Aquí vivió José Batlle y Ordóñez 21 de mayo de 1856 - 20 de octubre de 1929 Crónica de Dora Isella Russell Litografías de Celia Giacosa Suplemento dominical del Diario El Día Año XXVII Nº 1322 (Montevideo, 21 de mayo de 1958)
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Aquí vivió José Batlle y Ordóñez. La evocación le ubica con preferencia en esta quinta patriarcal de Piedras Blancas, alzada hoy entre el recogimiento y el silencio, densos de contenido emotivo, que le han ido arrimando los años vueltos historia y los recuerdos vueltos melancolía. |
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Desde la segunda presidencia hasta la muerte, aquí transcurrieron sus días. Gloria y dolor le visitaron en ella. Traspasó sus umbrales el eco de los honores, llegó hasta ahí el aplauso del extranjero, el fervor de los compatriotas, la fe de una república alzada por su esfuerzo a la categoría de nación ejemplar entre las democracias modernas. Un país y un continente tuvieron fija la mirada, durante un tramo de tiempo que ya es histórico sobre el Hombre de Piedras Blancas. Aquí estuvo su baluarte afectivo, reducto sentimental donde el estadista jamás desvinculado de su pueblo, amó y trabajó dentro de la cálida intimidad del hogar. Aquí estaba su sosiego. Aquí reposó de sus luchas y de aquí salió, con bríos renovados, a proseguirlas. Aquí, también, le alcanzaron la congoja y el duelo: de aquí vio partir en 1913, a Anita, la hija suave y bella; de aquí vio partir en 1926, a misia Matilde, la gran compañera. La vida y la muerte anidaron su contradanza, en el escenario da vegetación jubilosa, cielo ancho y pájaras alborotadores. Una casa es mucho más que un edificio. En rigor, es más importante su alma que sus ladrillos. Especialmente, cuando los que en ella vivieron, contagiaron su trascendencia a todo aquello, grande o menudo, que les salió al paso. Es el respeto instintivo, casi fetichista, que despierta un objeto de uso personal, un viejo mueble, un manuscrito envejecido, en suma, cuanto pasó por la mano de un hombre célebre. Porque son los testigos inmediatos de la presencio humana. Y, comprendiéndolo, con fina captación de mujer y de artista, Celia Giacosa ha fijado, con su lápiz valioso, estas estampas de la casa de Batlle y Ordoñez. En algunas, el caserón deshabitado parece poblarse de nuevo: por la gran portada entra la luz, y es fácil imaginar al dueño de casa recortando en el umbral su empinada estatura. En otras, se palpa la soledad, cae el sosiego como una neblina, y bajo el pino gigantesco, el banco aguarda inútilmente a aquel soñador que venia a meditar a la sombra del árbol favorito, las grandes realizaciones con que legitimó sus ideales. |
Celia Giacosa ha escogido los motivos con intuición certera, los ha convertido en arte, con su dominio de ese estilo tan propio que le ha valido tantos lauros, con su equilibrio formal, con la madurez de una sensibilidad que desde hace mucho le ha ganado reconocimiento y prestigio. Está de más adjetivar lo que se exhibe y elogia por sí mismo. En estas litografías, Celia Giacosa apresa el espíritu del ayer, pone de pie la remembranza, en la conjunción feliz del logro plástico y la intención personal. El rescate afectivo cobra dimensiones de homenaje a la memoria del gran gobernante y fija los perfiles de su casa tradicional, en cuyos rincones se adormila el pasado y comienza la leyenda. Hoy, la fineza expresiva y la riqueza interior de Celia Giacosa se conciertan para exteriorizar en imágenes, el sentimiento de todos aquellos que vemos crecer cada día la grandeza moral de José Batlle y Ordóñez, figura siempre tutelar de nuestra vida cívica, bandera de libertad y de justicia para el pueblo oriental. Aquí vivió. Celia Giacosa nos introduce en el solar de los recuerdos, y debemos confesar que. habiendo visto antes sus dibujos, al visitar por vez primera la quinta, recorrerla no fue descubrimiento sino reencuentro —tan fielmente recoge Celia Giacosa la presencia de la vida y las huellas cordiales que están grabadas en la casa más hondo que las grietas que zigzaguean por los muros. Nos unimos a su ofrenda, con estas palabras que son apenas el testimonio de una devoción auténtica hacia el talento excepcional de un hombre que dio a la patria la forma de su pensamiento. Aquí sigue viviendo José Batlle y Ordóñez ... |
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Casa quinta de José Batlle y Ordóñez en Carlos Hounie 4381 (Montevideo) Litografía de Celia Giacosa |
Crónica de Dora Isella Russell
Litografías de Celia Giacosa
Suplemento dominical del Diario El Día
Año XXVII Nº 1322 (Montevideo, 21 de mayo de 1958)
Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación
Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)
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Dora Isella Russell en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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