El chivo

poema de Carlos Sabat Ercasty

 

Ojos grandes y puros de antiguo ardor y fuego

como dos gruesas uvas de felices licores,

los cuernos de la fuerza, del combate y la gracia

en dos ramas que arraigan tu potencia en la frente.


Piel de lustrosas llamas, pequeño rabo enhiesto,

la danzante pezuña hendida, el cuerpo fino,

un júbilo de ola, unas fugas de ala,

y en los dientes el hambre de morder cosas vivas.


Con un olor macizo a tierra nutridora

que te exhala tu sangre de chispas y deseos,

danzas al mediodía las creadoras músicas

del río, de los pájaros, del árbol y las viñas.

 

Tu barba se te enciende de alegría y sonríes

igual que toda vida dichosa que va a darse.
Te paras en dos patas ondulando tu cuerpo,

con la frente inclinada de la mujer y el hombre.


Sabio de toda ciencia creadora y profunda,

de toda cosa honda de la madre sagrada,

parece que te burlas del árbol que está fijo

y de la piedra antigua y del agua sin nervios.

 

Poco ha poco te pones embriagado y vehemente,

arde en tus grandes ojos la profunda alegría,

me muestras en tu cuerpo la hondura del deseo,

la inspiración del astro, el ala de la fuerza.

 

En la embriaguez silvestre, entre un hervor de hierbas

de la tierra aromática tu celo so enardece.
Se te queman los ojos encendidos y rápidos

bajo un deseo vivo, misterioso y potente.


Subes las dos pupilas, tu lengua lame el aire,

se te ven las miradas de tan densas y cálidas,

inclinas la cabeza como un borracho, oscilas

vencido por el fuego, sobre tus cuatro patas.


Bajo fuerzas inmensas de tu violenta sangre

saltas de pronto y giras y mareas tu cuerpo,

y te das a una danza que traspasa tu vida

igual que si te entrase desde el ebrio planeta.


Con qué furia anhelante golpea tu pezuña,

con que sagrados ímpetus bailas sobre la tierra,

con que gracia de llamas oreas ardientes ritmos,

como te entregas todo a la pasión eterna!


Bebes la luz del mundo ! — La Tierra es luminosa.
La piedra es transparente. La vida es blanca y diáfana.
Hay Dios en toda forma. Hay alma en toda carne.

Tu baile y tu pezuña son de estrella y de música.

 

El animal del campo, esplendido y perfecto,

que no tiene palabras pura decir las cosas,

las anchas vacas láctea, la cabra danzadora,

son tan hondos y graves que nadie las ha visto.

 

Sobre la inmensa Tierra de abultadas caderas,

de grandes pechos dulces que brota leche y frutas,

viven serenas vidas las ranas maternales,

y apasionadas vidas viven los toros ebrios.

 

Viven las yeguas ávidas, los potros trotadores,

el camello ondulante, el búfalo impetuoso,

el antiguo carnero, padre de los rebaños,

y tú, chivo danzante, el más hondo y perfecto.


Por que en ninguno he visto más amor y más gracia,

más deseo—el deseo, que hizo brotar la Tierra—

más, el sentido puro, primordial, infinito,

de la potencia inmensa que ató la vida al lodo!


Danza, chivo del mundo, entre el coro de chivas

que vas iluminando con tu baile de fuego!

Ninguna vida enciende como la tuya el campo

con el amor que urge los cuerpos y los árboles!

Carlos Sabat Ercasty

Revista "La Cruz del Sur" año II Nº 7

Montevideo, octubre de 1925

Inédito en el cíber espacio al 7 de enero de 2017.

 

Ver, además:

             Carlos Sabat Ercasty en Letras Uruguay

 

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