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Entrevista: Gregory Randall, Pro Rector de investigación de la Universidad de la República |
Necesitamos 25.000 egresados por año, si queremos
que este país se desarrolle” |
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Llegamos a su oficina y a los pocos minutos de estar charlando nos pasó por encima una topadora de ideas, proyectos, logros y planes. Con su acento cubano defiende mejor que muchos uruguayos a la vieja Universidad de la Republica. Debemos reconocer que trasmite una energía y unas ganas que es difícil no ser convencido con sus argumentos. Jugamos todas nuestras cartas como abogados del diablo y perdimos por goleada. Con ustedes este “gringo” que se siente profundamente oriental. |
¿Por qué estás en Uruguay? Me casé con una uruguaya que conocí en Cuba, con la cual comparto mi vida. Por suerte seguimos juntos, tuvimos tres hijos y a partir de esa relación, naturalmente, mi relación con Uruguay se fue desarrollando cada vez más. En lo profesional, vine por un programa de contratación de científicos del exterior que hoy sigue existiendo y que me ofreció la posibilidad de trabajar en la Facultad de Ingeniería. La conjunción de nuestros intereses personales y las oportunidades laborales hizo que viniera a Uruguay. Cuando viniste, ¿qué te pareció el mundo de la ingeniería en Uruguay y su sistema universitario?
Antes
de llegar al Uruguay había conocido varias instituciones
universitarias pero desde la posición del estudiante, tanto en Cuba
como en Francia. En Francia llegué a dar algunas clases, pero no era
docente de tiempo completo. En el Instituto de Ingeniería Eléctrica
de la Facultad de Ingeniería, acá en Uruguay, encontré un grupo
humano muy bueno, con muchas ganas, con un proyecto de desarrollo
institucional pero además de desarrollo en función del país. Ese
proyecto “nacional”, fue una de las cosas que me atrajo. Antes de
llegar a Uruguay vine al país a dar un par de cursos de posgrado y
de ese modo me fui conectando con el Instituto y en esa interacción
vi toda una generación, que por cierto sigue ahí. Era la generación
del 83 que en ese momento eran los jóvenes grado 2 y grado 3. Veía
gente buenísima y con un espíritu de cuerpo y con un proyecto. Eso
para mí fue una cosa muy atractiva. La segunda cosa que encontré fue
una gran generosidad. No me hicieron pagar derecho de piso para dar
clases. Esa es una costumbre desgraciada en este país y en muchos
lugares ocurre. Sin embargo, en la Facultad de Ingeniería sentí que
era recibido con mucho afecto y generosidad por parte del Instituto.
Llegué y tuve la oportunidad de hacer lo que quería hacer. Eso es
una cosa impagable. ¿Qué proyecto había? En ese momento se discutía si en el Uruguay era necesaria o no desarrollar la capacidad para diseñar circuitos integrados. Yo tenía una opinión quizás marcada por mi presencia en Francia y pensaba que era difícil que en Uruguay se pudiera diseñar circuitos integrados, mejor que se dedicaran a integrar sistemas antes de diseñar chips. El Instituto escuchó mi opinión pero hizo otra cosa. Decidieron desarrollar el circuito integrado. Por suerte, eso implicó que algunos compañeros tuvieran que estudiar en el extranjero. Yo mismo vi el éxito de ese proyecto. El Instituto colaboró, fue central junto con una empresa especializada en la creación del primer marcapasos con un chip en Uruguay. Ese marcapasos hoy se produce y la gente lo usa. Aprendí muchísimo, pero en este Instituto, a pesar de las dificultades materiales (los salarios eran bajos, y había menos materiales que en otros lugares donde estuve), se notaba esa energía de los que están construyendo algo nuevo y además, estaba hecho pensando en el beneficio de Uruguay. ¿Ingeniería era una especie de “avanzada” dentro de la universidad uruguaya? En muchas cosas, Ingeniería ha avanzado. La ingeniería tampoco es homogénea. Hay de todo. Hay dos cosas que me produjeron un fuerte impacto: primero, el ver a una Universidad de este tamaño y de esta dimensión simbólica en el contexto del Uruguay hasta ese momento, ya que ahora se va en camino de la creación de la Universidad Tecnológica. Era la única universidad pública del país con un peso simbólico y práctico enorme. El 80% de la investigación que se hace en Uruguay la realiza Universidad de la República. Hay muchas áreas de conocimiento que se desarrollan gracias al trabajo de la Universidad de la República. Es una institución que tiene un nivel de complejidad en su funcionamiento y de implicación con el Estado que no es común ver en otros lados del mundo con respecto a sus universidades. Entonces, ver ese trabajo, pero que además fuera una institución autónoma, cogobernada, gratuita, de libre acceso y que funcionara, fueron características que generaron en mí un enorme impacto porque ni en Cuba, ni en Francia son cogobernadas, ni autónomas, ni de libre acceso. Una universidad que la gobiernan sus propios estudiantes, docentes y egresados con el nivel de poder que tienen los estudiantes. Una Universidad donde no existe lo que existe en otros lados del mundo: una especie de contrato a vida para el docente que le da protecciones de libertad académica y donde además es inamovible. Acá el docente es renovado periódicamente y en la votación de esos docentes tiene un peso enorme el estudiante. Para alguien que no conoce la cultura uruguaya (como en mi caso cuando llegué aunque tenía una cultura de izquierda), era francamente maravilloso el descubrir que es posible en el mundo de hoy, hacer funcionar con una entidad compleja de casi cien mil estudiantes y el volumen de dinero que implica, pero además la estructura política que tiene. Pero eso no es algo que se valore a diario… Me sorprende la capacidad que tiene el propio Uruguay para no valorar esa riqueza cultural que tiene, por ejemplo en la Universidad. Con todos sus defectos, la Universidad ha inventado una forma de gobierno autónomo, cogobernado, y que funciona. ¿Pero funciona ese sistema? No tengo ninguna duda de que funciona y funciona bastante bien. Es una institución que ha demostrado que es capaz de transformarse, de generar cosas como el desarrollo en el interior, como las transformaciones que se están haciendo en la enseñanza, etc.Todas esas transformaciones se han logrado desde la propia participación y desde la democracia participativa. Eso les da fuerza a esas transformaciones, de pronto más lenta, pero se la da. Y ese punto para mí es muy importante porque soy hijo de la revolución cubana. Nací en el sesenta. Mis padres fueron militantes revolucionarios como tantos otros. Yo mismo fui militante revolucionario en los setenta y ochenta. Aprendimos en más de cien años desde las fuerzas populares que han crecido, que se podía tomar el poder, que se podía cambiar de régimen… lo que parece que no hemos sido capaces de entender es cómo construir la nueva sociedad y que esa nueva sociedad sea estable y duradera. ¿Cómo lograrlo? Con esa gran pregunta en la cabeza, llegué al Uruguay en el año 1994… Era el desplome del socialismo real, de las experiencias que nos llenaron de ilusión como por ejemplo la sandinista. Tanta gente sacrificada por eso y, en lo que me es personal, una especie de tozudez de decir que no puede ser que no exista una solución. En Uruguay hay elementos de la construcción de una parte de la solución de esto que, sin dudas, es la construcción de sistemas más democráticos, más participativos donde el cuerpo social cobre mayor autonomía y sea capaz de tomar la dirección efectiva de lo que le toque en cada momento. Es una discusión abierta, pero hay como una minita de oro que el país tiene para ofrecerle al mundo porque sobrepasa a la izquierda. Forma parte de la cultura nacional. En Uruguay es natural y nadie duda de la importancia del cogobierno universitario en la conformación ciudadana de un país democrático como es este. La Universidad de la República es la institución educativa que tiene mayor nivel de aceptación en la población uruguaya. Pero el sistema político no lo ve así. Ese es otro tema. La ciudadanía sabe lo que es la Universidad de la República y buena parte del sector político también lo sabe porque vienen a conversar cuando hace falta que se les apoye, cuando necesitan consultas,… todos vienen a conversar en una positiva. Otra cosa son las discusiones políticas que pueda haber sobre distintos aspectos donde entran otros elementos de discusión. No me gustaría mucho opinar sobre la opinión política de los políticos. Creo que no digo nada egocéntrico o exagerado cuando opino que este pueblo tiene una alta valoración de su universidad y que esto se percibe de mil maneras. Hay miles de críticas pero el nivel de aprecio por la universidad, está claro. Hay una tercera cosa que me impactó: el buen nivel de formación de los estudiantes en la Facultad de Ingeniería, en el Instituto de Ingeniería Eléctrica. ¡Son buenísimos! ¿Cuando ingresan o cuando salen? A mí me llegan cuando salen o cuando están casi al final de la carrera. Los que ingresan son complicados, pero he colaborado en el proceso de envío de estudiantes con la idea de formarse en distintos centros con los que trabajamos en el extranjero. Desde allá, los docentes nos dicen (profesores de Estados Unidos, Francia, España, Inglaterra, etc.): “Quiero más porque los que vienen de Uruguay son buenísimos”. No son buenísimos solamente porque en el área de matemáticas tengan una formación muy buena (la tienen y no es común, y es mejor que la que yo recibí en Cuba), sino que los jóvenes tienen otra cabeza, más amplia. Todos estos jóvenes participaron del cogobierno y cuando hablo con mis colegas franceses sobre las características del estudiante de doctorado que codirigimos y cuál es la diferencia con los estudiantes de allá, coincidimos en el factor de creatividad, en la capacidad de encarar los problemas, en la independencia de los uruguayos. La experiencia de ese muchacho en ese gobierno le sirvió como escuela. El cogobierno es parte de su formación académica ciudadana. Esas son las positivas, ¿y las negativas? Soy muy optimista y hay miles de problemas menores como los trámites que son un poco largos, la burocracia, la falta de apoyo técnico en ciertas cosas, etc. Venía de un lugar de primer mundo, donde decía que quería viajar a determinado lugar y alguien se ocupaba de conseguir mi billete de avión y me lo traía al día siguiente. Esas cosas no las tengo acá, pero son cosas menores que no tienen importancia. Ese no es el aspecto esencial. Acá me he sentido realmente realizado, estoy feliz, contento. Una cosa negativa es que no tengo tanta calma para trabajar. No hemos logrado generar la tranquilidad para que la gente trabaje y se concentre en lo que tiene que hacer. Eso tiene que ver con la interna de la Universidad y con el país en sí. Es también una cuestión cultural, donde todo el mundo entra y te interrumpe. Cuando llegué los salarios eran aberrantes y aún hoy no son muy buenos pero han mejorado mucho. Esto sigue siendo un problema igual. Hay mil problemas que podría mencionar, uno sería la gran dificultad que encontré en este país para pensar a mediano y largo plazo el tema de la investigación y de la educación en general, con seriedad. Encontré una cuestión espasmódica. Llegué en el año 94, donde había un proyecto BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y durante tres años había algo, y luego pasaban tres años en que se había acabado toda la plata y todo lo que se había logrado construir se quedaba en eso. No puede ser que estés discutiendo cada dos o tres años con cosas a término, porque entonces nada es estable y así no podés construir nada a largo plazo. ¿Es suficiente el presupuesto para la Universidad? En los últimos ocho años se puso más dinero en la educación y en la Universidad en particular y en la investigación. Sin embargo, es totalmente insuficiente. Venimos de decenas de años de desidia con algunos momentos de empuje en los cuales el país de alguna manera no atendió como debía a su educación pública. En esa evaluación hay consenso. En el gobierno anterior se hizo un gesto de enorme trascendencia -hablo por la Universidad, pero estos números son globales para la educación pública-, hubo un incremento del 70% del presupuesto universitario en un período en el que creció el PBI (Producto Bruto Interno) un 35%. Ahí uno puede leer claramente una decisión política de poner más recursos genuinos en la educación, es más de lo que crece el país. Así hizo también con ANEP (Administración Nacional de Educación Pública), Plan Ceibal, entre otros. Entonces termina un período de cuatro años y se nos da el mensaje que en el próximo período es un incremento del 20%. En términos de proporción respecto al PBI el mensaje era muy claro: durante estos cuatro años les dimos un gran impulso y ahora vamos a cambiar los ejes centrales de atención y el mensaje es: “Te bajo la proporción del PBI”, que es lo que ha pasado. ¿Eso se está sintiendo hoy en el funcionamiento de la Universidad? Por supuesto. Hay que pensar que este país se debería proponer pensar como un país desarrollado. Es decir: que la mitad de su población culmine algún estudio post secundario. Hoy tenemos unos cuarenta y siete mil niños que nacen por año (en un país con población estancada); la Universidad de la República gradúa por año aproximadamente cinco mil jóvenes; las privadas gradúan un par de miles más; Formación Docente gradúa un par de miles más y no llegamos a diez mil en total. Necesitamos veinte mil o veinticinco mil egresados por año si queremos que este país se desarrolle. La ambición debería de ser esa. Sin contar eso y suponiendo que hacemos lo mismo que antes mejorando algunas cosas, ¿se logra eso en cuatro años? No, porque, además, necesitamos que el país apueste en grande. Ese es un ejemplo de cómo a nivel global no hemos salido de ese pensamiento cortoplacista en donde hoy a la educación pública se le exige que demuestre los resultados -más allá de que hay muchos que ya se pueden demostrar-, porque ya les dimos la plata. Cambiar la Formación Docente de este país… no quiero opinar sobre lo que es ANEP…Los problemas acumulados son de una dimensión…si son grandes los que tenemos nosotros, no quiero opinar lo que serán los de ANEP. Queremos resultados en los tiempos políticos. Otro ejemplo que muestra esta imprevisión es que el país ha hecho un esfuerzo sustancial, meritorio y bueno que aplaudo y en el cual participamos como institución. Parte de ese dinero, con el cual se incrementó a la educación pública y también el dinero que se le asignó a través de la ANII (Agencia Nacional para la Investigación y la Innovación) a la investigación, ha redundado en un sistema de señales poderoso para la realización de postgrados. Es notorio que en estos últimos años ha aumentado de manera sustancial el número de postgrados y el número de jóvenes que hacen postgrados. Está muy bien, es lo que tiene que hacer el país. Pero, ¿alguien ha pensado qué van a hacer esos jóvenes cuando terminen su postgrado? Estamos hablando de miles de jóvenes que terminarán maestrías y doctorados. No, lo van a pensar cuando terminen. La persona que termina su doctorado busca laburo. ¿Es razonable que un joven con un doctorado en Bioquímica o en Física Cuántica el trabajo que tenga sea de panadero? ¿El país se puede permitir hacer la inversión y que después la persona trabaje en lo que encuentre o tendría que estar pensando en crear cargos donde esas personas puedan trabajar? Se me responderá que tienen que incorporarse al sector productivo, a la industria. De acuerdo, un porcentaje tiene que incorporarse allí, pero tenemos un cierto sector productivo que por el momento no tiene una gran capacidad de absorción. Es un hecho. Eso está más que diagnosticado. Podrán absorber un porcentaje de la gente, pero no mucho y por cierto, hay un montón de otras áreas de conocimiento que lo que corresponde es crear centros de investigación, universidades, etc. donde la gente pueda laburar. Si no hacen eso dentro de tres o cuatro años, todos esos jóvenes que pagamos con fondos públicos, se van a otros países. ¿Es culpa de esos países que generan centros de investigación y los invitan? No. Es la imprevisión del país. Si pensamos la cosa con seriedad, debemos pensarlo desde ahora (porque un centro se crea en tres o cuatro años). No puede ser que Pasteur y Cudim sean dos casos raros en Uruguay. Se tendrían que crear treinta o cuarenta como esos, centros de Ciencias Sociales, de Humanidades, etc. Tenemos un grave problema en la educación. Entonces, tenemos que crear un centro que se ocupe en serio de investigar la educación. Si tenemos problemas de drogadicción y de violencia, tiene que haber un grupo disciplinario con tipos de primer nivel que trabajen en eso. Este país no lo tiene. ¿La Universidad no tendría que ser la impulsora? En parte impulsora de eso y el país. La Universidad lo ha hecho en la medida en que puede. Cuando en nuestro presupuesto pedimos una cantidad abultada de dinero que puede parecer exagerada para algunos, ahí adentro está eso. Los centros multidisciplinarios que hemos creado con el Espacio Multidisciplinario y toda esta movida en el interior puede ser leída como parte de esa respuesta. En el interior estamos creando más de doscientos cargos radicados con dedicación total para grupos de docentes cuya fuerza en investigación es muy importante. ¿Cómo se trabaja en el interior para mejorar la investigación? Cada uno de los centros regionales que estamos creando van a ser centros de referencia nacional de excelencia, los mejores del país en ciertos temas. Entonces, la Universidad está aportando a través de este programa y de otros la posibilidad de crear en Salto un centro en torno al agua; en Tacuarembó un centro en torno a la cadena maderera forestal; en Paysandú un centro en torno a la cadena agroalimentaria agroindustrial. Este país optó hace veinte años por la madera pero no tiene un centro que investigue el tema de la madera. El país está parado sobre un mar de agua dulce donde escasea. ¿No deberíamos tener un centro multidisciplinario donde nosotros seamos los que más sepamos en el mundo sobre el agua que tenemos, desde todo punto de vista? Estamos trabajando en crear un centro embrionario sobre agua en Salto. Es un símbolo de lo que queremos hacer. En Paysandú estamos desarrollando un centro multidisciplinario sobre la cadena agroalimentaria agroindustrial en la estación Mario Cassinoni, donde ya hay cuarenta docentes de Agronomía y diez de Veterinaria. Con este programa estamos radicando ocho docentes de química, dos docentes de Ingeniería y quisiéramos tener ahí un centro como el país se merece. El Uruguay podría tener cien personas dedicadas a full desde todas las disciplinas en la cadena agroalimentaria agroindustrial. En el Este estamos radicando grupos diversos en el tema ambiental. Estamos radicando biólogos marinos, arqueólogos, especialistas en asentamientos humanos, químicos de materiales, etc. Lo que unifica a toda esa gente de disciplinas muy distintas es lo ambiental. Ahí también ya creamos la licenciatura en Gestión Ambiental, único lugar en el país donde se dicta. Hay una licenciatura en turismo, hay un Tecnólogo en Administración y Contabilidad con la opción turística. En Paysandú está la carrera de Agronomía completa, de Veterinaria completa junto con Salto, la carrera de Químico Agrícola, la carrera de Químico junto con la UTU. Entonces, la Universidad tiene un rol que no solo es impulsar la investigación, o impulsar la generación de conocimiento, así como la formación de recursos humanos, también debe dedicarse a la promoción del desarrollo, extensión, cultura, etc. Todas esas cosas las estamos tratando de hacer en el interior. ¿Sólo lo puede hacer la Universidad de la República? La Universidad tiene una capacidad limitada y además no es bueno que el país tenga una sola universidad o institución que haga esto. Esto tendría que ser un esfuerzo nacional con cinco o veinticinco instituciones, cada una con su lógica y su rol, pero todas incorporando recursos humanos muy calificados. Es la única forma. Acá, hablar de crear centros fuera de la Universidad se veía muy mal. Eso no es así. Hay una resolución del CDC (Consejo Directivo Central de la Universidad de la República) de marzo de 2007 que además se votó de manera unánime, que decía textualmente que la Universidad llamaba al país a formar un sistema público de educación terciaria y superior con diversas instituciones conectadas, autónomas, etc. Cuando surgió toda la discusión sobre la Ley de Educación, donde dimos nuestra opinión, la Universidad nunca se planteó opuesta a la creación de nuevas instituciones de educación superior… nunca. Dimos nuestra opinión de cómo nos parecía que debería ser y siempre cuando se aprobó esa ley (más allá de que no se consideraron las opiniones de la Universidad), la universidad puso varios de sus mejores cuadros a trabajar en la creación de la ley orgánica de las dos instituciones creadas en la ley; el Instituto Terciario Superior (ITS) y el Instituto Universitario de Educación (IUDE), que todavía no existe y no entiendo por qué. Hace más de un año que esas dos leyes orgánicas están terminadas y están en la órbita del poder político para que las hagan. Cuando terminamos de trabajar en el ITS, crearon la UTEC, que, de manera un poco sorpresiva, eliminó la ITS, con una lógica bastante distinta que la que se había planteado. Hasta ahora, todas las declaraciones públicas oficiales de la Universidad, han sido que estamos a la orden para colaborar, trabajar juntos… díganos qué van a hacer. Hay que dejarlos trabajar. ¿Las privadas también deberían investigar? Soy partidario de que todas las instituciones del país hagan investigación. Tanto las públicas como las privadas, y, por cierto, tenemos convenios con privadas, convenios de los cuales he sido partícipe y esos proyectos funcionan muy bien. Tenemos, en electrónica, colaboración estrecha con la ORT y con la Universidad Católica. Contamos con programas de intercambio, realizamos seminarios conjuntos, entre otras cosas. Eso es una transición cultural que se va a tener que dar. Desde un país que tenía una sola institución a uno que tiene muchas. El proceso se ha dado quizás mal, pero claramente la postura de la Universidad de la República es que existan distintas instituciones y que colaboremos entre todas. Después discutiremos sobre las formas o las modalidades. Por ejemplo si en el interior ahora hay otras instituciones que se quieren radicar, está todo bien. Hace poco estuve en Melo lanzando la creación de la Casa de la Universidad en Cerro Largo. En la Intendencia me decían que debería saber que habían invitado a otros… me lo contaban casi con vergüenza. ¡Ojalá tengan suerte! ¡Ojalá que en Melo esté la Universidad de la República y estén todos los que están invitando! Además, nosotros hemos dado pasos bastante claros y prácticos para demostrar esto. Estoy hablando de lo que nos corresponde, que es la parte pública. Acá no se hablaba nadie con nadie, hace unos años era muy difícil la relación entre el INIA y la Universidad de la República. Hemos establecido una alianza estratégica enorme con el INIA y en Tacuarembó (ya salió la licitación la semana pasada), vamos a construir el edificio de la Universidad dentro del INIA Tacuarembó en el mismo predio y vamos a compartir instalaciones físicas y ya tenemos grupos de trabajo conjunto. El primer proyecto que se aprobó para los polos de desarrollo universitario en Tacuarembó fue el presentado por un grupo de investigadores del INIA de Tacuarembó. Ni siquiera eran de la Universidad, que propusieron que hagamos un grupo que trabaje con gente del INIA y de la Universidad sobre el tema forestal… y se aprobó. También estamos en negociaciones muy avanzadas con la ANEP para que en el edificio de la Universidad en Rivera se construya, dentro del predio que tiene la ANEP (afuera de la ciudad de Rivera), donde ya existe un CERP (Centro Regional de Profesores), una Universidad Agraria. Desde 2007, la Universidad estuvo muy estancada. Por supuesto. Para quien lo mira desde afuera, todas estas cosas que me decís no se conocen. ¿Quizás comunican mal? ¿Sos muy optimista y pintás una imagen muy idealizada? Hicimos un folleto que se llamaba algo así como “Mirar para ver”, que era una rendición de cuentas de lo que estaba haciendo la Universidad. La Universidad tiene resultados muy claros y hemos ido al Parlamento y mostramos esos resultados. Mostramos el número de egresados por año, cantidad que ha aumentado de manera sustancial, el número de carreras, publicaciones, etc. Sin dudas, tenemos problemas de comunicación; sin embargo, creo que hay otras cosas. Hay una enorme cantidad de preconceptos en distintos actores que se inhiben de ver lo que se les muestra. He estado en numerosos lugares contando esto y me he encontrado con la enorme sorpresa que las mismas personas a las cuales ya les conté lo que se está haciendo me dicen que no lo sabían. Entonces, ¿qué están haciendo? Tuvimos, hace poco en Tacuarembó, el lanzamiento de la segunda carrera de Técnico en Administración en Contabilidad, donde se estudia únicamente en su opción Negocios Agropecuarios y Comunicación Organizacional. Había Doscientos muchachos iniciando los cursos allí. En este momento, cosa que se conoce poco en Uruguay, Tacuarembó, que hace tres años no tenía ningún estudiante universitario y todos los que querían estudiar se tenían que ir, hoy tiene más de cuatrocientos estudiantes universitarios estudiando tres carreras que son únicas en el país; por lo cual, un porcentaje aproximado del 30% se mudan de otras partes a Tacuarembó para estudiar allí. Dentro de unos años, Tacuarembó va a ser una ciudad universitaria. Dentro de tres o cuatro años va a tener más de mil estudiantes. El año que viene va a tener siete carreras, de las cuales seis van a ser únicas. En Artigas comunicamos la decisión de la Universidad de crear la Casa de la Universidad de Artigas. Ese mismo día, fuimos a Rivera lanzando dos carreras nuevas, una de las cuales es única nacional (Técnico en Fútbol y Técnico en Actividades Acuáticas), con cien estudiantes inscriptos, vienen que de distintas partes del país a cursar ahí. En Tacuarembó conversé con egresados porque estamos lanzando las primeras elecciones universitarias de aquel departamento. En Cerro Largo lanzamos la Casa de la Universidad en Cerro Largo. Luego en Treinta y Tres se lanzó la carrera de Tecnólogo en Minería, única en el país. Esa carrera fue creada allí basada en grupos docentes radicados en el lugar; por ejemplo, ya hay en este caso dos compañeros que han ganado los concursos, geólogos formados en Sudáfrica con el apoyo de la Facultad de Ciencias. Teníamos más de treinta personas que se inscribieron en esas carreras Todo eso hicimos en pocos días, pero el tema de la comunicación es muy interesante. En esos cinco lugares di más de quince entrevistas a los medios. Creo que en Montevideo no se enteró nadie, salvo el que vio TNU Noticias (único medio capitalino que lo cubrió). La gente de allá, de esos lugares, sí se entera porque los medios locales les prestan atención a estos cambios que se dan en la ciudad. Pero, ¿por qué no sale con más claridad en los medios nacionales este tipo de noticias? No lo sé. Aseguro que nosotros tratamos y paso la vida tratando de decir estas cosas. Hay un tercer elemento en esto de la comunicación, están los formadores de opinión que son personas que tienen gran relevancia e influencia pública y que en muchas ocasiones hablan sin saber, con enorme arrogancia o con un desconocimiento total de lo que está diciendo. Pero igual influyen en grandes masas de gente. El país está sometido a eso. Escuchamos una cantidad de gente diciendo mentiras (no digo que conscientemente), que ni siquiera saben lo que está pasando. Pero dicen con gran elocuencia esas mentiras, con gran seguridad en sí mismos. Es un desastre. Para responder a eso como institución, debemos mejorar nuestra capacidad de comunicación y creo que la única manera en que lo podemos hacer es demostrarlo con hechos. Estoy seguro que la gente de verdad sabe y uno lo siente. Pero la cuestión se ve en los logros… Sí. Este año se van a crear nuevas carreras: la Licenciatura de Recursos Hídricos en Salto es única. Un país que aprobó una Ley de Ordenamiento Territorial basada en cuencas. por lo tanto nos hace falta gente que sepa de eso. La Licenciatura de Recursos Naturales se cursa solamente en Rivera y así puedo mencionar otras carreras. Fuimos como Universidad al Parlamento hace dos o tres años, cuando creamos todo esto, y propusimos un montón de cosas pero para concentrarme en el interior digo que propusimos cuatro objetivos muy claritos, transparentes y verificables por cualquier ciudadano. Les dijimos que con esta cantidad de dinero está calculado -se explica por qué, cómo, y de dónde sale la cifra-, que nos comprometíamos a terminar el quinquenio con tres centros universitarios regionales funcionando (uno en el noroeste, uno en el noreste y otro en el este). Terminaríamos el quinquenio con doce carreras nuevas funcionando en el interior. Y terminaríamos el quinquenio con doce mil estudiantes en esas carreras cursando sus estudios universitarios en el interior. Por otro lado, se propuso como meta del quinquenio la creación de doscientos cargos docentes con dedicación total y radicados en el lugar, conformando los núcleos académicos. Hoy estamos en la mitad y podemos evaluar los objetivos. Todavía nos faltan dos años pero en este momento no tengo dudas sobre que al final del quinquenio los tres centros universitarios van a estar funcionando. Hay un grupo de Inmunología. El grado 4 de ese grupo es un catalán que está viviendo en Salto. Hay un grupo de Musicología, el grado 3 de ese grupo es una cubana que también está viviendo en Salto. Había un grupo de agua, un grado 3, Pablo Gamazo, lo está liderando. Él vino con su doctorado de España. Ahí también creamos el primer grupo de Matemáticos full time radicados en el interior. Es un grupo que ya tiene más de cinco matemáticos. Lo lidera José Vieites, que es grado 5 en Ingeniería y se mudó a Salto. Hay un grupo de Física, de Bioquímica de Membrana, que acaba de ganar el concurso un profesor de la New Yersey School of Medicine, que ganó el grado 5, se viene a Salto a liderar ese grupo. El grado 4 lo ganó una uruguaya que está en un laboratorio en Nueva York y se va a Salto. Tenemos otro grupo en Parasitología, otro en Reproducción Animal, hay un grupo de Genómica, de Genética… son once grupos en Salto y treinta y cinco cargos docentes. Se está creando en Salto la segunda concentración científica básica del país. Es como una pequeña Facultad de Ciencias con todo tipo de docentes en ciencias de la vida y algunas cosas aledañas. Eso da una potencialidad tremenda. El año que viene ahí se va a crear el segundo año de Biología Bioquímica que hoy se hace solo acá. Además, en las carreras más tradicionales que tenemos en Salto, como Veterinaria, Enfermería, Agronomía, ¿quién va a dar los cursos? Los van a dar esta gente. De estos primeros ochenta cargos que hemos fallado, más de veinte vienen del extranjero. Esto ha sido un atractivo. Tenemos compañeros que han venido de Sudáfrica a Tacuarembó. El que lidera el grupo de Química Agrícola en Paysandú es Guillermo Moina, que estuvo 15 años en Filadelfia y se vino a liderar el grupo. El 11 de abril inauguramos en Paysandú un aulario y el laboratorio del Polo Agroalimentario Agroindustrial. Es un laboratorio de quinientos metros cuadrados donde hemos puesto equipamiento que no existe en ningún lugar del país. Hay dos resonadores magnéticos nucleares de investigación y un filtro de masas cuadripolo que no existe en ninguna parte del país. Hay más de 2 millones de dólares de inversión de la Universidad en ese laboratorio. Eso se va a generar en el medio de donde está la plataforma experimental agronómica que es la Facultad de Agronomía con todos sus laboratorios, con todos sus campos experimentales, 1.000 hectáreas y con todos sus recursos humanos, estamos poniendo capacidades de química y de física, únicas en el país. Y les estamos dando cargos y diciéndoles a los muchachos que si quieren ir a trabajar ahí, que vayan. Los proyectos que se van a hacer en esos laboratorios no van a ser proyectos que solo van a aportar a la enseñanza. ¿Y el estudiantado en el interior? Tenemos un sistema con dificultades para el conteo. Por ejemplo, nuestros estudiantes pueden estar en muchas carreras a la vez. El que es estudiante puede cambiar o después no ir nunca más, tenemos estudiantes que están inscriptos en Montevideo y en el interior, no sabemos cuántos estudiantes hay en cada uno de los centros porque los sistemas estadísticos no están adaptados todavía. Sabemos que estamos en el entorno de los diez mil estudiantes y al ritmo que vamos, vamos a llegar a los doce mil y probablemente los vamos a superar. La Universidad hace todo esto, entonces, ¿qué papel juega una Universidad Tecnológica? ¿Por qué o para qué se creó la UTEC?, no lo sé. No estuve en el origen de la UTEC. Como ciudadano y como universitario aplaudo y lo digo de corazón, que creen la UTEC o cualquier otra institución de educación superior porque estoy convencido que el país necesita una multiplicidad de instituciones que cada una ponga el énfasis en algo, si Uruguay decide crear una nueva institución de educación pública… más aún, una nueva universidad, -o dos o tres- es algo positivo para el país. Aumenta la diversidad, aumenta las posibilidades y, además, como ciudadano leo que eso significa que el país decidió poner mucha más plata en la educación pública. Está claro que no se puede crear una nueva institución sin poner la plata. Si nosotros como país no cometemos el error que ya hemos cometido en el pasado (por ejemplo, con la vieja discusión IPA – Humanidades) de nacer divorciados, enfrentados, y tenemos la sabiduría de acompañar este nacimiento de una nueva institución o de varias y trabajar juntos, es una enorme y excelente noticia. Antes de saber qué rol juega la UTEC, primero tengo que saber qué va a hacer la UTEC; por el momento no lo sé. He oído declaraciones contradictorias, eso sí. Muchas de esas declaraciones hacen hincapié en la necesidad de colaborar. Esas las aplaudo. Nosotros hemos hecho numerosas declaraciones diciendo que queremos colaborar, estamos a la orden y a la espera de qué quieren hacer. Es fundamental que el clima en que nace la nueva institución sea un clima de colaboración. Desgraciadamente, mi impresión de estos primeros meses es que no ha sido así. El ambiente general de los comentarios que se escuchan, son comentarios que muchas veces parten de la ignorancia y muchas veces parten del prejuicio. Estoy hablando en general. He oído declaraciones aberrantes del estilo de: “Se crea la UTEC en el interior porque la Universidad no hace nada en el interior”. Eso es una mentira. Esa mentira puede ser deliberada o puede ser producto de la ignorancia pero digo que es falso. Los compañeros que están trabajando desde hace años a veces se descorazonan un poco cuando escuchan esto. Nosotros respondemos que hay que dejar pasar el temporal. Es natural que las cosas nuevas que nacen lo hagan con emoción y con energía. Sigamos trabajando, mostremos lo que estamos haciendo, ofrezcamos nuestra colaboración y en particular, cuando los compañeros estén en condiciones de presentar una propuesta académica, nos sentamos a conversar con la mejor disposición. Hay un mensaje contradictorio entre que la nueva universidad implica un montón de dinero y el presupuesto designado a la educación con respecto al PBI entre el período pasado y este. Ese 20% ha subido un poco en las rendiciones de cuentas, pero estoy hablando del planteo inicial. Pero antes se duplicaba el crecimiento y ahora disminuye la producción y se crea esto… Puede no haber contradicción, si en coherencia con las decisiones políticas tomadas el gobierno nacional y el Parlamento votan los recursos que son necesarios. Eso lo veremos ahora en la Rendición de Cuentas. Por el momento lo único que hay es una decisión política. Lo que digo es que la interpretación natural de esa decisión política… una universidad es una universidad. No cabe duda de que hay que incrementar de manera muy sustancial el presupuesto de la educación para asimilar la creación de una nueva institución. El presidente Mujica habló de derivar algunos recursos elementales la UTEC. La manera en que lo haga, no la sé. Además, todos los programas que siguen haciéndose desde la Universidad y otras instituciones de educación pública como ANEP no deberían de verse frenados. Sería muy malo para el país que después de un esfuerzo como el que se viene haciendo en el interior, le pongamos un freno. Si le damos un incremento cero a lo que está haciendo la Universidad en los próximos períodos presupuestales, es un incremento cero porque los costos naturales de funcionamiento crecen naturalmente. Además, el éxito del programa que estamos haciendo implica que cada vez hay más estudiantes, más carreras y más actividades. Es evidente que hay que aumentar. ¿Por qué no se avanza en la Ley Orgánica? Es un proyecto de reforma que impulsó Rodrigo Arocena desde su proyecto de gobierno pero está ahí, estancado. La Ley Orgánica se avanzó hasta cierto punto. Tuvo ciertas resistencias internas en un 5%. Había acuerdo en casi todo, pero había tres o cuatro puntos que no son menores y son de público conocimiento. Tenían que ver con los cobros de matrícula, con la composición fina de los órganos de dirección, etc. No se llegó a un acuerdo interno suficiente en un cierto momento. Es evidente que la Ley Orgánica es algo que será discutido por el Parlamento para lo cual conviene que exista un gran consenso interno sobre qué es lo que queremos. Nosotros (hablo a título personal sobre este punto) hay ciertos aspectos de nuestra universidad específicamente la autonomía y el cogobierno que no son compartidos por algunos sectores políticos. Creo que en la discusión sobre la Ley Orgánica de la UTEC y de los otros órganos que se están creando eso es palpable y claro. No queremos echar para atrás ni la autonomía ni el cogobierno. Queremos mejorar la manera de funcionar, transformar las estructuras académicas, hacer muchas cosas… pero eso no lo queremos ni eliminar, ni disminuir. La postura de la Universidad es que eso es una herencia valiosa que tiene este país y sería un desastre si este país la destruyera. Creo que es de los pocos lugares del país donde todavía existe todavía la autonomía y el cogobierno. Además, se podría leer buena parte de la reforma universitaria que estamos haciendo desde otro punto de vista. Ahí está la dificultad de lo que estamos haciendo. Estamos haciendo la reforma universitaria que tiene el componente del interior, las transformaciones de la enseñanza, la curricularización de la extensión, las transformaciones de investigación, etc. Acicateados por la necesidad de transformación que nos impone la realidad. La Universidad no está respondiendo a lo que requiere el desarrollo por eso no tenemos que graduar cinco mil estudiantes, tenemos que graduar a quince mil. Por eso, tenemos que pasar de estructuras de parte de cátedras o departamentos a estructuras más horizontales, integradas, interdisciplinarias. Hay muchas cosas que nos muestran que tenemos que cambiar. Eso que nos está pasando a nosotros, le está pasando a muchas universidades del mundo. A todas. Por ejemplo, los problemas epistemológicos que plantean las transformaciones de la universidad, es un problema que afecta al mundo entero. La respuesta a esa problemática de ¿cómo responde la Universidad a los requerimientos que le exige la sociedad a la cual se debe? En algunos lugares se la dan por la vía de una respuesta de cambio de modelo universitario. PERFIL Nació en 1960, en Nueva York. Está casado con una uruguaya con la cual tiene tres hijos. Vivió ocho años en México, catorce en Cuba, once en Francia, y dieciocho años en Uruguay. Dice que se siente “un ciudadano del mundo, aunque en realidad, legalmente, soy ciudadano uruguayo y norteamericano”. Cursó toda la enseñanza primaria y media en Cuba. Realizó la carrera de ingeniero en telecomunicaciones en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría de La Habana. En Francia obtuvo diplomas y estudios en profundidad y en robótica e hizo un doctorado en informática aplicada, en París. En Francia trabajó dos años en una empresa de base tecnológica. Años después vino a Uruguay y desde ese momento fue docente del Instituto de Ingeniería Eléctrica en la Facultad de Ingeniería, donde creó un grupo de tratamiento de imágenes por computadora que existe hasta hoy. Fue director del Instituto de Electro durante seis años, y consejero directivo en la Facultad de Ingeniería. En el anterior período de gobierno universitario, el rector Rodrigo Arocena lo nombró pro rector de investigación de la Universidad, cargo que desempeña hasta hoy. Desde hace cuatro años es además presidente de la Comisión Coordinadora del Trabajo en el interior (CCI). |
Matías Rótulo y Alfredo García
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El blog de Matías Rótulo
Un optimista bien informado, es decir, un pesimista -
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Publicado,
originalmente, en el Semanario Voces el día 11 de abril de 2013
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