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Tristezas de Lemuns
Daniel Rovira Alhers
edicionespropuesta@hotmail.com

“Ya todo está perdido... ¿qué nos queda por hacer? Quizá volver a sentir aquel placer de saber que aún teníamos una esperanza, una amarillenta esperanza cargada de cosas viejas, o ver tal vez, apenas, desde la mesa de algún bar, la silueta brumosa de ella que se va, enmarcada en una campera blanca. No. Sólo nos queda la saludable sensación de que hemos existido para saber que algún día nuestros ojos iban a ver, pero a ellos nadie los iba a distinguir entre ninguno. ¿Alguna sonrisa? ¿Algún rostro particularmente destacado? ¿Alguna historia parecida a otras miles de historias? ¿Esa sensación de acercarse y no llegar? Es posible. Hemos intentado casi todo. Hasta no ser nosotros, hasta tratar de no pensar en lo anterior y volvernos nuevos de repente, sin historia, ante un rostro con campera de nylon blanca y una sonrisa que no sabe de estas cosas. “Tú eres un buen muchacho”, te habrá dicho. Y el omnipresente témpano que oscilaba sobre ti se te habrá venido encima con la misma facilidad con que ahora aplastás ese cigarrillo contra el piso.  

Has vuelto a configurar la sonrisa que nadie interpreta lo que significa, pero que ya conoce todo el mundo y habrás pensado que el témpano es el único y desesperado acompañante en alguna madrugada en que la niebla impedía tus ojos. 

Sí, ya todo está perdido. Ya no sirven afiebradas carreras hasta encontrar en algún sitio de ti mismo “esa actitud coherente que te dignifique” y que todos esperan. Prefieres sonreír con la mueca que te resulta animal, contra esas criaturas que no soportan vivir si no es pensando meticulosamente antes de actuar, pero que pese a todo las amas, eres parte de ellas, las buscas, porque tú no existís sin ellas, y aun tiemblas frente a un teléfono antes de marcar un número que no te dará más que una voz lejana que jamás entenderá realmente por qué llamás, ni qué buscás, ni esperás... ¿De qué sirve seguir intentando? Solo, desde este fragmento de verdad que es mi ventana, con alguna lágrima escondida en un rincón de esta pieza, me siento mejor. Es mi cuartel, tú construye el propio. El témpano aún oscila y finalmente puede ahogarte”.

Carta de Lemuns encontrada debajo de su cama, el pasado jueves 8 del corriente. 

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