Elegía exaltada a María Eugenia Vaz Ferreira por Carlos Sabat Ercasty
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Yo te habría cantado desde altas soledades de belleza, en la isla de tus melancolías, de tus orgullos, de tu mármol, de tus piedades.
Yo hubiera echado el pecho junto a las melodías del mar, y onda en la onda, todo en vividos cantos íntimos, me habría dado en armonías
a los peñascos oceánicos y tantos tus rimas de encantamientos y desencantos,
de cuando eras la virgen de blancuras espirituales, y de celestes pensamientos, y de quimeras, y de vuelos y de alturas.
Cuando vencías y arrodillabas los vientos en las islas de tu canción maravillosa, y predominabas, imperial los elementos,
y tejías en música el ensueño y la rosa, y divina de luz, ibas dejando huellas de flores en geometrías de mariposa,
y tenías el pecho traspasado de estrellas y a veces, en extasiadas meditaciones, tallabas en diamante las palabras más bellas.
Tu corazón era el corazón de las pasiones angélicas. Tu sangre, vino de siderales viñas. Y tu garganta, paso de ondulaciones
líricas que subían por los cristales
La Muerte vino un día para ti! Ha deshecho lo que en tu propio ser tú misma despreciabas, lo que con tierra y tierra tan sólo estaba hecho.
Pero tú vibras viva en las islas doradas del cántico celeste de tu espíritu arcano, y, toda de la onda, subes a las calladas
alturas de los Dioses un sonido lejano y perdido en la eternidad que lo sostiene, pero que puede oírlo el triste oído humano
cuando el alma en la cumbre de su estrella mantiene su sed, su ala de sed en vuelos de belleza, y ya no hay quien su anhelo fiel más allá refrene!
Para tu recuerdo un pensamiento de pureza consagro. Para ido tras la noche y el día, lo que jamás vendrá de tu ser, mi tristeza
de hoy, tan semejante a tu melancolía, teje de firmes hiedras y tenaces laureles una grave corona. Para la melodía,
los éxtasis del ritmo, la polífona orquesta de tu voz, y para las fugas de tus corceles
diamantina que arrastran el carro de la aurora, consagro la última nieve de la más pura cresta
de montaña, y consagro la potencia sonora de una gran primavera que romperá su velo en tu honor, con el ímpetu de una divina flora.
Porque tú amaste sobre todo otro anhelo el himno hecho de alma, la rosa hecha de acordes, el corazón y la esperanza hechos de cielo:
de los sueños; porque rompiste en estremecidos sollozos las grandes tardes de inclinadas dulzuras y diafanizados sonidos;
porque tenías unas estrellas maravilladas y entre todas, una estrella misteriosa, de un fuego no visible y fatales llamadas;
Porque exaltaste las tragedias borrascosas y prometiste al astro volver a sus entrañas triste de orgullo bajo las sombras silenciosas:
porque le cantas sólo a un hombre, el de leonado ímpetu, y nunca te llegó, y no inclinaste tu exigencia de bronce y virgen te has marchado:
porque, ave celeste y de cristal, volaste sobre la inmensa lira que forma el universo y sobre el universo lírico te encantaste.
oh, María del Arte, aún eres todo el Verso! |
por Carlos Sabat Ercasty
Publicado, originalmente, en la: Revista de la Biblioteca Nacional Nº 12 Montevideo, febrero de 1976
Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)
Link del texto: https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/4166
Ver, además:
María Eugenia Vaz Ferreira en Letras Uruguay
Carlos Sabat Ercasty en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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