de amor, de unión, de milagro como solucionadora de conflictos íntimos; de humanización e innovación por medio del fervor amoroso; de reguladora de la armonía interior, que no es otra cosa en si que el reflejo de la armonía exterior, desde el universo hasta la vida humana.

Como ciencia la toma Platón, con idea de finalidad, como procedente y portadora del Bien. La ciencia musical seria pues una ciencia impregnada del misterio trascendente que representa el bien. Vendría a ser el polo opuesto a la idea de soledad y de vacío.

Desde el momento que Platón v la escuela griega en general toma a la música como ciencia que regula la medida, desde el movimiento de los astros hasta La guía moral del hombre, hace que ese mismo poder de regulación de ascendencia divina desemboque forzosamente en poder de comunicación y armonización de la vida y del hombre, en colectividad y en individualidad

—“Sócrates, conságrate a la música” dice en el Fedon y la señala como el único y verdadero camino del filósofo, como el signo de armonía interior.

¿Y la búsqueda de esa armonía y la respuesta al eterno interrogante no la habrá encontrado Vaz Ferreira en una poderosa voz interna que le dijera también como Platón que se consagrara a la música?

Pues es evidente que para el Maestro mas que un arte o un placer, el escuchar música era un ritual. En él encontraríamos una vez mas aquella “religión de la música" que enunciaba Mauclair.

Con un recogimiento casi místico, y por encima de todo con enorme respeto y con gran humildad volvamos hacia atrás algunos años en el tiempo y vivamos nuevamente, como quien reconstruye ese ritual, uno de aquellos inolvidables jueves musicales en la quinta de la calle Caiguá. Para quien, como yo, fueron muy pocos y tal vez los últimos, la emoción es doblemente intensa.


Un frondoso jardín que llamaríamos casi la miniatura de una selva virgen, donde la naturaleza donde la naturaleza jamás era corregida por mano humana, donde las lianas y los troncos se abrazaban estrechamente y la humedad de los helechos saturaba la atmósfera que los rayos de sol apenas podían iluminar en su lucha por traspasar espesa capa de hojas, tenía en su interior un solo, angosto y tortuoso sendero. El unía con rara habilidad el portón de entrada siempre entreabierto con la puerta de la casa que se abría silenciosa y misteriosamente a la más leve presión. Allí se entraba en silencio, con la unción y el espíritu con que se entra a un templo. En un rincón, siempre en el mismo lugar, el Maestro acogía con su mirada fija y a un mismo tiempo vaga, con su mirada de mas allá, con su boca de la que nunca se sabia cuando iba a brotar una palabra y tendía su mano al recién llegado como un Dios que acoge en el seno de su gloria, con una seriedad que trasuntaba satisfacción interior.

Desde ese momento cada uno no era más dueño de su propio yo, la música lo envolvía todo, y ambiente y seres entraban en el éxtasis. Un desprendimiento total del cuerpo hacia cobrar al alma una liviandad divina que el sonido prolongaba.

Vaz Ferreira sentía una marcada predilección por Juan Sebastián Bach. Se diría que el espíritu del gran Kantor de Santo Tomas de Leipzig concordaba admirablemente con la idiosincrasia del filósofo. Los dos, cada uno a su manera, sentían la música como una religión, como algo inherente a los estados más sublimes del alma.

Recuerdo una audición de la Misa en Si Menor, la oída en lo de Vaz Ferreira era la primera vez que escuchaba la obra y la otra, entre los muros de piedra y los vitrales góticos de la catedral holandesa de Naarden, años después, son, hasta estos momentos, las dos emociones musicales más grandes de mi vida. Las dos emociones donde el silencio, ese silencio pavoroso que nace de la contemplación de las grandes obras, solo puede verse suavizado por las lágrimas.

Claudio Monteverdi, el continuador de la escuela de Willaert, de Rore y de Zarlino, que debido a su genialidad y a su sentido humanístico superior supo interpretar y hacer a la vez suya la idea nacida en la Camerata Florentina del Conde Bardi, era otro de los músicos predilectos del Maestro de conferencias. El autor de “L lncoronazione di Poppea" compuso en 1610, cuando se encontraba al servido de la casa ducal de Mantua, una obra de proporciones gigantescas: “Il Vespro della Beata Vergine". Oratorio basado en salmos, en antífonas, en himnos sagrados y en el “Cantar de los Cantares" podría considerarse una anticipación a las pasiones bachianas y a los oratorios haendelianos. Estas “Vísperas", las cuales conocía Vaz Ferreira con la minuciosidad y el detalle técnico del músico más especializado, al punto de saber de memoria toda la estructura y el complejo orden de las treinta partes que la componen y cuya grabación había escuchado cientos de veces, tuvo la felicidad de oírlas, en un memorable concierto que la Asociación Coral ofreció en e| teatro Solís en el mes de mayo de 1957, estrenando la obra para el publico montevideano. Recuerdo, perfectamente, al Vaz Ferreira de ese día, lo que su expresión trasuntaba era tan grande que es casi imposible de describir. Una alegría simple y clara, casi al limite de la buenaventuranza, un estado de arrobamiento total, de desprendimiento, de gracia divina de quien ha alcanzado las regiones del mas allá, era lo que mostraba la inefable mirada de filósofo. Sin lugar a dudas fue esta quizás una de las ultimas emociones que conmoví la vida del Maestro. Apenas ocho meses después, la muerte, implacable ponía punto final a sus días.

Junto a Bach y a Monteverdi, a Mozart a Beethoven y a Wagner, Vaz Ferreira encontraba en el autor de “L Estro armónico" otro de sus indiscutidos predilectos. Antonio Vivaldi, el famoso “Prete Rosso" autentico rey en aquella republica veneciana del siglo XVIl que oponía a la adusta majestad de la bizantina San Marcos, las galantea fiestas del Palacio Ducal, escribió, como todos sabemos mas de quinientos conciertos instrumentales. De las varias colecciones en que están divididos, los doce que componen "Il cimento dell armonia e dell invenzione" eran, dentro de toda esa obra, acreedores de una especial veneración por parte de Vaz Ferreira.

Y seguiríamos así, enumerando hasta el cansancio obras y autores que e| Maestro amaba y que el Maestro oía y que formaban ese mundo suyo de belleza y de sonidos. De esta manera fue como vivió junto al pensador, al filosofo y al científico el Vas Ferreira músico.

Tal vez ni el mismo Maestro, indagando siempre en una eterna incógnita cuya meta se iba misteriosamente alejando con el correr de los años, haya sabido en un instante el lugar y el papel que la música ocupó en su vida. Pero es posible que alguna vez leyendo a Beethoven haya pensado lo mismo que el autor de la Misa Solemne y haya dicho como el: "La Música es una revelación mas alta que al sabiduría v la filosofía".

El interrogante queda suspendido en el aire, no tratemos, como quizás tampoco trató el Maestro, de resolverlo. Sigamos oyendo música y reviviendo en cada nueva audición algo de aquella atmósfera de místico encantamiento que tenían las veladas en lo de Vaz Ferreira

Y serán los propios sonidos, que nacen y que mueren a cada instante, los que brinden un eterno homenaje a la Música, y a quien hizo de ella algo más que una necesidad y un placer.

 

Crónica de Susana Salgado Gómez

(Especial para EL DIA)

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XXXII Nº 1565 (Montevideo, 13 de enero de 1963) .pdf

Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación

Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)

 

Ver, además:

 

                       Carlos Vaz Ferreira en Letras Uruguay

                     

                                                              Susana Salgado Gómez en Letras Uruguay

                    

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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