El hombre cósmico poema de Carlos Sabat Ercasty
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Rotos los nudos visibles de mi ser,
Yo era entonces una prodigiosa esfera ideal. con un tacto deliciosamente celeste y fui sondeando las entrañas cósmicas, y sentí la profundidad y la certeza del Universo, y canté las ondas de creación y de pensamiento que se desprenden de la mente arcana,
y toqué allí,
en que el acto del
ser
de mi astro. pues no tenía ya el movimiento
ni el ritmo
del vuelo. pues no sufría las fiebres y las dudas
del pensamiento.
de la música armónica a
la idea divina. trasmutarse en la última esencia infinita
de la más arcana idea del cosmos revelado.
que es un solo pensamiento cósmico. que extiende su esfera sin límites
y logra la presencia absoluta. es atravesado por la gran alma cósmica y que la creación bebe la música divina
y que la armonía de Dios
alimenta el deseo de las formas.
en la órbita de su fuerza, y así, desde adentro de la idea celeste de mi mundo, proyectarme a todos los astros que queman la sombra, y entrar en ellos junto con la ola de Dios, y sobrenadar más allá de la última estrella, y decir entonces que soy el hombre cósmico, nacido adentro de una idea infinitamente extendida y que los astros flotan lo mismo que yo, en una música espiritual, inagotable y divina!
Ah, ir de una estrella a otra estrella
por esos caminos de la pura
esencia! y que nunca están afuera de las fuerzas celestes, que entre un mundo y otro mundo el alma cósmica tiende invisibles rutas, y saber que las grandes distancias de la noche están atadas unas a otras;
y saber que no hay separación; y saber que los seres vivos, estamos en todo el universo; y saber que cada hombre está enlazado a las fuerzas vivas e inagotables de la creación entera!
seguro de que esos abismos existen
y encuentro los antiguos recuerdos astrales.
y todo mi mundo vuela en mi corazón. el viento y la nube, el árbol y el pájaro,
todo eso
lo fui ya,
y el fuego primitivo; y el instante en que la llama se levantó corno un grito; y el momento .en que el pensamiento de la Tierra se cuajó dentro de la forma; y la sensación astral de que la órbita nacía
adentro de la mente divina; y esperaba los siglos espléndidos,
y la vida,
en el borde de la ola de Dios,
fuimos y
volvimos.
estábamos en el Sol, estábamos en el fondo de la
noche.
en las movibles
geometrías de la noche genésica. y recuerdo la tremenda potencia con que el torbellino de Dios amasaba la inmensa maravilla del Sol, y con nuestras almas fundidas a su alma infinita soñábamos ante la presencia de aquel astro,
en cuya incandescencia vertiginosa ardíamos
que atraviesa el universo entero. Estoy habituado a este viaje sin fin y nunca nadie pudo arrancarme
de estos caminos desmesuradamente bellos. y conversamos con mutuos recuerdos, y nos decimos cosas únicas y magníficas, y hablamos uno y otro con una seguridad terrible, y yo interrogo ebrio de mí mismo y ella contesta enloquecida de amor
sobre la locura de su hijo. que acabamos por fundirnos en una sola esencia diáfana.
en los tiempos que ya se
fueron? en las huellas más antiguas del cosmos? ¿Y con qué voz pronunciar la inmensa palabra transparente
donde se unen todos los astros, y Dios piensa infinitamente concentrado
y la fuerza de sus ideas entro a la potencia que llena la noche
y logro la infinita presencia cósmica.
Libre, libre
por fin, alma mía!
Lo que aquí soy me causa tanta alegría y tanto miedo
que por momentos
sería mejor la nada!
las
fuentes de su música y la semilla de su luz.
todo mi ser toca a todo el Ser
divino. que ordenan el Universo y los números dinámicos y gigantescos
que mueven la armonía perfecta de la
noche. y ese sueño se distribuye alto y potentísimo
por los océanos celestes Todas las fuerzas del Espíritu se entrecruzan aquí mismo, en este punto donde toda luz es una idea purísima y cada estrella de fuego está envuelta en una estrella de alma. Aquí se manifiesta el hombre cósmico
y la armonía
total de la mente creadora, distribuidas en prodigiosos acordes,
en donde no existe nada opuesto.
y ya nunca más
dejarán de ser en la ola de las creaciones. son diáfanas ideas de la divinidad.
Dominador, resuelto, más heroico que nunca, capacitado por esta audacia irrefrenable para remontarme en un vuelo infinito,
cada sorpresa me
exige un arranque más puro.
Camina sobre las montañas. que rugen en las entrañas del Universo y traspasan en tempestades de música la diáfana y suprema embriaguez de mi vida!
de allí el hombre cósmico. y sólo vi los poderes cósmicos
sumergidos en los mares espirituales. y la armonía estelar por donde viajan los hombres transfiguraba toda la presencia nocturna
en una inmensa realización de ideas y de belleza. más y más diáfana era la embriaguez inefable de quedar embebido en la contemplación de Dios
y
de mi mismo.
y juntos a mí, todos los seres de todos los astros formábamos el único ser infinito por donde corrían con una potencia invisible todas las ideas con que Dios se realiza
en la eterna
creación de su propio Ser. y logra la seguridad suprema de ser Dios mismo, y abarca en un goce supremo y único las fuerzas con que Dios piensa su eterna inmortalidad
y difunde el sueño de
los universos. |
Carlos Sabat Ercasty - 1929
Revista "Alfar" Nº 61 Año VII
Montevideo, enero / febrero de 1929
Director Julio Casal.
Inédito en el cíber espacio mundial al 26 de noviembre de 2016.
Ver, además:
Carlos Sabat
Ercasty en Letras Uruguay
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